Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 22 de mayo de 2011 Num: 846

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Una expresión humana
de Satán

Defensa de la poesía

Cuando ni los perros ladran
Víctor Hugo de Lafuente

Poema
Andreu Vidal

La ficción predetermina
la realidad

Ricardo Yánez entrevista con Dante Medina

El Jilguero del Huascarán, cronista musical de su tiempo
Julio Mendívil

Bob Dylan: un lento tren
se acerca

Antonio Valle

El inclasificable Dylan
Andreas Kurz

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Juan Domingo Argüelles

Los aforismos de César Vargas

Hace una década, Esteban Carlos Mejía (Medellín, 1953) publicó un festín literario que es novela y no, que es parodia y autobiografía apócrifa, pastiche y afiche, pero, sobre todo, una ficción estupenda, plena de ironía, sarcasmo, alegoría, buen humor, seso y sexo, popular y culta, libresca y antilibresca, trivial y erudita, paisa y no paisa, a contrapelo, eso sí, de las cándidas corrientes (seixbarralitas, alfaguaritas, tusquetitas y demás caperucitas) que, huyendo de GGM (alias el Gabo Feroz) fueron en busca, no del tiempo perdido sino de la ingenua, y rebuscada, Universalidad, sin parar mientes en el hecho de que el punto fino de la literatura no reside en buscar la universalidad, sino en dar con ella gracias al talento y al genio. (Juan Rulfo se hizo universal con una breve novela, de genio y un puñado de cuentos, irrepetibles, que hablan, precisamente, de su mundo y no del Mundo).

Guiño diabólico y paradoja festiva, novela y no-velación, cuento y recuento, verso y perverso, sentón y centón, Mentirás al prójimo como a ti mismo (Universidad de Antioquia, Medellín, 2001) es uno de los libros más divertidos y más impecables y pecadores de la literatura colombiana contemporánea. La heteronimia y la onomástica, antes que la heráldica, hacen de este libro una mentira verdadera o una verdad mentirosa, lo mismo da, en una sátira o autosátira de la intelectualidad latinoamericana de los años setenta especialmente.

En Mentirás al prójimo como a ti mismo deambulan los vivos y los muertos, los reales y los fantasmas sin explicar quién es quién. Lo mismo, fugazmente, Estanislao Zuleta que Ernesto Cardenal, José Emilio Pacheco y Anacleto Morones. Lo mismo Borges y Valentín Osorio Carrasquilla que un Mingocarnaval y un Domingosabio que se disputan la conciencia y la inconsciencia del protagonista César Augusto Vargas Restrepo, alias César Vargas, alias Vargas, alias Polanco y Bandeirante y Trotwood y Henker y Bourreau y otros muchos más que ni Pessoa en persona. Si Pessoa no era un escritor, sino un escritorio, César Vargas (que no es el Varguitas de Vargas Llosa) no es un escritor sino una máquina de escribir.

Modas y modos de la intelectualidad, y monstruos que producen los sueños de la razón, están aquí, goyescos, en esta nonovela o sinovela que evoca lo mismo a Orfila Reynal con su Siglo XXI que a Martha Harnecker con Los conceptos elementales del materialismo histórico, libro que se levanta de su tumba para jalarnos no los pies sino la lengua. Y entre todo este festín narrativo de Freud, Lacan, Duverger, Fanon, Deustcher, Althusser, Bachelard, Foucault, Deleuze y Guatari (dos personas en un solo ser no verdadero) y Marx y Engels (uno en dos sin pares: los dos tunantes impares), rescatamos algunos de los mejores aforismos de César Vargas, suyos o de otros, da igual, si él es él y no es él. Quien siembra versos cosecha potestades. “En este país solemne –escribió Héctor Abad Faciolince–, la prosa punzante, humorística y ágil de Esteban Carlos Mejía es un descanso y un hallazgo.” Amén.

“La gramática, la retórica y la poética enseñan a expresarse, pero no a pensar ni menos a sentir. Lo dijo Carrasquilla, Tomás, pontífice de la antioqueñidad más antioqueña.”

“El estilo ya no es el hombre, ahora es el hambre.”

“Que la gente lea lo que le dé la puta gana.”

“Cada lector tiene el escritor que se merece.”

“¿A quién le importa si un escritor es de carne y hueso? ¡A nadie! La gente lee lo que quiere leer.”

“La vida es un centón: una obra hecha de retazos y frases ajenas. Vivimos por otros.”

“Tragedia, escribir lo que escribía; comedia, leer lo que leía.”

“La universidad es como la metamorfosis pero al revés: uno entra mariposa y sale gusano.”

“El que escribe pa’ comer, ni escribe ni come.”

“Cada uno piensa como vive. Si vivimos en una alcantarilla es probable que nuestro pensamiento se vuelva excremental.”

“Todo mediocre es solemne. ¿O todo solemne es mediocre?”

“¡Taxista tenía que ser! –renegó Roque Marín...–No todos somos iguales –se defendió el taxista–, hay unos peores”.

“Los que tienen imaginación no sueñan.”

“Un escritor no deja nada al azar. Nada, excepto su obra.”

“Nada requiere tanta cautela como decir la verdad.”

“Inventar no es pecado. Pecado es creer que se sabe.”

“Parece que en este mundo la verdad importa menos que un culo.”

“Se empieza robando una aguja, luego un dedal, después un costurero.”

“Tener la conciencia tranquila no es igual que tenerla limpia.”

“Un escritor no lee a los colegas: los vigila, según la formidable cláusula de Jean Chapelan recogida por el malpensante Gesualdo Bufalino, Q.E.P.D.