DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   1 DE AGOSTO DE 2011 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación

Los bosques del mundo en peligro
Tunza

La situación de los bosques
José Santamarta

Para los adictos a internet

Bosques para el desarrollo

Los bosques y el cambio climático

El valor local de los bosques

Los bosques en México. Otra aproximación
María Guadalupe Lomelí, Ramón Tamayo, Aquiles Ilarraza

Tipos de ecosistemas que existen en México
Cecadesu

El año internacional de los bosques
Alex Fernández Muerza


Correo electrónico:

[email protected]

  

La situación de los bosques

José Santamarta
Revista Natural
[email protected]

La mitad de los bosques mundiales desaparecieron y están en peligro las áreas forestales con mayor biodiversidad. La gestión sostenible de los bosques debe pasar por lo tanto de las palabras a los hechos.

Hoy, los bosques cubren más de la cuarta parte de las tierras emergidas, excluyendo la Antártida y Groenlandia. La mitad de los bosques están en los trópicos; el resto en las zonas templadas y boreales. Siete países albergan más del 60 por ciento de la superficie forestal mundial: Rusia, Brasil, Canadá, Estados Unidos, China, Indonesia y Congo.

La mitad de los bosques que una vez cubrieron la Tierra (29 millones de kilómetros cuadrados) han desaparecido. Y lo que es más importante en términos de biodiversidad: cerca del 78 por ciento de los bosques primarios han sido destruidos y el 22 por ciento restante están amenazados por la extracción de madera, la conversión a otros usos como la agricultura y la ganadería, la especulación, la minería, los grandes embalses, las carreteras y las pistas forestales, el crecimiento demográfico y el cambio climático.

Han perdido ya todos sus bosques primarios 76 países, mientras otros once pueden perderlos en los años próximos.

Hasta décadas recientes, la mayor parte de la pérdida de bosques tuvo lugar en Europa, el norte de África, Oriente próximo y la zona templada de América del Norte, así como en China, como documenta John Perlin en la Historia de los bosques. A mediados del siglo pasado, estas regiones habían perdido gran parte de sus bosques originales. Ahora la superficie forestal en Europa y Estados Unidos está estabilizada o aumenta, por la sustitución de los bosques primarios por secundarios y por las plantaciones forestales.

Los bosques más amenazados en términos relativos no son los tropicales, como cabría pensar por la atención de los medios de comunicación, sino los bosques templados de Europa y Estados Unidos. Los bosques boreales son los mejor conservados y hoy representan el 48 por ciento de la frontera forestal, frente al 44 por ciento de los bosques tropicales y apenas 3 por ciento de los bosques templados.

Por lo menos 5 millones de kilómetros cuadrados de bosques tropicales han sido talados sólo entre 1960 y 1995, una superficie equivalente a diez veces España. Asia perdió un tercio de su superficie forestal, y África y América Latina el 18 por ciento cada una. Durante la primera mitad de los años noventa, estas regiones continuaron perdiendo porciones significativas de su cobertura forestal.

Más de la mitad (el 57 por ciento) de la pérdida neta de bosques entre 1980 y 1995 tuvo lugar en sólo siete países: Brasil, Indonesia, Congo (Zaire), Bolivia, México, Venezuela y Malasia. Los bosques tropicales secos, los manglares y los bosques templados húmedos de las Américas (Canadá, Estados Unidos y Chile) han experimentado pérdidas muy altas.

Al terminar el siglo XX hay una pérdida neta anual de 11.3 millones de hectáreas de bosques, según la FAO, que se destinan a otros usos. Entre 1990 y 1995, por lo menos 107 países registraron una pérdida neta de superficie forestal, según el Worldwatch Institute. En el mismo periodo el área forestal se redujo en 56 millones de hectáreas, resultado de una pérdida de 65 millones de hectáreas en los países en desarrollo y un aumento de 9 millones de hectáreas en los industrializados.

La deforestación sigue siendo uno de los grandes problemas ambientales, junto con la amenaza nuclear, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

La frontera forestal

Por razones éticas, ambientales, económicas y culturales es necesario salvar y gestionar de forma sostenible los bosques, y muy especialmente lo que el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) llama la frontera forestal, los grandes bosques primarios aún no fragmentados en pequeños pedazos y capaces de albergar poblaciones viables de todas las especies asociadas a un determinado tipo de bosque.

