Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 10 de abril de 2011 Num: 840

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Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La violencia en Cuernavaca
Ricardo Venegas

La raza cósmica:
85 años de utopía

Andreas Kurz

El blog, otro confín
de la creación literaria

Ricardo Bada

Libertad: la demanda
del mundo árabe

Una entrevista con el poeta sirio Adonis

Tres poemas
Adonis

Guillermo Scully,
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El silencio no, Javier

Qué puedo decirte, Javier, sino mascullar algún balbuceo, improvisar un gesto de vergüenza, disimular el estupor. Estas líneas te podrán parecer mala empresa de un entrometido, pero te digo que me salen de muy adentro, quizá del alma en que no creo. Qué puedo ofrecerte hoy, sino un abrazo, una tristeza compartida, la rabia silente de los inermes. Qué puedo hacer por ti y por tu familia arrasada por la tragedia, sino aventurar algunas palabras en este texto, esta carta casi anónima pero sentida. Mi solidaridad hoy quizá te parece tan poca cosa, y tendrás siempre la razón, porque la bestialidad extendió su garra huesosa para hacer de tus mayores afectos polvo y dolor.

Dolor que te arrambla, Javier, te ha desgarrado la entraña y la piel, te traspasa uña hueso espina odiosos. Y en tu dolor, poeta, te seca el llanto y pides callar, un ya basta de silencio, una losa mineral de labios cerrados.

Guarda tu voz, poeta. Llena con ella los espacios perdidos dentro, inunda con ella las cavernas que han excavado la ausencia del hijo, el destrozo del alma.

Pero no la entierres. La necesitas. La necesita la memoria de Juan Francisco. La necesita México. La necesitamos juntos.

Guárdala hoy, porque será tu arma de mañana. Será el desvelo, la espada, la luz, hoy que todo es oscuro, que apesta, que es insomnio odioso y dolor, tanto dolor. Todo ese dolor que ninguno de quienes queremos ofrecerte algún consuelo somos siquiera capaces de imaginar. Pero de todos modos queremos estar contigo, abrazarte, estar allí.

Guárdala en bóveda pero conserva la llave. Guárdala en tiempo pero no para siempre. Que ahora es lamento, llanto, tristeza. Pero muchos queremos escucharla de nuevo, cuando vuelva en grito, consigna, coraje.

Porque la bestialidad no debe ostentar tantas victorias robadas a la decencia, la corrupción no debe quedar, otra vez, impune, burlona, reina y señora de su reino de mierda y odio; la estupidez, la ineptitud y la hipocresía nunca deberán masticar con sus dientes podridos la fina, vital filigrana de la poesía. La porquería política y policial no son mejores que la pureza de tu pensamiento y la lucidez de tu pluma.

Has escrito con la tinta más terrible que sólo tienes al mundo por el silencio de los justos, pero te daremos otras voces. Esperaremos aunque esperemos siempre. Has dicho que el crimen de tu hijo te aniquiló el alma y es cierto, indiscutible, respetable. Pero de cualquier modo tenderemos muchos a tu postración la mano, aunque tengamos que dejarla tendida, esperando siempre. Porque podremos perderlo todo, Javier, la libertad, la ilusión, la risa, el apetito. Pero no la esperanza, y la voz de los poetas como tú dan a la esperanza su himno esencial, su razón de ser, su expresión más bella. Y porque si perdemos la esperanza habrán ganado ellos, los indiferentes, los imbéciles asesinos, los tartufos engolados, los falsos valientes que se escudan en un poder robado, los oscuros, y esta es la prueba más dura, lo imagino, apenas puedo siquiera imaginarlo, pero precisamente por eso hemos cantado juntos el poder de la resistencia.

Guárdate ahora en tu duelo, Javier, pero que el duelo no sea para siempre. No me atrevo a decirte mucho más. No me atrevo a sugerir nada. No quiero ni pensar qué haría en tu sitio. Pero sí quiero que sepas que no estás solo, poeta. Que aunque de poco te pueda parecer, tu dolor es nuestro. Eres uno de nosotros y ellos, los oscuros, los imbéciles de las armas, las corbatas y los discursos idiotas no están tranquilos por más que lo simulen, por más que eso pretendan hacernos creer. Están inquietos, buscan el hueco por donde podrán salir con más prisa de la que tuvieron para entrar en las vidas de la gente buena.

Tú, en ese corredor oscuro en el que te sientes atrapado hoy, no estás solo. Muchos estamos allí, contigo, pero un pudor inexplicable nos hace mantenernos a raya, estar en la orilla, quererte sin necesidad de habernos presentado.

Estamos allí, aquí, contigo. Estamos de pie, a la espera. Te damos la mano. Estamos en el umbral, en la calle, en tu silencio, en el aire. Guardamos tu voz con la nuestra hoy. Pero no para siempre. Tus lágrimas son también nuestras. Tu tristeza también. Te ofrecemos nuestra rabia, la indignación, el momentáneo desaliento. Un puño cerrado al aire. Venimos de la calle, del mercado, del cuento y de la novela: Somos ya y seremos muchos marchando a tu lado, llevándote en el pensamiento. Seremos tu gente siempre. Seremos tantos. Seremos más.