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Morena: educación superior para todos
L

as elecciones presidenciales de 2012 se encuentran a la vuelta de la esquina. Conforme transcurre el tiempo, los diferentes candidatos, partidos y agrupaciones políticas que aspiran a encabezar el nuevo gobierno comienzan a esbozar y hacer públicas sus ideas para guiar el desarrollo futuro del país en distintas áreas, entre las que se incluyen la educación superior, la ciencia y la tecnología. Uno de los primeros en presentar un programa bien estructurado en éstos y otros temas ha sido el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Me voy a referir aquí sólo a uno de sus puntos: su propuesta sobre el acceso a la educación superior para todos los jóvenes.

Gracias a la amable invitación de un universitario ejemplar y muy admirado amigo, tuve la oportunidad de asistir, hace casi dos meses, el 20 de marzo, a la presentación del programa citado. Ese día, mientras en el Partido de la Revolución Democrática se hacían pedazos por el tema de las alianzas, en el Auditorio Nacional un grupo de destacados intelectuales de la izquierda mexicana hacía público el programa político del Morena titulado: Nuevo Proyecto de Nación: por el Renacimiento de México. La presentación estuvo compuesta por las intervenciones de personalidades de la talla de Armando Bartra, Víctor Flores Olea, Héctor Díaz Polanco, Bertha Luján y Rogelio Ramírez de la O, entre otros, que hablaron a nombre de un grupo integrado por 36 intelectuales y especialistas de primer nivel que participaron en la elaboración del documento.

Al final, López Obrador tomó la palabra para enumerar 50 puntos extraídos del programa que, según dijo, resultan ineludibles –y, se entiende, serían llevados a la práctica si el movimiento que encabeza llega a la presidencia de la República. Entre ellos se encuentra el punto 46, que establece que el ciento por ciento de los jóvenes podrán ingresar a las universidades públicas. Podemos asumir que se refiere a todos aquellos que han concluido la enseñanza en el nivel medio superior, quienes ingresarían, sin el requisito de un examen de admisión, a estas instituciones.

Se trata sin duda de una meta muy ambiciosa, que hay que tomar en cuenta y discutir con toda seriedad. Desde luego es algo que no podría materializarse de la noche a la mañana. Por lo pronto, tendría el límite de un periodo de gobierno, a menos que pudiera establecerse, mediante reformas legales, como una política transexenal. Pero no solamente existen límites temporales para que este propósito pueda concretarse.

Las universidades son espacios para la formación de profesionales y donde se cultivan las ciencias, las humanidades y las artes. No me imagino que para el cumplimiento de esta meta se esté pensando en someter a las instituciones públicas a la presión de abrir las puertas a todos los aspirantes bajo las condiciones en las que operan actualmente. Habría que recordar que en los años setenta del siglo pasado, durante el gobierno de Luis Echeverría, se vivió la masificación de las universidades, a lo que luego hubo que dar marcha atrás, hasta encontrar un equilibrio entre los recursos disponibles y la enseñanza de calidad.

Sería necesario, por lo tanto, la multiplicación de los espacios educativos, a través de la ampliación de las instituciones de educación superior públicas existentes y la creación de nuevas universidades. Pero no solamente se requiere de los espacios físicos, lo que implica la construcción y mantenimiento de aulas, bibliotecas y laboratorios (lo que en sí mismo es algo complejo), sino además, de los recursos humanos calificados para impartir enseñanza y realizar investigación (en mi opinión, sin investigación no puede hablarse de una universidad, como pretenden hacerlo algunas instituciones privadas). Esto implicaría acelerar la formación de profesores, especialmente mediante el fortalecimiento y ampliación de los programas de posgrado y la reactivación de los programas de repatriación que lamentablemente hoy se encuentran cancelados.

En la presentación del ideario del Morena, se dejó en claro que éste no es un programa acabado, ya que se seguirá enriqueciendo con las aportaciones de la sociedad. ¿Se trata de una propuesta viable? En mi opinión, es muy difícil hablar del 100 por ciento de cobertura en la educación superior. No existe una sola nación en el mundo que lo haya conseguido. Sin embargo, la propuesta de Andrés Manuel López Obrador tiene el mérito de abrir una discusión y plantear una pregunta: ¿qué es lo que debemos hacer como nación para aproximarnos a una meta como la que se propone? Se requeriría de una auténtica revolución educativa, a la que no se debe renunciar.