Los bosques protegen la biodiversidad, proporcionan madera, leña y otros productos forestales, evitan la erosión, regulan el ciclo hidrológico, retienen el carbono y frenan el cambio climático. Además son lugar de disfrute y de ocio para una población cada vez más urbana y alejada de la naturaleza.

Entre el 50 y el 90 por ciento de todas las especies terrestres habitan en los bosques, según la UICN. Sólo la frontera forestal (los 13.5 millones de kilómetros cuadrados de bosques primarios que aún quedan) almacena 433 mil millones de toneladas de carbono, cifra equivalente a las emisiones de dióxido por la quema de combustibles fósiles y producción de cemento durante los próximos 70 años.

No sobra decir que la deforestación agravará el cambio climático causado por las emisiones de gases de invernadero. La opción más barata y lógica para mitigarlo es conservar la frontera forestal. Los bosques primarios son el hogar de más de 50 millones de personas pertenecientes a comunidades indígenas.

Más del 75 por ciento de la frontera forestal del mundo está en tres grandes áreas: los bosques boreales de Canadá y Alaska, los boreales de Rusia, y los tropicales de la Amazonia y el escudo de las Guayanas. Sólo ocho países: Brasil, Surinam, Guyana, Canadá, Colombia, Venezuela, Rusia y Guayana Francesa, tienen grandes porciones de sus bosques originales en inmensos bloques ininterrumpidos.

Otros países que han perdido buena parte de sus bosques originales (como Indonesia, Estados Unidos y Congo) aún tienen áreas de frontera en virtud de su tamaño. 76 países no tienen ningún bosque de frontera; otros 11 están a punto de perderla.

En Europa, sólo queda el 0.3 por ciento del bosque original en grandes áreas ininterrumpidas, en Suecia y Finlandia.

La deforestación no es la única amenaza. La fragmentación y la pérdida de calidad afecta a los bosques de todo el mundo. Los bosques templados son los más fragmentados y perturbados de todos los tipos de bosque. Del 95 al 98 por ciento de los bosques de Estados Unidos han sido talados por lo menos una vez desde la colonización por los europeos.

Los bosques secundarios y las plantaciones que sustituyen la cubierta original son muy diferentes a los bosques primarios. En todo el mundo, por lo menos 180 millones de hectáreas de bosque se han convertido en plantaciones forestales. En los últimos 15 años se duplicó el área cubierta por plantaciones y se espera que se duplique de nuevo en los próximos 15 años.

La contaminación atmosférica (lluvias ácidas, ozono troposférico) también afecta a los bosques mundiales, y en particular en Europa, América del Norte y Asia, así como en las áreas cercanas a las ciudades de todo el mundo. Más de la cuarta parte de los árboles europeos muestra un grado moderado a severo de defoliación a causa de la exposición a la contaminación y a sus consecuencias, según estudios realizados por la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas.

Aunque la situación ha mejorado de forma notable en Europa y Estados Unidos, en China ha empeorado a causa del aumento del consumo de carbón. Dadas las perspectivas de rápido crecimiento el problema podría agravarse, a no ser que se adopten otras políticas energéticas que den prioridad a la eficiencia, el gas natural y la energía eólica.

Amenazas

El tamaño y lejanía de las fronteras forestales no las aísla de las amenazas. La industria maderera se ha identificado como la gran amenaza de la mayoría de los bosques, incluidos los de frontera. La minería, la invasión de especies exóticas, los incendios forestales, las infraestructuras del desarrollo y la energía, también son amenazas. Estas actividades y las explotaciones madereras juegan un papel importante en la apertura de las fronteras a otras actividades, como la agricultura y la ganadería.

El récord de incendios en Indonesia y Brasil en 1997 y 1998 para talar los bosques y establecer grandes plantaciones y pastos para la ganadería extensiva, las carreteras en construcción a través de los remotos bosques de América del Sur, y la extracción de madera en todas las regiones (tropicales, templadas y boreales) muestran que hasta los bosques más remotos están amenazados.

El consumo de leña en las regiones tropicales secas también ejerce una presión importante, sobre todo en numerosos países africanos, China, India, Pakistán, Bangladesh y Nepal. Por su parte, Indonesia y Brasil también son grandes consumidores de biomasa. El 55 por ciento de la madera que se extrae anualmente se usa como combustible, ya sea leña o para producir carbón vegetal.

