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Narradores y poetas lucharon en combates de dos a tres leídas por el Día Mundial del Libro

Llaves y torniquetes de versos y oraciones, en Ring de Palabras

La pelea de la noche fue entre Literato y El Hijo del Santo: el primero atacó con la delicada templanza de Octavio Paz y el otro se apoyó en Cervantes

Combatieron también Alberto Chimal, Armando Vega Gil, Paola Tinoco y Kelly Ak, entre otros escritores y promotores

Foto
Un momento de la pelea estelar entre El Hijo del Santo y Literato, de Colima, cuentacuentos y declamador de poemas sobre todo para niños de zonas marginadasFoto José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de abril de 2011, p. 2

Sobre un encordado rojo instalado en la explanada del Palacio de Bellas Artes un luchador y otro se aplican llaves, torniquetes y candados, se hacen la de a caballo o se propinan patadas voladoras. En un momento, con los pies y apoyado en la espalda, uno catapulta al otro por el aire.

Pero lo que vuela no es el adversario, sino un montón de palabras aderezadas de tiempos y voces narrativas, de personajes e historias, de retruécanos y encabalgamientos, de verso libre o rimado y prosa precisa, párrafos y estrofas de alto impacto en el espíritu.

Es el espectáculo literario Ring de Palabras, realizado al atardecer del viernes pasado durante más de tres horas como parte de las celebraciones adelantadas del Día Mundial del Libro (23 de abril).

Súbidos al cuadrilátero, en mano a mano, se enfrentaron entre sí poetas, narradores e invitados especiales como El Hijo del Santo y Literato, éste venido a nuestro valle directamente desde Colima.

La gente se amontona para ver a los gladiadores. Unos cuantos traen máscaras, capas y mallones, aunque casi todos visten ropa de calle. Los combates son a una, dos o tres leídas, sin límite de verso ni de oración. Y hasta hay muerte súbita, con el riesgo de convertirse en cadáver exquisito.

La pelea estelar es la de El Hijo del Santo y Literato, con máscara azul, contador de cuentos y declamador de poemas, trabajo que desarrolla sobre todo con niños de zonas marginadas.

Rudo al fin, desde el primer lance, Literato le da con todo a su contrincante, con una llave prestada por la delicada templanza de Octavio Paz: Entre la tarde que se obstina/ y la noche que se acumula/ hay la mirada de una niña.// Deja el cuaderno y la escritura/ todo su ser dos ojos fijos./ En la pared la luz se anula.// ¿Mira su fin o su principio?/ Ella dirá que no ve nada./ Es transparente el infinito.// Nunca sabrá que lo miraba.

Aturdido por el poemazo en el alma, El Hijo del Santo se repone con trabajo y desenvaina una respuesta también contundente para equilibrar las fuerzas, apoyado en Cervantes: El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho. Y así pasan varios minutos, en lo que podría llamarse un empate técnico.

Antes de ellos se habían trepado al ring Carlos Capetillo, contra Alan Aguilar, del Programa Nacional Salas de Lectura; Fausto Alzati contra Iván Farías, del Programa Tierra Adentro; Paola Tinoco contra Kelly Ak, quienes recurrieron a la modalidad de intercalar sus lances apoyadas en fragmentos de sus libros Oficios ejemplares y La espera: la seducción de las bellas durmientes, de manera respectiva.

Después del enmascarado de plata y del enmascarado de azul vino un torrente de gladiadores y gladiadoras, cuyos enfrentamientos eran saldados por los aplausos del respetable. No fue el caso de Rocío Cerón, quien trenzó los versos de su libro Tiento con música de la chelista Natalia Pérez Turner.

Revancha poética

Otras luchas fueron las de Armando Trejo contra Sara Rojo, quienes enfrentaron las tradiciones de la narración oral y la narración escrita; Adriana Tafoya contra Andrés Cisneros, de Verso Destierro, y Lucely Solano contra Juan Daniel Vega, de la Sala de Lectura Juan Rulfo, de Ecatepec.

Alonso Arreola y Chema Arreola no se enfrentaron entre sí pero confrontaron al público con letras y guitarra: No sé qué hacen aquí sentados, mejor dense la vuelta y regresen a sus vidas. No sé qué hacen aquí, porque la función apenas va a comenzar.

Una de las luchas más esperadas fue la de la revancha entre la campeona 2010 del Torneo de Poesía en el Museo de la Ciudad de México, Hortensia Carrasco, contra el segundo lugar Esaú Corona, quien pudo reivindicarse y fue declarado ganador por el jurado.

También destacó la de Alberto Chimal contra Armando Vega Gil, quienes, armados de aforismos y brevísimos cuentos, se tumbaban a la lona a base de lágrimas, risas y humor. Por ejemplo, leyó Chimal: El náufrago metió el mensaje en la botella, y luego no pudo sacar la mano. Y Vega Gil: Prefiero fingir un buen orgasmo, que darte una mala explicación.

Poco después de las 8 de la noche ya tenía buen rato que había comenzado una ligera pero persistente lluvia, lo que había provocado que la gente se apilara aún más para abrevar de la fuerza de la palabra en lucha, en un feliz y adelantado Día Mundial del Libro.