La dependencia a sustancias ilícitas o legales (alcohol y tabaco) que causan estragos en el entorno social, laboral, familiar y humano del individuo son las enfermedades a combatir durante este siglo, pues, a pesar de los esfuerzos de la medicina por detener su penetración en la población, el porcentaje de personas afectadas ha crecido de forma exponencial, afirma Luis Eugenio Todd, director de la Coordinación de Ciencia y Tecnología de Nuevo León y ex subsecretario de Educación Superior de la Secretaría de Educación Pública, en su libro Adicciones: enfermedades del siglo XXI.

El problema de las adicciones, indica, no es una causa, sino un efecto de fórmulas de vida económicas, sociales y culturales que han condicionado la aparición de angustia y depresión colectiva. Esto debido a la ausencia de una verdadera autosatisfacción sicológica, emocional e intelectual, pese a que el uso de drogas y tóxicos que producen placer instantáneo y fugaz ha estado presente en la historia de la humanidad desde sus orígenes.

La existencia de genes que disponen al individuo a caer en adicciones, explica Todd –ex embajador de nuestro país ante la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura–, es bien conocida. Lo mismo ocurre con las teorías sobre evolución filogenética, pues las toxicomanías tienen su origen en áreas básicas del cerebro que buscan instintivamente el placer.

En su libro destaca que el estrés predispone a la ingesta y a las recaídas. Vivimos en el siglo del estrés, lo que explica el incremento casuístico de las adicciones características de la época.

En cuanto a los riesgos de desarrollar dependencia a sustancias ilícitas o legales por género, señala que las mujeres avanzan más rápido en el alcoholismo y que los fracasos en su rehabilitación son mayores. La cirrosis alcohólica se desarrolla siete veces más entre mujeres que en los hombres.

Depender del cigarro, la comida, el alcohol o las drogas es una patología que tiene un estrato común, anatómico y fisiológico dentro del cerebro humano, por lo que hay que seguir investigando para resolver uno de los problemas más serios del mundo contemporáneo: la dependencia generada por la depresión y la ansiedad, así como el vacío existencial que genera la cultura del siglo actual.