Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 26 de junio de 2011 Num: 851

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Al pie de la letra
Ernesto de la Peña

Tres poemas
Titos Patrikios

Lavín Cerda, Dios
y la poesía

Alejandro Anaya

Para una apología
de José Revueltas

Sonia Peña

Imágenes en la
Puerta del cielo

Ricardo Yánez entrevista
con Raúl Bañuelos

Una literatura muy nueva
Vilma Fuentes

Rafael Bernal y El complot mongol entre el olvido y el reconocimiento
Xabier F. Coronado

La lengua ñañho
y la discriminación

Araceli Colín Cabrera

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Rogelio Guedea
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Supermercados II

Como cada viernes, mi mujer y yo nos alistamos para ir al supermercado, ese grande que tiene pasillos de comida internacional, carne importada y una barra de vinos tan larga como cualquier avenida del Distrito Federal. Entramos por la puerta grande y cogimos un carrito de doble compartimento, para no escatimar. Empezamos desde el primer pasillo, como siempre y, como siempre, mi mujer me preguntó que si podíamos llevar esas galletas confitadas de almendra, tan ricas pero carísimas. Sí, dije sin titubear. ¿Y este jamón serrano ibérico?, preguntó. ¿Es el más caro? Y ella: Sí. Adelante. ¿Y este vino que cuesta un ojo de la cara? Claro que sí. Fuimos al siguiente pasillo y al siguiente y echamos bacalao Skrei, pan con linaza, una selección de quesos de Navarro Correas, y luego, no conformes con eso, fuimos a la sección gourmet, donde copeteamos tanto el carrito que los mejillones de Fiji y las salchichas Frankfurters colgaban de los bordes. Entonces, cuando ya no podíamos más, dimos vuelta y nos dirigimos a la zona de cajas. Antes de llegar, abandonamos como siempre el carrito en las heladeras de los aderezos. Salimos sin que nadie lo notara y fuimos a la tiendilla de abarrotes de enfrente, donde compramos una bolsa de galletas Marías y un yogurt de fresa, que, también como siempre, comimos gustosos en una banca del jardín Libertad.