foto: HERIBERTO RODRÍGUEZ. En los senderos de Virikuta, febrero de 2012

Mentiras y usos de la Tarahumara

en “emergencia alimentaria”

Guillermo Palma

Pues como bien dicen las noticias, la Tarahumara en emergencia alimentaria a causa de la prolongada sequía. Gracias a los espacios noticiosos se han acordado de la existencia del pueblo rarámuri: sequía, hambre, suicidios, miseria, rezago social son los temas que se han estado dando a conocer. Según los reporteros todo lo peor que le puede estar pasando a un pueblo le está pasando a los rarámuri.

Ciertamente parte de los problemas de las comunidades rarámuri son por la sequía. Otra parte viene por querer interpretar las necesidades de los rarámuri desde una cosmovisión distinta, desde una cultura que atropella e impone su modo de pensar, y sus leyes, dentro de territorios que cuentan con sistemas normativos propios que se han ido construyendo y perfeccionando a través de la historia y se han trasmitido de generación en generación, de manera oral.

En los noticieros no se habla de los ríos contaminados por los drenajes de los pueblos grandes que están en la parte alta de la sierra donde nacen dos de los principales ríos que riegan los tomates de Sinaloa y los chipotles de las llanuras de Chihuahua: el río Conchos que se junta con el Bravo y el río Urique que se junta con el Fuerte. No se habla de los bosques talados, no se habla de la devastación del bosque, no se habla de la erosión de suelos, sólo se habla de las consecuencias de la sequía pero no se habla de lo que la ha causado.

El amarillismo dice: los rarámuri se están suicidando por la falta de alimento. Toca aclarar que el rarámuri difícilmente se va a suicidar por falta de alimentos y menos lo hará de manera colectiva. Con esto no quiere decir que no se dé el suicidio, si se da, pero esto responde más a cuestiones psicológicas, a depresión, a problemas familiares. Es alguna llamada de atención al sistema considerado por el suicida como injusto, etcétera.

Es cierto que este año la situación de sequía no permitió que la gente levantara suficiente cosecha, pero esta situación no es nueva, esto ha venido sucediendo desde hace ya más tiempo, desde que inició esto del cambio climático. No es posible que esto sea únicamente en los comunidades rarámuri sino que es algo que está pasando en todo el mundo. Desde lo local sin querer el pueblo rarámuri esta incluido en un problema global. Aunque los pueblos indígenas somos los que menos tenemos culpa de esto nos está llevando el tren a todos.

Se puede decir también que el déficit de producción de alimentos en la región serrana tampoco es nuevo. El rarámuri está acostumbrado a tener que salir a trabajar fuera de la sierra, a las grandes ciudades, para complementar lo que falte de alimentos y vestido —y ahora más que nunca lo está haciendo.

En el norte del país no nomás estamos los rarámuri; están los pima, los guarijío, los ódame, los yaki, los mayo y más. Y estos pueblos también los esta afectando la sequía, pero de ellos nada se dice.

¿Será que el amarillismo vende más si se da en una zona como la Sierra Tarahumara? ¿Qué intereses hay en la Sierra? ¿Qué hay detrás de esta campaña escandalosa?

En los noticieros no se habla de los ríos contaminados por los drenajes de los pueblos grandes que están en la parte alta de la sierra. No se habla de los bosques talados, de la devastación del bosque, de la erosión de suelos, sólo se habla de las consecuencias de la sequía pero no de lo que la ha causado.

Los rarámuri tenemos nuestros propios métodos de subsistir aunque exista poco alimento en nuestras casas. Existe lo que llamamos el kórima, que es el compartir la vida con el hermano que menos tiene. Al revés del que menos tiene al que más tiene, esta relación se da de manera horizontal. El acto del kórima no se da por medio de hacer campañas de recolección ni tampoco haciendo actos públicos de entrega de las ayudas, ni banderazos en donde se vea o se haga constar por medio de la prensa que están salvando al indio en desgracia. El kórima va más allá de la reciprocidad, va más allá de la corresponsabilidad, es todo un sistema de convivencia que teje las relaciones familiares e intercomunitarias y estas convivencias se pueden dar de muchas maneras: en la visita, en la fiesta, en el trabajo, en el encuentro en el camino.

Las ayudas son bienvenidas pero el modo de hacer la entrega no ha sido la correcta pues vienen solamente a los grandes pueblos donde es fácil llegar y tristemente vemos que los que más se benefician son los que más tienen o los que siempre han estado recibiendo la ayudas como en Creel y sus alrededores. Los que viven en las montañas y las barrancas ni se dan por enterados de que los repartos se están haciendo en las grandes poblaciones de más fácil acceso, porque los que vienen a hacer el reparto no tienen idea de cómo llegar a los lugares más lejanos.

Esto ocurre porque no están tomando en cuenta a las autoridades rarámuri que tienen el censo más preciso (incluso mejor que los censos del inegi) de quiénes son los más necesitados en las zonas más alejadas. Si las instituciones se dejaran ayudar el reparto sería más equitativo. Pero se ve que no existe voluntad para esto. Se trata de ofrecer la imagen de los gobiernos, de tomarse la foto entregando cajas y bolsas, salir en las noticias, dando a conocer estadísticas, y no tarda (o ya se está dando) que esta situación sea manipulada para las campañas políticas que ya están en puerta.


fotos: HERIBERTO RODRÍGUEZ. Ceremonias de los peregrinos wixaritari en el desierto

Se podrán decir más cosas de la ayuda que están mandando, bondades y desaciertos, su logística errada, palabras que se han recogido en las diversas reuniones de las autoridades rarámuri de la mayor parte de la Sierra. Sólo los que están acostumbrados a recibir ayudas sin merecerlas están diciendo que manden más.

