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La OFUNAM realiza el estreno mundial de su Adagio religioso dedicado a Eugenio Toussaint

Mi música nada tiene que ver con una Iglesia y menos con la católica: Lavista

Esa vertiente es una experiencia profunda, indescriptible y que toca quizás los primeros fuegos del mundo, casi nos lleva al origen del hombre, expresa a La Jornada

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Mario Lavista, ayer, durante el ensayo efectuado en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural UniversitarioFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Sábado 29 de octubre de 2011, p. 5

El compositor Mario Lavista escribió su primera obra religiosa hace 30 años: un Lamento para flauta baja, en memoria de su tío Raúl Lavista. Desde entonces, ésa ha sido una vertiente primordial en su quehacer, dentro de la cual se inscribe su más reciente partitura: Adagio religioso a la memoria de Eugenio Toussaint.

A propósito del estreno mundial de dicha pieza –que tendrá lugar hoy con la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM), a las 20 horas, en la Sala Nezahualcóyotl y mañana se repetirá a las 12 horas–, el músico deja claro en entrevista que su interés por ese tipo de trabajo dista mucho de tratar de honrar a alguna institución eclesiástica.

Si algo me atrae de la música religiosa es su capacidad para generar un espacio sagrado, a la manera en que lo hacen las proporciones arquitectónicas de una iglesia gótica, por ejemplo Notre Dame, en París, explica.

Es una experiencia profunda, indescriptible y que toca quizás los primeros fuegos del mundo, casi nos lleva al origen del hombre. La música que compongo nada tiene que ver con la Iglesia. Soy una persona religiosa, sin que eso implique adscripción a alguna Iglesia, mucho menos a la católica.

Al respecto, afirma que son muchas las personas como él que se han alejado de esa institución por ser impresentable, sobre todo a partir de los escándalos de pederastia y la impunidad con la que actúa, en particular, en México.

“No es posible –sostiene– que hayan protegido a un delincuente como Marcial Maciel y que Juan Pablo II haya sido beatificado sin importar que fue uno de los principales protectores de ese criminal”.

Otro aspecto que Mario Lavista critica de la Iglesia católica, desde el punto de vista estrictamente musical, es que desde hace varias décadas haya cerrado sus puertas a los nuevos lenguajes y los compositores contemporáneos.

Fue a partir de los años 60 del siglo pasado, señala, cuando esa Iglesia secularizó su música y permitió, por ejemplo, la entrada de las estudiantinas a los templos. Cuando eso sucede, estoy convencido, Dios y su séquito salieron inmediatamente de allí. No se puede crear un espacio sagrado con ese tipo de música.

La obra en memoria de Eugenio Toussaint, quien falleció en febrero pasado y fue su colega y amigo, forma parte de una larga serie de partituras escritas por Lavista en la música religiosa.

Es una práctica con la que el autor ha procurado continuar una antigua tradición que data del siglo XVI: escribir una obra ante la muerte de un músico, sean lamentos o deploraciones. Así, en su catálogo cuenta con partituras en homenaje a Rodolfo Halffter, Gerhart Muench y Ramón Montes de Oca.

Probablemente, los muertos oyen música; ésta penetra lugares tan profundos del alma humana y la naturaleza que es muy probable que escuchen. Hay una leyenda japonesa que dice que los muertos son capaces de oír los sonidos de una flauta (...) y lo que busco con esta obra (Adagio religioso) es continuar dialogando con Eugenio.

Para finalizar, Lavista aclara que la música de tipo religioso no busca entablar una comunicación con Dios: Su fin es tender un puente con la divinidad, propiciar una comunión con esa entidad superior, como quiera llamársele.