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Vivir con angustia, otra razón para migrar
 
Periódico La Jornada
Lunes 9 de enero de 2012, p. 8

R, de 20 años, nunca vio o experimentó algo en carne propia que la empujara a huir con urgencia de Monterrey, la ciudad en la que nació, pero cuando los actos más cotidianos se empezaron a volver una fuente de angustia, la idea fue imponiéndose por sí sola.

Su padre, quien trabaja en la venta de servicios bancarios, ya no me dejaba salir a antros. Empezó a haber mucha paranoia, porque decían que ahí drogaban a las chavas y las violaban. De repente las personas ya no querían salir a ninguna parte, empezaban a voltear para atrás a ver si no los seguían, cambiaron sus carros por otros menos llamativos y desconfiaban de todo el mundo, recuerda en entrevista.

Aunque R vivía en una zona tranquila de la capital neoleonesa, el trayecto de su casa hacia el Tec de Monterrey implicaba pasar por colonias que la hacían sentir inquieta, y el desasosiego de esperar lo peor todo el tiempo fue demasiado para los nervios de sus padres.

“A mí afortunadamente nunca me pasó nada, aunque sí tengo un conocido al que secuestraron. Se supone que San Pedro Garza García era la zona más segura, y el alcalde (Mauricio Fernández Garza, del PAN) decía que tenía el narco controlado, pero cuando también ahí empezó a haber problemas, supimos que la cosa estaba perdida”, lamenta.

Tal vez ésa fue la gota que derramó el vaso, porque entonces su padre la envió a estudiar un semestre a Bilbao y, cuando regresó a México, decidió que el Distrito Federal era un destino más seguro para su hija que Monterrey.

Él se siente más tranquilo de que yo esté acá, y está considerando venirse él también con el resto de mi familia. Somos judíos, y como la comunidad es más grande en el DF, también nos convino por eso.

Aunque no termina de adaptarse al tráfico de la ciudad de México, R al menos se siente segura de caminar por la calle, aun si es de noche. En su departamento, trae a su mente escenas de Monterrey como una ciudad muy bonita, de gente abierta, pero que ahora le da miedo. Una ciudad en donde está su familia, a la que extraña, pero adonde, por el momento, no piensa volver.