Pero hay 20 mil rarámuri (y tal vez muchos más) que sacaron del programa de Oportunidades. Si no se hubiera sabido de esta emergencia, qué habría pasado con todo este recurso que no es poco. Así de fácil es sacar a los indígenas que consideran incumplidos, de los programas. Este programa es sólo uno de los muchos que están en la Sierra Tarahumara. Los programas gubernamentales para el desarrollo decaen y los apoyos se pierden porque no toman en cuenta que son visiones distintas de desarrollo, de pobreza, de bienestar, de angustias y satisfacciones. Piensan los funcionarios desde los escritorios que las necesidades que tiene la gente citadina las tenemos los indígenas. Si vienen a la sierra y pasan frío piensan que todos los serranos tenemos frío, y nos traen chamarras. Si caminaron y se cansaron piensan que todos deberíamos andar motorizados aunque con ello contaminemos el aire y los ríos (¿cuáles? si ya se están secando). Siempre hemos vivido en el frío y lo conocemos. Siempre hemos caminado y es parte de nuestra vida y quehacer. En nuestra tierra los ignorantes son los que vienen de fuera y el rarámuri ignora las cosas de la ciudad, por lo tanto la ignorancia es mutua, sólo que unos creen que todo lo saben y las prácticas que no entienden son malas y hay que cambiarlas.

La ayuda es para más de cien mil indígenas “hambrientos” y sumando lo que han estado diciendo las noticias van cientos de toneladas de ayuda desde que se dieron cuenta de la emergencia. Si medimos la ayuda desde el punto de vista material jamás va a ser suficiente pues en la Sierra Tarahumara habitamos más de cien mil rarámuri dispersos entre montañas y barrancas, sin contar los otros tres pueblos indígenas chihuahuenses que los medios informativos tienen olvidados. Es difícil contabilizar el apoyo que ha llegado a la sierra, no es fácil saber quiénes ya recibieron porque no hay coordinación entre los distintos niveles de gobierno y con la forma inequitativa de hacer el reparto pues… sin palabras.

Las ayudas están llegando por vía terrestre. El gobierno del estado, el gobierno federal, un poco el gobierno del Distrito Federal, también organismos no gubernamentales internos, externos y por vía aérea (la Armada).

Hay 20 mil rarámuri que sacaron de Oportunidades. Así de fácil es sacar a los indígenas que consideran incumplidos. Este programa es sólo uno de los muchos en la Tarahumara. Los programas gubernamentales decaen y los apoyos se pierden porque no toman en cuenta visiones distintas de desarrollo, pobreza, bienestar, angustias y satisfacciones. Los funcionarios desde los escritorios cree que las necesidades de la gente citadina las tenemos los indígenas, si vienen a la sierra y pasan frío piensan que tenemos frío, si caminaron y se cansaron piensan que todos deberíamos andar motorizados. Siempre hemos caminado y es parte de nuestra vida y quehacer.

Las noticias han estado diciendo que la ayuda está fluyendo por tierra y aire. Hay un tono tendencioso con el que se manejan los reporteros. Nos hacen ver como un pueblo que sufre enormemente, sin satisfactores, carente de felicidad y hundidos en la miseria. Entrevistan a algún rarámuri y casi casi obligan a dar la respuesta que quieren oír. ¿Hace frío? ¿Tienes hambre? ¿Vives muy lejos? ¿No tienes agua? ¿Tienes dinero? ¿Tienes trabajo? ¿Eres pobre? Y la mayoría de los rarámuri somos especialistas en decir lo que el entrevistador quiere oír para que sea feliz. Y eso pues alimenta el interés del consumidor de los principales noticieros televisivos, sobre todo nocturnos, del país.

Por más que se hagan centros de acopio y estas ayudas se estén llevando a la sierra, si no existe una buena coordinación con las autoridades indígenas la ayuda sólo se va a quedar en manos de unos cuantos, los que están más cerca de las vías de comunicación y el trabajo de reparto sea más fácil y rápido. Si no se toma en cuenta a las organizaciones de la sociedad civil que no trabajan haciendo promoción al gobierno que pertenecen o a algún partido político difícilmente quedarán conformes las comunidades indígenas más alejadas.

No existe capacidad y sobre todo voluntad de coordinación entre los distintos niveles de gobierno pues sabemos que son de distintas extracciones partidistas. Es lógico pensar que no le van a hacer campaña a sus enemigos políticos; está en juego la presidencia de la República.

Por lo tanto la prioridad para los gobiernos no es en realidad la situación de emergencia, más bien es el botín político y la continuidad de sus reinados.

Así las cosas en la bella y seca Sierra Tarahumara. Parte de la información son cosas que se han mencionado, son palabras que vienen de reuniones en comunidades con autoridades indígenas. Ellas más que nadie tienen el dato más fresco de cómo están haciéndose los repartos, pues ellas viven en los lugares más apartados.

Guillermo Palma es rarámuri y trabaja activamente en promover la vinculación de las autoridades y comunidades rarámuri entre sí y con el mundo exterior. Es integrante de la Red en Defensa del Maíz.