Juan Chávez Alonso
en sus propias palabras

Autonomía. La autonomía en este momento es algo muy sonado, pero siempre ha existido en los pueblos indígenas: es seguir conservando nuestras plantas, bosques, tierras, aguas. Con la traición del gobierno no nos queda más que ejercer nuestro derecho histórico.

Mientras que los pueblos, naciones y tribus no pierdan su autonomía, su territorio, su libre determinación, sus culturas sus derechos, conocimientos, recursos y su identidad como sujetos de derecho, seguiremos existiendo.

El Congreso Nacional Indígena (CNI). La vida del cni parte de cada una de estas luchas de resistencia, aunque sean pequeñas, de cada familia, cada comunidad, cada organización. Estos espacios nos dan la oportunidad de intercambiar las experiencias acumuladas y también de fortalecer nuestras luchas, fortalecer los objetivos de reconstrucción y un nuevo proyecto de nación y Constitución.

Las políticas del exterminio contra los indígenas. La invasión que sufren los pueblos, naciones, tribus y barrios indígenas en nuestro país, pero también en América, no ha terminado después de 515 años. En ese tiempo la explotación de los bosques y selvas, de las maderas preciosas y de todo lo que significaba ganancias, iba a dar a la corona española;  ahora las invasiones, los saqueos, la sobrexplotación de los recursos naturales, de las aguas, minerales, otra vez de los bosques y de las selvas, va a las manos de los empresarios, de los prestanombres, de los capitalistas, pues.

El sistema político actual. Del marco legal que pudiéramos pensar como una esperanza de justicia en la Constitución, ya no hay nada. Destruyeron la Constitución, ahora las leyes todo le favorecen al poderoso, al rico, al que tiene el poder político; ahora las leyes no favorecen a nadie de los trabajadores, del pueblo de México, ni a las comunidades, ni a nuestros pueblos indígenas: a nadie, todo está orientado a fortalecer ganancias a los empresarios, a los capitalistas, y para el trabajador pura pobreza, puro dolor, pura desesperación, puro sufrimiento y, sobre todo, no hay futuro para los jóvenes o para los niños en esas condiciones.

Los zapatistas. El Ya Basta nos dio una señal de esperanza no sólo a los mexicanos sino a los hombres y mujeres, jóvenes, niños o ancianos de otros pueblos del mundo. Cuando el Ejército Zapatista declara la guerra al mal gobierno, todos los movimientos en México, no sólo el indígena, de jóvenes, trabajadores, intelectuales o investigadores, algunos que se decidieron, se suman al movimiento.

El Maíz. El maíz es nuestra sangre, el maíz es nuestra vida, es el niño, la niña maíz. Es el joven, la joven maíz, es la hermana, el hermano maíz, es el padre y la madre maíz, es la abuela y es el abuelo maíz. Somos pues los hombres de maíz que igual que la humanidad son de todos los colores de la tierra, porque nacimos de la tierra de todos los colores que somos. Está representado en cada uno de los colores del mundo.

La tierra. En la concepción del indígena, a la tierra se le considera sagrada, se le considera como la madre de la cual los pueblos, el ser humano mismo, tiene su origen. Por tanto, hay esa relación histórica de respeto mutuo de todo lo que surge de la tierra: las plantas, los animales, las aguas, los vientos, los caminos, lo que sembramos, las semillas y el cerro, los grandes valles. Siempre se vivió en armonía, siempre hubo motivos de fiesta: cuando llovía, cuando granizaba, cuando hacia viento, cuando no llovía, cuando teníamos que arar la tierra, cuando teníamos que sembrar las semillas, cuando teníamos que cultivar, cuando teníamos que cosechar, cuando tenemos que alimentarnos. Esa relación en la memoria histórica siempre ha existido.

Un mundo donde quepan muchos mundos. La consecuencia de la desesperación de las potencias por seguir imponiendo sus políticas hegemónicas económicas es que siguen con el signo del etnocidio, del ecocidio, del genocidio. Esto nos lleva a reflexionar a todos los hombres y mujeres dignos de todos los pueblos del mundo; reflexionar y buscar acuerdos y consensos para asumir una posición digna que nos permita mantener un equilibrio de respeto entre nuestros pueblos y la naturaleza misma.

Tenemos que pensar en la reconstrucción no sólo de un nuevo país o un nuevo pueblo, sino de un nuevo mundo, más justo, más justicia democrática, y que nos permita seguir coexistiendo entre los pueblos del mundo pero en un marco de equilibrio de los ecosistemas, de respeto con calidad humana, con la naturaleza misma.

(Recopilación: Gloria Muñoz Ramírez)