Opinión
Ver día anteriorViernes 3 de junio de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Salón Palacio

El principio del fin de la guerra contra las drogas

C

on esta optimista consigna se ha realizado una vertiginosa recolección de firmas vía Facebook: (www.avaaz.org/es/end_the _war_on_drugs_la/97.php?cl_tta_sign= 144bf267f267b509fbcab91047273360) con el propósito de respaldar la inédita petición pública que este viernes hará ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) una comisión global integrada por ex presidentes y ex ministros de relaciones exteriores de la ONU, Estados Unidos, Brasil y México, la cual propone que los países de América Latina adopten nuevos enfoques ante la llamada guerra contra las drogas, tendiente hacia políticas de despenalización y regulación de las drogas. Esta convincente misiva está firmada por un colectivo independiente que se autonombra Avaas. En un par de días (martes y miércoles de esta semana) han juntado más de 700 mil firmas de todo el continente, mismas que ayer fueron entregadas a los miembros de la llamada comisión global.

Entre los argumentos de este breve mensaje de cuartilla y media, se anota: Nos encontramos ante una oportunidad histórica para nuestra generación, si somos suficientes los que nos unimos a este llamado que pide el fin de esta horrorosa violencia. Los políticos dicen entender que las políticas contra las drogas han fracasado, pero también afirman que la sociedad no está lista para este cambio. Mostrémosles que no sólo queremos políticas de drogas sanas y humanas, ¡sino que lo exigimos ahora!

En otro párrafo dice: “Durante los pasados 50 años, las políticas de drogas nos han fallado a todos en América Latina, pero el debate público sigue paralizado bajo la sombra del miedo, corrupción y desinformación. Casi todos, incluso la Oficina de Drogas de la ONU –responsable de la aplicación de estas políticas– comparten la opinión de que la carísima guerra contra las drogas ha fracasado. Desplegar militares y policías para quemar campamentos de drogas, perseguir narcotraficantes y encarcelar a vendedores menores y adictos ha sido inútil para combatir el consumo de las drogas, a la vez que ha arrasado injustamente con numerosas vidas. En México, Guatemala, Colombia y en toda la región, la guerra contra el narco está destruyendo nuestros países, mientras la adicción, las muertes por sobredosis y las pandillas de traficantes siguen en aumento.

“Mientras tanto, en los países que tienen regímenes menos severos –como Suiza, Portugal, Holanda y Australia– no se ha visto la explosión en el consumo de drogas que los defensores de esta guerra profetizaron de manera alarmista.”

Finalmente, así concluye la mencionada carta, que sigue sumando firmas: Tenemos la oportunidad de abrir el capítulo final de esta horrible guerra, que ha acabado con millones de vidas en América Latina, sin perdonar pueblos ni fronteras. La opinión pública determinará si esta política catastrófica termina o si los políticos siguen usando a los ciudadanos como excusa para evitar cualquier reforma.

La equívoca postura de Heriberto Yépez

Este esfuerzo independiente por reivindicar la alternativa de despenalizar o regular la producción y venta de drogas en países como México es sólo el principio de otras iniciativas que desde hace algunos años estudian muy seriamente las posibilidades reales de que así ocurra, desde ámbitos legales y científicos, hasta médicos y administrativos. El pasado 21 de mayo, el escritor Heriberto Yépez respondió al cuestionamiento de su postura respecto de este tema. La propuesta de legalizar la droga es ilusa. En este país, impune y corrupto, la producción y venta legal de droga no podría ser. Legalizarla exigiría, primero, legalizar al país. Esta derrotista lógica (en cuanto a la incapacidad gubernamental, lamentablemente tiene razón), es grosera ante la creciente participación ciudadana, de manera individual y principalmente mediante el trabajo de colectivos cada vez más profesionales que diario avanzan de forma más realista en torno a la despenalización de drogas.

Es desde la sociedad civil (no como dádivas gubernamentales) como se ha conquistado la mayoría de los derechos ciudadanos.