Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 16 de octubre de 2011 Num: 867

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Regalo
Jaime Caballero

Tocando esta juventud
Nikos Karouzos

Tomas Tranströmer: un compromiso con la luz
Ana Valdés

Un Alfonso Reyes llamado Nicolás Gómez Dávila
Ricardo Bada

El tirano democrático
y la libre servidumbre

Fabrizio Andreella

Cien años de La muerte
en Venecia

Enrique Héctor González

El doble rostro de Doble R
Vilma Fuentes

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Manuel Stephens

La tecnología es inseparable de lo humano

En años recientes se han enaltecido producciones artísticas por usar “nuevas tecnologías”. La clasificación es un tanto inadecuada y hasta pretenciosa y mercantilista; este diálogo ha estado abierto siempre. El adjetivo “nuevo” es por entero relativo y se debe al momento histórico. Los experimentos escénicos de Loie Fuller, desde finales del siglo XIX, son ejemplo del uso de una “nueva” tecnología de entonces: la luz eléctrica. El interés de la performer por los avances técnicos y científicos aplicados a la escena se hace patente en la anécdota que cuenta que al enterarse del descubrimiento del radio y de que era luminiscente, Fuller pidió al matrimonio Curie que le enseñaran a usar el elemento con fines teatrales. Los científicos respondieron explicándole la extrema peligrosidad del radio y lo exorbitante que resultarían los costos. Como agradecimiento por su atención, Fuller les pidió bailar para ellos en su propia casa, donde reprodujo, tras un intenso día de trabajo, el tinglado con que actuaba en el Follies Bergèr.

La vertiginosidad del desarrollo tecnológico desde hace un par de décadas ha propiciado que se publiciten temporadas y obras especificando que usan “nuevas tecnologías”, cuando lo que importa es la obra como un todo, no uno de sus elementos. La mayoría de estas apuestas son desafortunadas, ya que el video y/o los programas computacionales no están integrados al espectáculo de manera que el recurso “se oculte” y lo que valga sea el discurso como una unidad en sí mismo. Cuando una obra es anunciada explícitamente como “multimedia”, por ejemplo, habrá que albergar muchas suspicacias.

La tecnología aplicada a la danza, según Jeffrey Bary de la Universidad de Nueva York, se divide en dos grandes grupos: el conformado por aquellas “herramientas” que son parte expresa de la coreografía, y el de las que son utilizadas para componer, diseñar, construir o controlar algún aspecto de la pieza. Asimismo, se ha clasificado a la danza como “para la pantalla” y “para la cámara”, el primer caso se refiere a obras hechas ex profeso para ser vistas en video y cine, mientras que el segundo al registro de la coreografía sin que intervenga de manera definitoria la creatividad del director y el editor, quienes son autores junto con el coreógrafo.

Merce Cunningham, uno de los grandes coreógrafos del siglo XX, fue pionero en el uso de “nuevas tecnologías” desde la década de 1950. En 1989, Cunningham, quien sufría de artritis, comenzó a utilizar un programa de software llamado Life Forms, rebautizado después como DanceForms, que crea animaciones 3D en movimiento. Life Forms le permitió mostrar con precisión la mecánica del movimiento a sus discípulos, así como continuar activo como coreógrafo hasta su muerte. Cunningham compuso danzas por computadora, tanto el diseño de movimiento como la localización espacial de los bailarines.

A lo largo de su trayectoria, Cunningham encontró en la tecnología una veta verdaderamente creadora. Él es un visionario de lo que ahora, tan en boga, conocemos como videodanza. En 1966 produjo junto con el cineasta Stan Van Der Beek, Variations V, el primer dance film en la historia y continuó explorando hasta su muerte las posibilidades que el video, los sistemas computacionales e internet ofrecen a la danza, sin perder nunca de vista que lo central es el cuerpo del bailarín en movimiento.


Merce Cunningham

Internet está siendo colonizado por la danza, el ejemplo más claro es la cantidad de videos que se pueden consultar en YouTube. La red es un medio que permite la documentación, la difusión, pero también la composición de piezas ex profeso para internet. Tal es el caso de la compañía francesa Mulleras que desde 1998 ha realizado ya tres proyectos de esta naturaleza, siendo el más reciente 96 Details (2006-2009), que propone la fusión entre danza, música, video, así como la interacción con el cibernauta. Quien ingresa a su página tiene la posibilidad de ver videos, algunos con efectos multimedia, y ocasionalmente puede rotar la imagen, verla en cámara lenta o en reversa, entre otras aplicaciones.

Danza y tecnología es un tema vasto y complejo, muy difícil de abarcar en su totalidad, ya que lo “nuevo” se debe a contextos históricos específicos. La “nueva tecnología”, más en nuestro tiempo, es de hoy y mañana ya no lo será.