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Ensayo premiado por la Uneac es el primer libro alusivo al escritor publicado en la isla

Cuba pone fin a silencio editorial de más de cuatro décadas sobre Cabrera Infante

Carlos Velazco y Elizabeth Mirabal abordaron los pasos del narrador por su patria hasta 1965

Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 20 de agosto de 2011, p. 4

La Habana, 19 de agosto. Un ensayo que obtuvo un premio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) se convirtió en el primer libro que publica la isla sobre Guillermo Cabrera Infante (1929-2005) en más de cuatro décadas y que de esa forma pone fin al silencio editorial que pesaba sobre el polémico narrador.

Como los demás jóvenes de su generación, los autores, Carlos Velazco (1985) y Elizabeth Mirabal (1986), apenas hace cinco años no sabían exactamente quién era el tercer cubano galardonado con el premio Cervantes, además de Alejo Carpentier y Dulce María Loynaz.

“Era como una especie de nebulosa, sabíamos que era un crítico de cine que había vivido en Cuba…”, dice Elizabeth a La Jornada. Aún ahora, fuera de los círculos literarios aquí es un gran desconocido.

Cuando un veterano periodista los invitó a leer Un oficio del siglo XX (1963), se quedaron enganchados. Hicieron su tesis de periodismo y de ahí salió el ensayo que ganó el Premio Uneac de 2009: Sobre los pasos del cronista (el quehacer intelectual de Guillermo Cabrera Infante en Cuba hasta 1965).

El libro se presentó este jueves en la Uneac, la misma que en 1968 expulsó a Cabrera Infante por traidor a la causa revolucionaria. En la solapa, el escritor Víctor Fowler considera la publicación del volumen como acto de justicia y ejercicio de salud. Elizabeth no lo mira como alegato, ni a favor ni en contra, sino como el primer texto dedicado por entero al novelista: Aunque parece que significa mucho, no significa nada.

Escollos e improperios

Impulsado por la clausura en 1961 de Lunes de Revolución, el suplemento cultural que dirigía, Cabrera Infante entró en una espiral de conflictos que culminó con su salida definitiva del país, cuatro años más tarde. Rompió con el gobierno y se volvió un anticastrista tenaz. Fuera de la isla escribió títulos esenciales como Tres tristes tigres (1964) y La Habana para un infante difunto (1979), pero con una prosa que exuda cubanía.

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Carlos Velazco y Elizabeth Mirabal, autores del ensayo Sobre los pasos del cronista (el quehacer intelectual de Guillermo Cabrera Infante en Cuba hasta 1965), durante la charla con La JornadaFoto Gerardo Arreola

Aquí quedó silenciado y él fue recíproco, al negarse a publicar en su país. Tras el choque, aparecieron en Cuba pequeñas referencias de Cabrera Infante y sobrevivieron ejemplares de sus viejos títulos.

No hubo reacciones oficiales a su muerte ocurrida en 2005, pero la revista digital La Jiribilla, del Ministerio de Cultura, opinó que por encima de sus propias diatribas contra su país de origen, sus escritores y sus instituciones, lo mejor de su obra pertenece al patrimonio literario de la nación cubana.

Sobre los pasos del cronista (el quehacer intelectual de Guillermo Cabrera Infante en Cuba hasta 1965) revisa la trayectoria de Cabrera Infante mientras vivió en Cuba, con un epílogo sobre la ruptura.

Carlos apunta que una tesis de periodismo de Ricardo Moreno e Ibis Rosquete ya había analizado Lunes… en 1993. Concluye que si esa tesis se hubiese publicado en esa época, hubiéramos adelantado 10 años en hablar del controvertido magazine.

La investigación de Velazco y Mirabal no tuvo problemas formales. La Universidad de La Habana aceptó el tema y el tribunal se comportó con una integridad intelectual y una honestidad que siempre le agradecemos, señala Carlos. Pero el trayecto estuvo lleno de pequeñas piedras, como resumen los autores: una profesora quiso descalificar el trabajo con alegatos políticos; otro maestro quería ver el Cervantes como un premio geopolítico; una bibliotecaria les racionó los préstamos. A medida que indagaban, los improperios subían, pero siempre alguien tiene algo que decirte de él, no pasa inadvertido.

Otras dificultades fueron las materiales: bibliotecas cerradas en la época de la investigación o colecciones deterioradas y sin microfilmar. En cambio, ellos consiguieron libros prestados dentro y fuera de Cuba. Descubrieron que el poeta Pablo Armando Fernández tiene la que quizá sea la única colección de Lunes… en la isla y pudieron hablar con la nonagenaria Edith García Buchaca, personaje clave en los años 60 del siglo pasado.