Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 9 de octubre de 2011 Num: 866

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El sexenio sangriento
Amalia Rivera entrevista
con James D. Cockcroft

El documental, ventana
de ventanas

Jaimeduardo García entrevista
con Raúl Fajardo

Diálogos entre Joyce, Boulez, Berio y Cage
Carlos Pineda

Daniel Sada: el resto
es coser y cantar

José María Espinasa

Fraternidad, la idea olvidada de Occidente
Fabrizio Andreella

La piel de la palabra
Luis Rafael Sánchez

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Claudio Magris

La piel de la palabra

Luis Rafael Sánchez

Mediocre. Invertebrado. Exangüe. Lívido. Cadavérico. Las palabras anteriores no salieron de la boca de un político, ocupado en la demolición del contrincante, un político de lengua canalla e intelecto en avanzado estado de descomposición. Los cinco vituperios quemadores sirvieron a un buen escritor español para descalificar a Claudio Magris, cuando el escritor italiano obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

Si se tratara de la descalificación irracional con que algunos artistas responden a la obra ajena, se  entendería…. a medias. Una descalificación causada por la animosidad del descalificador contra quienes poseen lo que él no posee. 

Por ejemplo, el talento avasallador, la disciplina férrea, la resistencia a la chapucería. Por ejemplo la disposición terca de buscar asomantes insólitos, desde los cuales escudriñar vidas y milagros -en todo escritor se oculta un diablo cojuelo.

Pero, de ninguna manera, Fernando Sánchez Dragó responde al tipo del artista irracional. En Sevilla una vez, en Salamanca otra, disfruté de su afabilidad y don de gentes. A más de la inteligencia y la perspicacia acumuladas en sus libros, el despliegue de racionalidad y el trato elegante a los invitados fueron piedra basilar del éxito que alcanzó su conducción del programa televisivo Noches blancas.

Dicho lo dicho, ahora digo que el trabajo creador de Claudio Magris no es mediocre, invertebrado, exangüe, lívido, cadavérico. Opuestamente, lo edifica una prosa de argumentación laboriosa y fluida, que enriquecen texturas y colores dúctiles -ni una frase rechina. La prosa del gran escritor italiano parece guiarla una sola y lograda ambición: conducir las ideas al puerto seguro en que consiste la página donde el lector la disfruta, por juiciosa, exacta y bella. Ocurre en las reflexiones que integran la recopilación ensayística Utopía y desencanto. Ocurre en narraciones exploratorias del vivir y sus quebrantos, como “El Danubio”.

Nos encontramos frente al muro de las discrepancias, ésas que parecen insuperables cuando se juzgan arte y artistas. A propósito de discrepancias, recuerdo un encuentro de escritores celebrado en Madrid. Uno de los participantes adujo ignorar el valor y la trascendencia de Cien años de soledad, pues se le había caído de las manos, apenas llegar a la mitad. Otro argumentó que a la novela le sobraban cincuenta páginas, por lo menos. Y un tercero, aprovechando el flanco entreabierto por su predecesor,  avanzó a rematar que a Cien años de soledad le sobraban cincuenta años, por lo menos.

Como mis sesos eternizan la admiración por la novela paradigmática de García Márquez, obra cuya excepcionalidad no se agota siquiera en cien lecturas, tales comentarios me supieron a chicharrón rancio.

Sin embargo, muchos años después consiguen aleccionarme sobre el agrado o el fastidio que precipitan ciertos trabajos y ciertos artistas. Asimismo, las simpatías y antipatías que desenfrena el ejercicio del criterio -Martí, caribeño universal, definió la crítica literaria como el ejercicio del criterio.

¿Comprende quien se autodescribe como recién parido, en tanto acaba de publicar su novela primera, hacia dónde pretende llevarlo el anecdotario anterior? ¿Comprende quien me reclama consejos sobre cómo digerir la recepción crítica, “absolutamente injusta” a su novela primeriza, los razonamientos que discurren bajo el anecdotario que evoco? Una novela cuyo envío agradezco, aunque había comprado un ejemplar de la misma durante el pasado Festival de la Palabra. 

¿Sabe el escritor recién parido lo que dijo Lope de Vega, magnífico dramaturgo a veces y cabrón mayúsculo siempre?: “Ningún escritor es tan malo como Cervantes.” ¿Sabe que al pedírsele al poeta chileno Vicente Huidobro la opinión que le merecía el poeta chileno Pablo Neruda contestó: “¿Es forzoso hablar de cosas mediocres?” ¿Sabe que el Premio Nobel a Toni Morrison desató un vendaval de protestas, en tanto diz homenajeaba las históricas ruindades contra los  afrodescendientes y no una escritura enjundiosa, cabal? 

Novelista que solicita lo ayude a digerir la recepción crítica “absolutamente injusta” a su novela primeriza: jamás olvide que la obra literaria se levanta sobre la imposibilidad del aprecio unánime. Y la imposibilidad la explica el que su hechura se encarga a un material tan común y corriente como para estar en boca de todos, la palabra.

De ahí que al escritor, sea uno recién parido como usted, sea el hallador de una estilística revolucionaria, como el genial Gabriel García Márquez, lo tiente la quimera de individualizar la palabra, de hacerla lucir adánica. En fin, de dotar a la palabra de una piel nueva.

¿Piel?

Sí, reconozcamos que cada palabra instituye un cuerpo minúsculo, de cuyo fulgor y proceder dará cuenta la destreza, el efectismo, la bondad, la excelencia, la grandeza, la profundidad o el genio del escritor -hay escritores diestros, hay escritores efectistas, hay escritores buenos, hay escritores excelentes, hay escritores grandes, hay escritores profundos, hay escritores geniales. Lo que no deja de ser un consuelo al alcance suyo y mío: hay escritores de todos los niveles y para todos los gustos.

¿Consejos? 1.Dedíquese a vivir la libertad innegociable de ser escritor. 2.Entréguese a la construcción febril de su obra próxima y resístase a la caída en el atasco que causa el fracaso…. o el éxito. 3. Húyale al lloriqueo, que es tóxico. 4.Admire a Jorge Luis Borges, profundo hallador de la piel de las palabras, mas no lo imite -las imitaciones son guerras perdidas de antemano.

¡Karajo con k de Kafka!: genial escritor versus profundo escritor suena a  cartel boxístico de ensueño. ¡En esta esquina, oriundo de la provinciana Aracataca, el peso pesado de la genialidad, Gabriel García Márquez! ¡En esta esquina, nativo de la cosmopolita Buenos Aires, el peso pesado de la profundidad, Jorge Luis Borges!

El cartel boxístico de ensueño, o el careo frente al muro de las discrepancias, habrá de durar  más de una noche de ronda. Pues nadie osará descalificar al aracataqueño ni al  bonaerense con epítetos  como mediocre, invertebrado, exangüe, lívido, cadavérico. ¿O alguien osará?

Vaya usted a saber, novelista primerizo. En la República de las Letras la pólvora se utiliza con mayor frecuencia que la tinta.