Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de marzo de 2012 Num: 889

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora Bifronte
RicardoVenegas

Monólogos Compartidos
Francisco Torres Córdova

Cinco décadas contra
la ignorancia

Paula Mónaco Felipe entrevista con Manuela Garín Pinillos

Despedirse de Livinus
Roger van de Velde

La farsa
Luis García Montero

Una canción para
la noche nigeriana

Emiliano Becerril Silva

Los 45 de Cien años
de soledad

Luis Rafael Sánchez

Fin de la migración mexicana
Febronio Zataráin

Leer

Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Galería
Enrique Héctor González

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Fin de la migración mexicana

Febronio Zataráin

El primer ciclo migratorio de mexicanos a Estados Unidos se dio durante la Revolución: alrededor de un millón de personas huyó de la violencia. La gran mayoría se estableció en los estados fronterizos, pero algunas decenas de miles, alejándose del racismo y buscando un mejor pago, tomaron el rumbo hacia Chicago. Era tal la presencia de los mexicanos en dicha ciudad, que en 1923 se inició la construcción de la iglesia Our Lady of Guadalupe con los doce mil dólares donados por el principal empleador de mexicanos: la US Steel.

La Gran Depresión de 1929 marca el final de este ciclo migratorio, pues el gobierno estadunidense, ante el crecimiento desmesurado del desempleo, llevó a cabo una medida impulsada por la xenofobia: entre 1929 y 1934 fueron repatriados cerca de 400 mil mexicanos. Cabe aclarar que ningún inmigrante europeo fue devuelto a su país de origen.

El segundo ciclo migratorio se abre con la puesta en marcha del Programa Bracero, firmado en 1942. Aunque el Programa fue creado para cubrir las plazas laborales en el ramo de la agricultura, en estados como Illinois y Ohio los braceros trabajaron en el tendido de durmientes y rieles. Los hombres que eran “enganchados” tenían escasa o nula escolaridad. Para los enganchadores eran más importantes unas manos callosas que una que supiera tomar la pluma para estampar su firma. Junto con dicho programa surge también la inmigración indocumentada, pues muchos de los que no eran “enganchados”, cruzaban la frontera ilegalmente; además hay que agregar a los que decidían quedarse cuando su contrato como bracero expiraba.

Antes de la crisis económica de 1982, el inmigrante mexicano, por lo general, no había terminado la primaria y provenía del medio rural. Fue a partir de ese año que algunas personas con estudios medios e incluso universitarios empezaron a ver como opción de progreso el “otro lado”. No fue sino hasta la depresión económica de diciembre de 1994 cuando se popularizó la idea de que emigrar a Estados Unidos era el mejor camino para salir del atolladero económico en el que se había caído. Por eso, para el fin del milenio, era común encontrarse con jóvenes (hombres y mujeres) que habían pisado planteles universitarios trabajando como cantineros, niñeras o agentes de bienes raíces.

Pese a la Operación Guardián y la Operación Escudo, establecidas con el propósito de parar el ingreso de indocumentados por California y Texas, la migración mexicana seguía in crescendo. Si bien es cierto que los atentados del 11/9 aminoraron la cifra del flujo de migrantes, lo es también que en 2003 el número de mexicanos que se estableció en Estados Unidos rebasó el medio millón, ya que en los primeros treinta meses posteriores a los atentados quienes estaban bajo sospecha eran los inmigrantes árabes.

Quien le dio un giro a la mira fue el académico Samuel P. Huntington con su ensayo “El reto hispano”, publicado en 2004, donde acusaba a la cultura mexicana de ser una amenaza para el espíritu protestante y de progreso de Estados Unidos. Luego, en el terreno político, el representante federal James Sensenbrenner impulsó en 2005 leyes como la Real ID Act, que prohibía a los gobiernos estatales dar licencia de manejar a los indocumentados, y la HR 4437, en la que se criminalizaba al indocumentado. Estas acciones no amedrentaron al inmigrante; por el contrario, éste tomó las calles para manifestar su indignación. En Los Ángeles, Denver, Chicago y Nueva York hubo manifestaciones donde participaron cientos de miles de personas. Las represalias del Estado no se hicieron esperar y las deportaciones y redadas se volvieron el pan de cada día de las familias inmigrantes. El 12 de diciembre de 2006 (el día en que se celebra a la Virgen, que estuvo como estandarte en todas esas manifestaciones) se llevó a cabo en diversas plantas de la empresa procesadora de carnes Swift & Co. la redada más grande en toda la historia de Estados Unidos; en ella fueron detenidos mi 297 indocumentados.

Pese a la xenofobia y las deportaciones, la cifra de medio millón de nuevos inmigrantes anuales se mantuvo en 2007. Aunque fue precisamente en el verano de 2007 cuando se empezó a gestar la causa principal por la cual la migración mexicana comenzó a bajar drásticamente: la crisis inmobiliaria que ha hundido a eu en una recesión económica comparable a la vivida durante la Gran Depresión. A esto hay que agregar que los legisladores locales de diversos estados, como Arizona, Indiana, Utah, Alabama, entre muchos otros, están impulsando leyes en las que se criminaliza al indocumentado; además, el presidente Barack Obama (pese a su promesa de realizar una reforma migratoria) ha intensificado las deportaciones a tal grado que para el 12 de septiembre de 2011 se tenían registradas durante su administración cerca de un millón 60 mil.

Hay otras dos variantes que hay que considerar. La primera es que el mexicano que decide irse como indocumentado, además de adquirir una deuda de varios miles de dólares, pone en riesgo su integridad física así como su vida; recordemos que el trasiego de indocumentados lo controla de manera absoluta el crimen organizado, y que en el año fiscal 2011 (pese a que el número de migrantes que logró cruzar fue menor a cien mil) se reportaron 182 muertes en la franja fronteriza de Arizona.

La segunda variante es que la situación económica de los mexicanos que emigraban a Estados Unidos en los años sesenta mejoraba de uno a diez. Esta mejoría se ha ido deteriorando a tal grado que en la actualidad es de uno a cuatro y, al parecer, se seguirá deteriorando cada vez más.

El futuro no es nada alentador para el indocumentado, porque las probabilidades de una reforma migratoria en los próximos cinco años son casi nulas; y mientras ésta no se dé, el gobierno federal seguirá incrementando el número de deportaciones y los gobiernos estatales seguirán aprobando leyes antiinmigrantes que orillarán a muchos mexicanos a autodeportarse.