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Desde otras ciudades

Madrid, contra la música callejera

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Una de las unidades de la brigada contra el ruido, de MadridFoto Armando G. Tejeda
L

a música en las calles de Madrid estará prohibida. Las autoridades locales, presididas por el derechista Partido Popular (PP), tienen ahora una nueva obsesión: eliminar de las calles de la capital ibérica cualquier vestigio o rastro de los habituales músicos –muchos de ellos de conservatorio– que se ganan la vida tocando su arte en las calles a expensas de una limosna o una donación. Ahora, con el argumento de que contaminan, el ayuntamiento prevé una multa de hasta 750 euros, lo que suelen ganar estos músicos callejeros en dos meses de tocar sus instrumentos hasta 10 horas diarias. Ahora será delito.

Mientras la contaminación ambiental está a niveles históricos, sobre todo por la falta de medidas preventivas en las décadas recientes y porque en Madrid se sigue privilegiando al vehículo de motor frente a otros medios de transporte más limpios, ahora las autoridades madrileñas han sorprendido con una nueva normativa que aspira a limpiar las calles de músicos callejeros. No había quejas ciudadanas ni había ningún tipo de riesgo ante estos músicos en el desempleo que buscan ganarse la vida pidiendo en las calles. Por esto suelen ponerse en las calles más transitadas, con sus violonchelos, sus violines, sus guitarras y hasta sus cítaras, para ganarse unos centavos.

La Asociación de Músicos de Madrid emitió un duro comunicado en el que calificó la nueva medida del alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, como un disparate, una barbaridad, un horror y un soberano ridículo. Entre los aspectos que más han indignado a los músicos es que la nueva normativa incluye la facultad a los policías de incautarse el instrumento, como si se tratara de un arma.

El artículo contra la música callejera es nítido en su planteamiento prohibitivo, al sostener que no se permitirán en la vía pública actuaciones en las que se empleen instrumentos musicales, elementos de percusión, amplificación o de reproducción sonora. Mientras que los músicos continuarán con sus movilizaciones para defender una idea tan básica como que la música no es ruido. La música no contamina. Para lo que recuerdan que grandes genios como Louis Armstrong, Edith Piaf o Camarón de la Isla muchas veces tuvieron que cantar en la vía pública para comer o vestir.