Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 20 de mayo de 2012 Num: 898

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Huir del futuro
Vilma Fuentes

Palabras para recordar a Guillermo Fernández
Marco Antonio Campos

Nostalgia por el entusiasmo
José María Espinasa

Cali, la salsa y
otros placeres

Fabrizio Lorusso

John Cheever: un neoyorquino de todas partes
Leandro Arellano

Reunión
John Cheever

Carlos Fuentes en la
última batalla

Antonio Valle

Carlos Fuentes,
los libros y la fortuna

Luis Tovar

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Naief Yehya
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Un recorrido fílmico por Los anillos
de Saturno, de Sebald

En agosto de 1992, cuando los días caniculares se acercaban a su fin, salí a caminar por el distrito de Suffolk, con la esperanza de disipar el vacío que se apodera de mí cada vez que concluyo un tramo largo de trabajo

Mapas

En diciembre de 2001, un accidente automovilístico cerca de Norwich nos arrebató a uno de los autores más interesantes y originales que habían aparecido en la década de los noventa. No se trataba de un promisorio joven escritor, sino de W. G. Sebald, un académico germano de cincuenta y siete años, trasplantado a Inglaterra donde vivió por treinta y cinco años, y que enseñaba principalmente en la universidad de East Anglia. Sebald publicó su primer libro cuando tenía cuarenta y tres años. Es ya un lugar común mencionar que Sebald era un inclasificable, un autor que transgredía las fronteras de los géneros al situarse a mitad de camino entre el ensayo, el texto autobiográfico, el libro de viaje y la ficción. A la pregunta de en qué categoría deberían poner sus libros, él respondía:  “En todas.” Este es un autor que comienza a ser reconocido tras la publicación de su tercer libro, Los anillos de Saturno (1995), auténtica obra de culto que es motivo del sorprendente documental Patience (After Sebald), de Grant Gee (2012). La cinta es una reflexión nostálgica y un recorrido virtual por el condado de Suffolk, que Sebald recorrió y que dio origen a esta obra. Mientras, por un lado, el filme es un mapa textual, emocional e intelectual, por el otro también ofrece un mapa interactivo que describe el recorrido físico e imaginario de Sebald mediante Google Maps, realizado por la académica Barbara Hui. La devastación, la decadencia y la decrepitud de los paisajes que el autor va encontrando dan pie a reflexiones en torno a la guerra, la historia, la muerte y el mundo. El libro es un prodigioso ejercicio literario que va de la observación y el cuasi reportaje, al lamento, pero con un contrapunto de humor agudo. Muchos, como Susan Sontag, afirmaban que esta era una obra de ficción, un trabajo de realismo extremo que juega con habilidad con “el efecto de lo real”, el uso y abuso de la documentación y la evidencia, con el fin de crear una narrativa que puede provocar una ilusión de realidad y de esa manera dar lugar a lecturas inquietantes. Es una triste ironía que un autor que reinventó las posibilidades de la narrativa del viaje haya fallecido mientras recorría una carretera.

Ambigüedad genérica

Gee, quien había realizado documentales sobre las bandas Joy Division y Radiohead, emplea una fotografía en blanco y negro granulosa que evoca el tipo de imágenes que Sebald incluía en sus libros, y contrasta este estilo con imágenes digitalizadas y con recuadros a color que parecen romper con la ilusión de melancolía que crean las imágenes monocromáticas. Gee hizo un filme polimorfo que por un lado es una obra biográfica que incluye numerosos testimonios de amigos, autores, críticos y editores, los cuales paradójicamente no parecen tener la intención de ofrecer una descripción precisa del autor. Al no revelar gran cosa de la personalidad de Sebald, Chris Petit, Rick Moody e Iain Sinclair, entre otros, enfatizan la relación entre autor y personaje que jugó Sebald en su obra. Por otra parte, la cinta es un poema visual, es crítica literaria en movimiento, así como un intenso y peculiar road movie. Todo esto refleja la ambigüedad genérica del libro y, si bien es una mirada profunda y detallada a esa obra, también es una afortunada e informativa introducción, que incluye la lectura de varios pasajes en voz del actor Jonathan Pryce. Sin duda, semejante acercamiento es lo más apropiado que puede hacerse con una obra imposible de ser adaptada a la pantalla.

Laberinto

Sebald decidió caminar por Suffolk en un momento de vacío, con la esperanza de compensar el agobio con el descubrimiento del entorno. Así, en el texto habla de la producción de seda, de los viajes de Joseph Conrad, de pueblos olvidados, de la obra de Thomas Browne, del exilio de Chateaubriand, uno de los padres del romanticismo (estilo al que debemos la noción del narrador como promeneur solitaire o paseante solitario), y del Holocausto. Se trata de un recorrido íntimo, no de un paseo exótico; sin embargo, las piedras, paisajes y encuentros van revelando un mundo extraño, grotesco y solitario, un territorio que es en realidad un laberinto con una única salida que lleva hacia la pesadilla interminable que fue la segunda guerra mundial. La obra de Sebald trata acerca del peso de la memoria tanto individual como colectiva, así como de la pérdida del pasado y del colapso de la naturaleza. La cinta de Gee hace justicia a la carrera meteórica de un autor “adjetival” (Gee dixit) que en un tiempo récord hizo que el término “sebaldiano” se volviera de uso común, y que en su breve carrera fue considerado por muchos como inminente merecedor del Nobel.