Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 27 de marzo de 2011 Num: 838

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Salvador Elizondo:
el último proyecto

Roberto Gutiérrez Alcalá

Nobody
Febronio Zatarain

Arto Paasilinna:
el revire finlandés

Ricardo Guzmán Wolffer

Frutos de la impaciencia
Ricardo Yáñez entrevista
con Ricardo Castillo

La Tierra habla
Norma Ávila Jiménez

La brevedad en el
tiempo postmoderno

Fabrizio Andreella

Metafísica de los palillos
Leandro Arellano

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Radiotelescopios del proyecto La Tierra habla.
Foto: www.earthspeaks.seti.org

La Tierra habla

Norma Ávila Jiménez

En abril de 1960 el astrónomo Frank Drake y su equipo dieron inicio a una de las aventuras más excitantes de la humanidad: la búsqueda de vida inteligente extraterrestre. Desde el Observatorio Nacional de Radioastronomía de Green Bank, con ayuda de un radiotelescopio de 26 metros de diámetro, decidieron rastrear señales emitidas desde las estrellas Tau Ceti y Epsilon Eridani, ya que presentan características semejantes a nuestro Sol, y por lo tanto es posible que a su alrededor orbiten planetas con formas vivientes; si estos alienígenas han desarrollado tecnología avanzada, es muy probable que emitan ondas de radio y éstas son lo que Drake y sus colaboradores querían captar.

En una entrevista publicada en la página web Astroseti, Drake subrayó el momento en que creyeron haber detectado algo importante: “Pasaron unos minutos y entonces ocurrió. ¡Wham! De repente los gráficos empezaron a salirse de la escala. Oímos un ruido procedente del altavoz, ocho veces por segundo... nos mirábamos unos a otros. ¿Podría ser tan fácil?” No lo fue; la señal desapareció y ya no la escucharon por varios días. Cuando reapareció se dieron cuenta de que su origen era terrestre, probablemente de un avión militar.

A ese proyecto le dedicaron doscientas horas de monitoreo y aun cuando no encontraron ninguna emisión extraterrestre, Ozma –como se le llamó, igual que la princesa de la tierra de Oz, que se comunicaba con el famoso mago por radio– detonó el interés por escuchar con mayor atención al cosmos.

Una organización que dedica tiempo y recursos a “explorar, entender y explicar el origen natural y la prevalencia de la vida en el Universo”, es el Instituto de Búsqueda de Vida Inteligente Extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés), fundado en noviembre de 1984. Desde entonces ha trabajado en diversos proyectos, entre los que destacan La Tierra habla y SETI Quest.

La Tierra habla

“Si descubriéramos vida inteligente más allá de la Tierra, ¿deberíamos establecer contacto? Y de ser así, ¿qué deberíamos decir?” Esta es la bienvenida que se lee en la página web de La Tierra habla (www.earthspeaks.seti.org), en la cual se invita a las personas del mundo a subir a este portal imágenes, sonidos y mensajes de texto que les gustaría hacer llegar a los seres de otros mundos. El material seleccionado estará contenido en un DVD que se pondrá en órbita a bordo de una misión espacial, lo que recuerda el proyecto Viajeras 1 y 2. Esas naves, que fueron lanzadas al espacio en 1977 para estudiar a Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, llevan un recado del planeta azul en una placa y un disco. Como ya abandonaron el Sistema Solar, la esperanza es que desde algún otro punto interestelar, una entidad orgánica inteligente lo detecte. La diferencia de esta misión con La Tierra habla es que en ésta última los alienígenas tendrán acceso a un panorama mucho más amplio de las diferencias y similitudes de nuestra especie, de acuerdo con las nacionalidades, razas, sexos o edades, a través de conjuntos de textos clasificados, grabaciones de audio, figuras y colores; la idea no es emitir un saludo unificado de la Tierra –puntualiza en la citada página web Douglas a. Vakoch, investigador principal del proyecto.