Cerca de 2 mil millones de personas dependen de la leña y el carbón vegetal como fuente principal de combustible. En África representó el 60 por ciento del consumo de energía en 1995, en el sur de Asia el 56 por ciento, en China el 24 por ciento, en Latinoamérica el 18 por ciento y sólo el 3 por ciento en los países industrializados. El consumo mundial de biomasa, según la Agencia Internacional para la Energía, asciende cada año a unos 930 millones de toneladas equivalentes de petróleo, el 14 por ciento del consumo de energía.
El comercio internacional de maderas tropicales es objeto de las campañas públicas para poner coto a la deforestación, pues se considera que la extracción depredadora de madera es una de las mayores amenazas. Según el WRI afecta a más del 70 por ciento de los bosques primarios del planeta. Numerosos países que antes eran grandes exportadores de madera han pasado a importarla, como es el caso de Nigeria, Filipinas y Tailandia.
Pero conviene destacar que los mayores productores de madera son países industrializados, como Estados Unidos, Canadá y Rusia, y de hecho las maderas procedentes de bosques boreales y templados representan el 83 por ciento de las destinadas a usos industriales.

Maderas certificadas

Sin embargo, la prohibición indiscriminada de las maderas tropicales pudiera tener un efecto contrario al perseguido, al hacer que los bosques fueran menos competitivos que la agricultura, lo que provocaría una deforestación mayor que la causada por la tala de árboles para madera. Las prohibiciones igualmente socavarían los pocos incentivos que tienen algunos proyectos pioneros de uso sostenible del bosque.

Dados estos inconvenientes, existe un creciente movimiento encaminado a promover las maderas producidas de manera sostenible, valiéndose del etiquetado de los productos madereros, en vez de prohibir de forma indiscriminada todas las maderas tropicales o de otras procedencias. Para ello se debe asegurar a los consumidores que los productos madereros que adquieren han sido producidos en bosques bien gestionados, ayudando de este modo a desarrollar mercados para estos productos. Y asegurando en última instancia incentivos suficientes a los productores que adoptan prácticas sostenibles de gestión forestal.

Según el WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) el comercio de madera es sin duda la causa principal de la pérdida de bosques, no sólo en los trópicos, sino también en los países templados y boreales que todavía tienen importantes bosques autóctonos. La exigencia de que los productos obtenidos en tales bosques sean certificados tendrá un impacto muy importante.

En 1993 se creó el Consejo de Certificación Forestal (Forest Stewardship Council, FSC) para establecer las normas que deberían regir y reunir las organizaciones que certifican la sostenibilidad de los bosques productivos. En el proceso de creación del FSC han participado ecologistas, representantes de las poblaciones locales y la industria. Aunque las certificaciones suponen un avance, no hay ninguna seguridad de que cambien las prácticas de gestión forestal en un futuro inmediato. La demanda de madera etiquetada supera a la oferta en Estados Unidos y en el Reino Unido.

El volumen de madera o troncos certificados, incluyendo madera aserrada, chapas y celulosa era menos del 3 por ciento del total de la producción de la industria forestal (unos mil 700 millones de metros cúbicos) en 1996, pero tal cifra era ya el doble de la alcanzada en 1994. A finales de 1998 cerca de 11 millones de hectáreas en 27 países habían sido certificadas por el FSC, el doble que en 1997.

Pero no es únicamente con la acción de los consumidores (demandando sólo los productos forestales etiquetados) que será posible frenar la deforestación. Será necesario que un mayor número de productores madereros vean las ventajas de la certificación.

La Organización Internacional de las Maderas Tropicales (International Tropical Timber Organization, ITTO), dependiente de la Organización de las Naciones Unidas, con 42 países miembros entre consumidores y productores, estableció como objetivo que a partir del año 2000 sólo se comercialice internacionalmente con productos forestales obtenidos de forma sostenible. El impacto económico será mayor cuando aumente la demanda de los consumidores. Estados Unidos y Europa importan sólo el 7.5 por ciento y el 20.1 por ciento, respectivamente, de todas las maderas tropicales. Cerca de la mitad de todas las maderas tropicales las importan Japón, Corea del Sur, China y Singapur. Sólo Japón importa más del 28 por ciento del total mundial de las maderas tropicales. Y, sobre todo, la mayor parte (85 por ciento).

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