Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 11 de marzo de 2012 Num: 888

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Atelier Bramsen,
museo vivo

Vilma Fuentes

Tomóchic o la victoria
de la realidad

Ignacio Padilla

¡Qué darían por se
tan sólo un árbol!

José Pascual Buxó

El abecedario Mafalda
Ricardo Bada

Casi medio siglo
de Mafalda

Antonio Soria

Pistorius y el sprint vital
Norma Ávila Jiménez

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
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Hugo Gutiérrez Vega

El dragon franquista

El gran dramaturgo ruso Yevgeni Schwartz escribió, en los años terribles de la segunda guerra mundial, una trilogía de obras de enorme valor teatral y moral: El dragón, Sombra y El rey desnudo. Mí compañera Lucinda y yo tradujimos del italiano y del inglés El dragón. La excelente obra de Schwartz fue estrenada en México por Xavier Rojas y, unos años más tarde, fue respuesta por los animosos alumnos de la academia que lleva el nombre de Andrés Soler, uno de nuestros actores más talentosos y solventes.

La historia de El dragón es muy sencilla: dominaba una comarca un dragón de tres cabezas. Tenía tantos años en el poder que la gente estaba ya acostumbrada y lo vitoreaba en sus escasas y bien planeadas apariciones. El alcalde y su pícaro hijo eran sus testaferros y voceros. Todos los años el dragón recibía el obsequio de una hermosa doncella. A cambio de esa ofrenda, el monstruo protegía a los ciudadanos y mantenía la paz. El año en el que se le iba a entregar a Elsa, la hija del anciano bibliotecario, llega a la ciudad un caballero andante, Lancelote. El gato, personaje fundamental de la trama, informó al caballero sobre lo que iba a suceder y le dio todos los datos históricos pertinentes. Lancelote, héroe profesional, decidió combatir al dragón y así lo anuncia.

El viejo “lagartijón” estaba fuera de forma pero no se atrevió a reconocerlo y aceptó el desafío de mala gana. Todo el pueblo se reunió en la plaza principal para ver la batalla. El dragón hizo sus maniobras de vuelo y Lancelote, armado con la poderosa espada que le habían forjado los herreros de la región, sentado en la alfombra voladora que le habían obsequiado los tejedores y llevando en las manos el sombrero que tenía el poder de hacerlo invisible, se lanzó a la lucha. El hijo del alcalde, con la credibilidad de un locutor de Televisa, narró las incidencias del combate. Pronto fueron cayendo, con gran estruendo, las tres cabezas del dragón y el pueblo vitoreó a Lancelote, pero éste no apareció para recibir los aplausos. Estaba muy mal herido y tuvo que irse a la cueva mágica para curarse de sus heridas. El alcalde y su hijo (Schwartz nos advierte que el alcalde sufría frecuentes ataques de cleptomanía) se hicieron pasar oficialmente como los vencedores del dragón y se nombraron caudillos de la revolución triunfante. Pasó el tiempo y el día en que se celebraba en el palacio uno de los frecuentes banquetes a los que asistían los contlapaches, los alicuijes, los paniaguados, los turiferarios y los guaruras de los impostores, se escucharon en el pasillo del palacio los pasos decididos de Lancelote.

El alcalde y su junior se llenaron de miedo y cayeron de rodillas ante el héroe para pedir perdón. El caballero los encarceló, se nombró un consejo de gobierno y Lancelote fue aclamado por el pueblo. El orador del acto de homenaje fue el viejo bibliotecario, quien agradeció al paladín haberlos librado del dragón. El reflexivo caballero andante le contestó: “Yo maté físicamente al monstruo, pero no se ha ido. Está vivo en las almas deformes, temerosas y corruptas del pueblo que gobernó y pervirtió durante tantos años. Se necesitan muchos años más para que el dragón muera de verdad.”

En la España actual está pasando algo parecido a lo descrito teatralmente por Schwartz: el franquismo no ha desaparecido. Está vivo en las almas deformes de una buena parte de la población que sufrió los rigores de una dictadura astutamente perversa, pues se cubrió con el manto de una religiosidad manipulada por la jerarquía eclesiástica (los sacerdotes progresistas eran perseguidos con saña especial) y por los poderes fácticos que gritaban consignas contra los rojos y los masones (la conspiración judeo masónica decía el dragón peninsular). Recuerdo la fotografía del cardenal arzobispo de Toledo bendiciendo las armas de los espadones sublevados contra el gobierno legítimo y me hundo en la perplejidad y en la náusea.

Ahora estas almas deformes en las que habita el dragón (gobernantes recién electos y miembros de la judicatura) se han lanzado contra el juez Garzón y han demostrado, al condenarlo por haber intentado hacer justicia con los muchos crímenes de la dictadura del dragón rociado de agua bendita, que el monstruo sigue vivo en sus almas dañadas. Hubo en España una inteligente transición a la democracia y todo indicaba que el pasado autoritario estaba ya superado. No fue así, pues el dragón fascista está vivito y coleando.

El pueblo vota por los conservadores, los socialistas, en buena medida, se han olvidado de sus principios, Izquierda Unida tiene un limitado poder de convocatoria y el dragón sigue volando dentro de las almas que deformó y marcó por muchos años. Así es, todo suena a desesperanza, pero (y este pero ha sido clave de muchos cambios en la historia española) la Plaza del Sol y otras muchas plazas españolas están llenas de indignados resueltos a derrotar, primero en sus almas y después en las estructuras sociales, al dragón. No olvidemos que Schwartz veía en Lancelote la personificación de la humanidad socialista.

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