Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de mayo de 2011 Num: 845

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora Bifronte
Jair Cortés

Monólogos Compartidos
Francisco Torres Córdova

Justicia de la poesía
Ricardo Venegas entrevista
con Ámbar Past

Irvine Welsh, el mudo irreverente
Ricardo Guzmán Wolffer

Kavafis, Arlt y la imposibilidad de huir
Sonia Peña

Temple y temblor de Onetti
Rodolfo Alonso

Arlt y Onetti: los siete locos y el viento
Matías Cravero

El interés vuelto asombro
Miguel Ángel Muñoz entrevista con Ana María Matute

Leer

Columnas:
Galería
Alejandro Michelena

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Alonso Arreola
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Sonidos de Taiwan

Como sucede con varios países asiáticos, Taiwán muestra preferencia hacia tres músicas: el pop más plástico y comercial liderado por bandas coreográfico-vocales de adolescentes (Super Junior M), la electrónica (J-Six) y el repertorio tradicional proveniente sobre todo de los aborígenes de las montañas (Message). Desde luego hay ejecutantes de clásico y jazz destacados, pero son los menos, tal como pasa con las bandas de rock experimental. Empero, hay una escena independiente en ciernes influenciada por los conjuntos foráneos que cada vez más seguido visitan estas tierras, no para tocar en grandes arenas o teatros, sino en clubes de capacidad intermedia como el The Wall Live House, un oasis que en mucho representa al Taiwán de hoy: isla superviviente de innumerables ocupaciones, resistente al magnetismo de Japón, China, Tailandia, Europa y Estados Unidos.

Fundado en 2003, The Wall rindió frutos hasta 2005 bajo el liderazgo de Orbis Fu, hombre visionario que supo convertir el espacio en un auténtico centro cultural abierto al juego. Desde entonces, por su escenario han pasado nombres conocidos de las mejores escenas alternativas, como Battles, Peaches y Mogwai, así como de quienes en estas tierras buscan algo distinto en el aire. Paralelamente, The Wall se ha vuelto agencia de representación y se ha aliado a festivales como el sxsw de Texas y la Canadian Music Week, por lo que varios músicos taiwaneses pueden ya sonar en el continente americano.

Entre los artistas más conocidos que maneja, se hallan Aphasia, banda instrumental de gran creatividad guitarrística; Wonfu, más inclinados al viejo rock and roll con toques orientales y árabes; The White Eyes, influenciados por PJ Harvey y Blonde Redhead; Tizzy Bac, trío de pop-rock con bajo, piano y batería; Echo, conjunto de electro pop con tendencias disco; Fire Ex, Sugar Plum Ferry y Orangegrass, entre varios más. Asimismo, otro sello destacado de la isla es 22 Records, en cuyas filas escuchamos a Until Seeing Whale’s Eyes, ashen y Skip Skip Ben Ben, proyectos de garaje, metal e indie que pueden encontrarse con facilidad en internet y que si en algo reflejan lo hecho en ultramar, igual poseen elementos originales de gran valor.


Scott Prairie

Por otro lado, uno de los personajes más interesantes que encontramos en nuestro recorrido fue Scott Praire, otrora habitante de Nueva York que decidió emigrar a Taipei hace más de una década para dar un cambio radical a su vida. Antiguo estudiante de corno francés, muy joven renunció al mundo clásico para internarse en el rock y el folk. Reconocido luego en el circuito underground de la Gran Manzana, a finales de los noventa estuvo casi a punto de “triunfar”, pero no sucedió. Ya enamorado de Mia Hsieh, cantante y actriz taiwanesa, decidió fundar en tierra de ella el conjunto A Moving Sound, un quinteto espiritual en el que suenan instrumentos provenientes de la isla (zhong ruan, gong, erhu, flauta sheng, suona) mezclados con sonidos electrificados (bajo, guitarra) y que ha visitado festivales en Alemania, Italia, Holanda, Estados Unidos, Canadá, España, Checoslovaquia y México (Ollin Kan, 2007). De alto nivel interpretativo y escénico, el conjunto explora una visión budista recordándonos melódicamente geografías del Mediterráneo, pero basándose generalmente en los límites de la escala pentatónica china. Claro que, como la mayoría de las composiciones son de Prairie, el folk estadunidense también se deja sentir en forma sutil y controlada. Para escucharlo: www.amovingsound.com

Finalmente, otro nombre extraordinario que conocimos en la antigua Formosa (así bautizado Taiwán por los portugueses) fue el de Suchi Wu, un extraordinario pianista joven, muerto en 2008 a causa de la depresión. Su disco debut de 1999, Pure Existence, asombra por el carácter nostálgico tanto como por el discurso que intenta. Del más lírico Keith Jarrett al dramático Thelonious Monk, sus improvisaciones logran estados de profunda introspección gracias a una insistente repetición de patrones y a vacíos de gran riesgo. Grabado sólo con su piano, ganador del premio The Yearly Jury Award for Jazz Music, este álbum fue seguido por dos más (Port Deer y Reflection), resultado de sendas estadías en Bélgica y Francia, lugares en los que Wu además estudió trompeta y composición.

Así, pues, más allá de los rezos en templos como el maravilloso Longsheng, de los gritos en los mercados nocturnos como el gigantesco Shilin, de los cantos de Lady Gaga en tiendas departamentales, de las imitaciones anglosajonas ejecutadas en bares y restaurantes, en Taiwán también viven compositores inconformes con la superficie, artistas a quienes se puede llegar siguiendo migajas como las que este domingo, lector de sus antípodas, dejamos humilde e insuficientemente a tus ojos.