La placa que viaja en la Pioneer X

El envío de esos mensajes no se traduce en un rápido contacto con seres de otros mundos debido a las inmensas distancias existentes entre los objetos cósmicos. Entrevistado vía Skype, Seth Shostak, astrónomo senior de SETI, subraya que “los extraterrestres más cercanos estarían habitando planetas ubicados a 400 o 500 años luz (un año luz es aproximadamente 9 billones y medio de kilómetros) de distancia, por lo que es difícil establecer comunicación”. Si logran escuchar lo que La Tierra habla, y deciden contestarnos, la respuesta tendrá que recorrer otros 400 o 500 millones de años luz para llegar a nuestro planeta. Y cuando eso suceda, ¿aún habrá vida?

Por lo anterior, pareciera que los esfuerzos por lograr un contacto del tercer tipo son vanos, pero la raza humana necesita comprobar las hipótesis de diversos autores acerca de que no somos los únicos seres vivos en el Universo. Ya desde el siglo XVI el filósofo italiano Giordano Bruno señaló esa inquietud, lo cual le costó, entre otras causas, morir en la hoguera. El doctor Seth Shostak asegura que “es extremadamente importante saber si la vida es una especie de milagro y por lo tanto la Tierra es especial, o si es un lugar común y nuestro hogar en el espacio es uno más de los millones o billones de planetas con vida. Eso cambiará nuestra filosofía, como cuando Copérnico planteó que la Tierra no estaba en el centro del Universo, sino el Sol”.

Difusión en México

Con el objetivo de difundir La Tierra habla entre la comunidad de habla hispana, en 2009 Douglas a. Vakoch encomendó a la ingeniera mexicana Lourdes Cahuich traducir al español la página web correspondiente. Desde entonces, más de quinientos mensajes se han subido al portal, no sin antes ser aprobados por un comité que revisa que no sean ofensivos o que infrinjan la Ley de Derechos de Autor.

Para detonar aún más el interés de Latinoamérica por el correo intererstelar, también en 2009 SETI solicitó financiamiento a la Sociedad Planetaria del Pacífico: el proyecto consistía en montar una exposición en un museo de México, cuya curaduría estaría encaminada a señalar qué es SETI y La Tierra habla. La maestra Cahuich lo planteó a los directivos del Planetario Alfa de Monterrey, quienes no lo autorizaron: “Catalogaron al tema de controversial, que confundiría al público, siendo que el objetivo de la exposición pretendía exactamente lo contrario: educar y aclarar la posible existencia de vida en otros planetas, la cual hasta el momento no se ha contactado; definitivamente no se iban a exponer mausanadas.

Los esfuerzos por dar a conocer La Tierra habla se dirigieron entonces hacia los niños, un público siempre entusiasta y creativo. Pablo Lonnie, encargado del citado planetario, visitó aproximadamente diez escuelas primarias para hablar a los menores sobre el proyecto y motivarlos “a escribir sus mensajes y hacer los dibujos que muestran cómo se miran ante otras formas de vida inteligente”. Varios de estos mensajes ya se subieron al portal aludido. “Con esas visitas se abarcó a un sector infantil que difícilmente hubieran podido desplazarse hacia el Planetario Alfa”, enfatiza la ingeniera en computación.

Los directivos de ese planetario dejaron ir una oportunidad de oro al negarse a contribuir a la divulgación del conocimiento y prefirieron quedarse en la postura pasiva de quienes evitan dar su punto de vista por no discutir. Afortunadamente en mentes infantiles se sembró la inquietud de querer saber más acerca de otras formas orgánicas cómplices de lunas y anillos de meteoritos.

seti Quest

SETI Quest, otro proyecto del citado instituto estadunidense, en su página web hace un llamado a los habitantes del mundo para que se registren y ayuden a clasificar, en tiempo real, las ondas electromagnéticas que los radiotelescopios captan y que se mezclan con aquellas no provenientes del cosmos (transmisiones de programas de radio y TV, telecomunicaciones o señales de los aviones) catalogadas como ruido. Douglas a. Vakoch, también responsable de este proyecto, en el portal asegura: “Estamos planeando desarrollar aplicaciones para que entusiastas ciudadanos-científicos usen sus ojos, oídos y mentes para ayudarnos a detectar y verificar [...] Tú podrías ser uno de los descubridores” de algún patrón de señales “como los que hemos estado esperando. No se necesita experiencia en astronomía.” Aprovechando su infraestructura, las compañías Dell, Amazon y Google, apoyan a este proyecto en la búsqueda de datos y utilización de algoritmos.

