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Más de 15 mil aficionados ovacionaron a los pugilistas en el Monumento a la Revolución

Tumultos para ver a Juan Manuel Márquez y a Manny Pacquiao

Los organizadores fueron rebasados por el público

El filipino y el mexicano protagonizarán su tercer combate

Será una guerra: Pacman

La Chiquita ve algo raro en las peleas del asiático

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Manny Pacquiao y Juan Manuel Márquez se enfrentarán el 12 de noviembreFoto Marco Peláez
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Los pugilistas se sorprendieron por la cantidad de fanáticos que acudieron al lugarFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Viernes 9 de septiembre de 2011, p. a17

Ni los propios organizadores pensaron que por la mañana de un día laborable, tantos aficionados acudirían al monumento a la Revolución a ver, aunque fuera por unos minutos, a Manny Pacquiao y a Juan Manuel Márquez.

¡Aquí está la muestra de que el boxeo es el deporte de los mexicanos!, gritaron a través de las bocinas a una multitud de más de 15 mil personas que aguantaron a pie firme varias horas para observar el cierre de la llamada gira mundial rumbo a la tercera pelea entre ambos combatientes.

Fue como en los viejos y buenos tiempos del pugilismo mexicano. Ni Julio César Chávez antes de enfrentar a Macho Camacho reunió a semejante multitud, que por mero gusto se dio cita en la explanada y desairó a las bellas edecanes que trataron de entretener con bailes sugestivos arriba del cuadrilátero: “¡No venimos a ver table!”.

No, fueron a ver –en ese orden–, a Pacquiao, el mejor boxeador en la actualidad a escala mundial, y a Márquez, quien ha sido de los pocos en meterle las manos al filipino, pero con injusto saldo de un empate y una derrota.

Fue un público tan numeroso como variado, pero todos con conocimientos sobre el pugilismo. Mira, esa es Jackie Nava, la que peleó con Ana María. Yo por ellas quiero ser boxeadora, dijo una joven a su acompañante, mientras se hacían largas filas para tomarse la foto del recuerdo con un Pacquiao y un Márquez tamaño natural.

La espera valió la pena

Las horas de espera no fueron en balde y los fanáticos se entretuvieron comprando playeras (piratas) del evento, guantes, tazas, vasos tequileros, cintas rojas que JC puso de moda, videos de las contiendas, carteles y fotos: el monumento a la Revolución como sucursal de la arena Coliseo... o de Las Vegas, donde se efectuará esta tercera edición el 12 de noviembre por el cetro wélter de la OMB.

Después de sufrir empujones y apretujones contra las rejas metálicas, este reportero finalmente observó la llegada en turibús de los pugilistas. Decenas de fanáticos rodearon de inmediato el camión, que tuvo que echarse en reversa para que los boxeadores pudieran descender.

Los organizadores no atinaban cómo contener a los fanáticos y tuvieron que colocar una escalera metálica por donde los boxeadores evadieron a la multitud y luego los subieron al cuadrilátero para ser ovacionados por los aficionados surgidos de quién sabe dónde.

Pacquiao fue recibido con una ovación, mientras Márquez con gritos de ¡México-México! y el ondear de cientos de banderas tan propias en el mes patrio.

Después de verse en Manila, Nueva York y Los Ángeles, con el discurso ya muy gastado, el Pacman dijo estar impresionado con lo que observaba y prometió: No se pierdan la tercera pelea, será una guerra: yo ya no quería enfrentar a otro boxeador mexicano, pero así se dieron las cosas.

Márquez también se mostró respetuoso con su rival y agradeció las muestras de cariño: Nunca esperé este recibimiento y eso me motiva para dejar todo arriba del cuadrilátero. En las dos peleas fui perjudicado por los jueces, por lo que ahora trataré de ser inteligente para buscar el nocaut.

El que dejó la diplomacia de lado fue el ex campeón mundial minimosca Humberto González. Con Pacquiao pasa algo raro. Es un gran peleador, pero ha enfrentado rivales que no le han querido pegar, que se detienen cuando lo ven mal, dijo la Chiquita, mientras Rubén Púas Olivares resumió el sentir de muchos de los ahí presentes: Mi corazón está con Márquez, pero mi cabeza con Pacquiao.

Pacquiao en San Lázaro

Pacquiao provocó revuelo durante su breve visita a la Cámara de Diputados, adonde acudió para saludar a los legisladores y tomarse fotografías dentro del salón de plenos, ya que en Filipinas fue electo como representante popular.

Como si se tratara de un boxeador de renombre nacional, Pacquiao fue requerido, y en ocasiones hasta urgido para tomarse fotos con secretarias, funcionarios del recinto de San Lázaro, agentes de resguardo y periodistas. A todos dijo que sí y accedió con amabilidad.

Siempre sonriente, fue conducido a la oficina del coordinador del partido Nueva Alianza, Jorge Kahwagi, porque a alguien se le ocurrió decirle que éste practicaba el boxeo. En medio del tumulto Pacquiao entró al despacho del legislador, pero no lo encontró y tuvo que retirarse y quedarse con ganas de conocerlo.

El campeón fue conducido a las galerías del salón de plenos y posó para la fotografía. Después se retiró, amable, y la mayor de las veces sin comprender lo que le decían sus admiradores porque el traductor se perdió entre la multitud. Entre empujones, aplausos y porras llegó hasta el estacionamiento subterráneo de San Lázaro y abordó una elegante camioneta blindada para abandonar el recinto.

(Con información de Roberto Garduño y Enrique Méndez)