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El artista inauguró su exposición El dandy en el Museo José Luis Cuevas

García Ocejo se deslinda de pintores cursis que abordan mal el romanticismo
 
Periódico La Jornada
Martes 10 de mayo de 2011, p. 7

El pintor José García Ocejo (Córdoba, Veracruz, 1928), quien se identifica a plenitud con el dandismo –corriente originada en la sociedad inglesa de finales del siglo XVIII– niega poseer la elegancia ni el buen gusto ni el refinamiento que quiera tener, aunque, aclara: No es eso lo que me mueve a pintar, sino el arte.

En El dandy, exposición de 41 obras –entre pintura y dibujo– recientes e inéditas, dedicada a su fallecida esposa Mercedes, inaugurada hace unos días en el Museo José Luis Cuevas (Academia 13, Centro Histórico), la pieza más temprana sobre el tema es la tinta Dandy, II, que se remonta a 1970. Mucha de la obra, no obstante, la creó en 2010 y durante este año.

A modo de introducción, García Ocejo ha escrito que “en su libro Dandysme, Favarin propone la busca de valores que restablezcan al hombre individual en lo que entiende de bello, de único y de irreductible y así fundar una nueva aristocracia. El dandi o el proletario o lo que el hombre quiera ser (o no ser) siempre será el tema del arte y de la vida. Yo sólo pinto y el dandi, el cisne, el pavo real, etcétera, son los temas de mi elección”. Y agrega: mi móvil no son los conceptos, sino la plástica misma.

Según el artista el dandismo constituye hasta la fecha un modo de sentir y de pensar el romanticismo. Sin embargo, se deslinda de tantos pintores cursis y mediocres que se han ocupado de un tema que no es ni cursi ni mediocre, que es el romanticismo, pero lo han hecho mal. La diferencia sería que lo hago bien. Agrega: en vez de exponer lo negativo del ser humano, expongo lo ideal, inalcanzable, porque me gusta, así soy. A lo mejor me curo en salud.

Por la exposición desfilan personajes como Marcel Proust, Honoré Balzac, Charles Baudelaire, Oscar Wilde, inclusive George Sand, quien al tomar las vestiduras espirituales del hombre, se convierte, no en un hombre ni un héroe ni un santo, sino en un dandi. Bueno, dice que hasta el ateniense Alcibíades, sobrino de Pericles, era un dandi. Para García Ocejo “hasta la fecha los intelectuales de peso son dandis, aunque no se visten con sombrero de copa. Son dandis en su actitud. No todos podemos ser lo que queremos, pero podemos pretenderlo.

“Desde chico he tenido gusto por toda esa cultura romántica del siglo XIX, los trajes, la decoración, por eso el art nouveau después fue tan importante en mi pintura. Gustos que no tienen nada que ver con la Escuela Mexicana de Pintura, de la que soy el principal detractor. Soy de los primeros de la escuela de la ruptura que es precisamente la negación de lo populachero. Al defender el dandismo y el romanticismo, defiendo la libertad pictórica de ser lo contrario.”

La superficialidad y el arribismo aristocrático del dandismo, luego se transformó en un movimiento social y cultura en defensa de lo contrario a la aristocracia, señala el pintor.

Si el cuadro principal de la muestra es el gran retrato El dandy, la pintura emblemática es Marguerite et le duc (2011), en la cual se percibe a la mujer en su más alta nominación, divinizada, enjoyada, muy lejos de la abnegada madrecita mexicana.