Entre este océano de señales que descargan los especialistas, están las provenientes de SETI at Home, asegura Lourdes Cahuich. Los participantes de SETI at Home –ciudadanos comunes–, instalaron un programa en su computadora que semeja un protector de pantallas capaz de rastrear patrones de radio. Esperan en algún momento ser los receptores del llamado de unos seres que podrían ser parecidos a los imaginados por Arthur C. Clarke, o que recuerden algunos trazos de Archinboldo o de Kandinsky en su transición del figurativo hacia el abstracto lírico.

Jill Tarter, líder del Centro de Investigación SETI, fue quien dio impulso a SETI Quest, proyecto con el que obtuvo en 2009 el premio Tecnology, Education and Design (TED), equivalente a 100 mil dólares. “Un deseo para cambiar al mundo”, es el lema del TED, que en otras ediciones ha sido otorgado a Bill Clinton y al cantante Bono, por citar algunos. Tarter ganó hace dos años y expuso al comité responsable de este premio su deseo de “facultar a cada habitante de la Tierra para participar en la esencial búsqueda de compañía cósmica”.

La labor realizada por SETI Quest y La Tierra habla también reforzará el hecho de que cada vez menos personas sean atrapadas por programas televisivos donde aseguran la existencia de archivos extraterrestres o de OVNIS alienígenas. Es tanto nuestro deseo por contactar seres de otros mundos, que hay quienes se señalan como tales, por ejemplo, las cinco mujeres que le envían correos electrónicos al especialista de SETI, Seth Shostak, “quienes describen sus lugares de origen con mucha imaginación”, aunque no comprueban nada.

¿Hay alguien allá?

El Arreglo de Telescopios Allen (ATA), perteneciente a SETI, ha comenzado una nueva fase de investigación en el plano de la galaxia, lo que incrementa “las oportunidades para detectar señales de civilizaciones extraterrestres”, afirma Douglas A. Vakoch, mientras que a los instrumentos de la nave Kepler los especialistas los están dirigiendo “a zonas donde hay planetas que posiblemente alberguen vida, como consecuencia de la distancia a la que están respecto a la estrella que orbitan. Kepler nos mostrará buenos resultados en dos años, es mi pronóstico”, asegura el doctor Shostak.

Eso es muy alentador, ya que “en los últimos 15 años, los astrónomos han detectado cerca de 500 exoplanetas que han sido presentados como regalos de Navidad, pero al ser desenvueltos no han dado lugar a gran excitación: o son muy grandes, o muy calientes o fríos para que en ellos pueda surgir la vida como la conocemos en la Tierra. El sistema planetario que orbita a Gliese 581, que fue centro de los reflectores en la segunda mitad de 2010 porque, según sus descubridores, incluía un planeta con posibilidades de tener vida, ha dejado de ser la estrella. Gliese 581 es un sol enano, con sólo una fracción del brillo del nuestro, y uno de los lados del supuesto planeta habitable, al igual que la Luna, siempre está de cara hacia éste, mientras la otra permanece a oscuras”, puntualiza Seth Shostak en su artículo Un planeta que alguien deberá llamar hogar. “¿Podría este nuevo planeta tener habitantes? No lo sabemos aún, pero el instituto SETI dirigió sus antenas dos veces en dirección de Gliese 581, esperando registrar señales de radio y no se detectó nada. Los últimos resultados astronómicos sugieren que tal vez ni siquiera ese planeta está allí.”


Señalamiento en la autopista que lleva al Área 51 en Nevada. Foto: Google Earth

Habremos de esperar dos años para ver si el pronóstico de Shostak es certero; asimismo, tal vez se descubran formas de vida inimaginables hasta el momento, como las bacterias de la casta GFAJ-1, que en la Tierra demostraron poder metabolizar el arsénico.

¿Hay alguien allá? Ansiosos esperamos el contacto, porque “¿quién se atrevería a decir que no puede encontrarse en otro lugar nadie que disfrute del glorioso espectáculo de las obras de la naturaleza?”, como enfatizó Christian Huygens en 1690, en sus Nuevas conjeturas referentes a los mundos planetarios, sus habitantes y sus producciones.