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Insiste en la injerencia extranjera en protestas poselectorales rusas

Putin desestima por tv las acusaciones de fraude y la necesidad de repetir los comicios
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El primer ministro y candidato a la presidencia de Rusia dialoga con miembros seleccionados para una audiencia de la televisión estatalFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 16 de diciembre de 2011, p. 30

Moscú, 15 de diciembre. Como todos los años, desde hace diez, Vladimir Putin respondió por televisión este jueves a las preguntas de la población, con apego a un estricto guión y selección previa de la audiencia, para pasar página en esta ocasión de las controvertidas elecciones legislativas y posicionarse mejor en la carrera por la presidencia en marzo de 2012.

Al desestimar las acusaciones de fraude y la necesidad de repetir la votación, Putin reiteró que el resultado en las pasadas elecciones refleja sin duda la correlación de fuerzas en la sociedad rusa.

Para Putin la pérdida de 77 escaños, o más de 13 millones de seguidores, es consecuencia de la crisis económica global, aunque antes de la votación pensaba diferente.

Es lógico que Rusia Unida (el partido oficialista) pierda adeptos. Pasamos un periodo de crisis muy complejo. Vean cómo les fue en otros países. Es claro que todo esto tuvo un impacto negativo en la gente, cayó el nivel de vida, muchos se quedaron sin empleo. Por ello, para la oposición, es más fácil que antes reclutar a inconformes, justificó el todavía primer ministro.

Y agregó: La oposición siempre afirma que las elecciones no fueron justas ni limpias. Siempre. En todos lados es igual, cuando pierde pretende poner en duda el resultado.

Respecto a los mitines de protesta, Putin trató de restarles importancia y hasta intentó atribuirse el mérito de que la gente pueda decir lo que quiera.

Que la gente exprese su opinión es absolutamente normal mientras no se viole la ley. Espero que así siga siendo. Vi por televisión a muchos jóvenes, que formulan con claridad su posición. Y si éste es el resultado del régimen de Putin, pues me alegro de ello, dijo con cierto tono de ironía el candidato a futuro presidente.

Al menos obtuvieron unos centavitos, agregó en alusión a que los estudiantes cobraron por asistir. ¿Los 85 mil participantes?, se preguntaría cualquier ruso.

Fiel a su peculiar sentido del humor, que busca descalificar a quien no comparte su opinión, añadió: Al principio pensé que las cintas blancas que llevaban los manifestantes como símbolo de descontento eran una señal de una campaña contra el sida y las confundí con preservativos.

Tampoco le perdonó a Mijail Gorbachov, el primer y último presidente soviético, que declarara que los dirigentes de Rusia deben admitir que tuvieron lugar numerosas irregularidades y fraudes, y que los resultados no reflejan la voluntad de los electores, por lo cual lo mejor que pueden hacer es dimitir.

Arremetió contra él a propósito de la disolución de la Unión Soviética: Había que luchar por la integridad territorial de nuestro Estado de manera más insistente, consecuente y valiente, y no esconder la cabeza bajo la arena, dejando el trasero al aire, atacó Putin.

En el delicado tema del descontento, además de duplicar el salario de las unidades antidisturbio, Putin apuesta a que las protestas de la oposición bajen de intensidad en las próximas semanas.

El cálculo se basa en las divisiones entre quienes quieren encabezar el movimiento, las maniobras de las autoridades de Moscú (nuevo cambio de sitio para el mitin del 24 de diciembre, otro examen extraordinario para los alumnos de preparatoria, etcétera) y la coyuntura (celebración de fin de año y diez días feriados consecutivos en enero).

Putin quiere que se cierre ese capítulo y, tras el receso invernal, comience la disputa por la presidencia, en la cual él se presenta como único líder nacional interesado en el progreso de Rusia.

Solo ustedes decidirán quién debe formular la política exterior y representar a nuestro país en el ámbito internacional, quién puede garantizar la seguridad, quién está en condiciones de solucionar los problemas sociales, quién es capaz de impulsar la economía. Solo ustedes y nadie más, enfatizó.

Para minimizar la magnitud de la inconformidad, Putin volvió a esgrimir la injerencia extranjera: Hay que cortar de raíz toda acción de ciertos aventureros que intentan desde el exterior infiltrarse e influir en nuestros procesos políticos internos. Solo así lograremos que nuestro sistema político esté a salvo de convulsiones foráneas.

Putin aprovechó la ocasión para posicionar a Rusia como gran potencia: Nos gustaría ser aliados de Estados Unidos, pero lo que vemos en la actualidad (...) no es una alianza. Muchas veces tengo la impresión de que Estados Unidos no desea aliados, sino vasallos. La gente está cansada de los dictados de un único país, siguió Putin.

Y trató de suavizar las críticas al afirmar que Moscú desea y construirá mejores relaciones con Washington, donde se están gestando cambios y donde la mayoría de la población ya no desea desempeñar el papel de policía del mundo.

Pero no pudo evitar la grave acusación de que el espionaje de Estados Unidos participó en el asesinato de Muammar Kadafi en Libia:

Drones (aviones no tripulados), principalmente estadunidenses, atacaron la columna (de vehículos de Kadafi). Después, con sus radios, mediante fuerzas especiales que no tenían nada que hacer allí, llamaron a los dirigentes de la seudo rebeldía y pronto aparecieron los combatientes que lo asesinaron sin juicio ni investigación”, concluyó.

Washington, a través del Pentágono, calificó de ridícula la acusación de Putin.