Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 13 de marzo de 2011 Num: 836

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Tres cuentos
Orlando Monsalve

Céline, bagatelas
de un aniversario

Gabriel Santander

La aguja en el arenal
(poesía joven de Jalisco)

Philip K. Dick,
el filósofo escritor

Matteo Dean

Las manos de John Berger
Ángela Pradelli

Palabras
John Berger

Grandeza y miseria de
un vestido y un cocodrilo

Vilma Fuentes

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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La aguja en el arenal
(poesía joven de Jalisco)

La presente muestra tiene como intención plasmar un breve panorama de la poesía más representativa en los últimos años y que actualmente se gesta en el estado de Jalisco. Los textos seleccionados pertenecen a autores nacidos entre los años setenta y ochenta, que por su rigor y calidad literaria, y aun sin tener en común un canon estilístico (como generación) sino “ecléctico”, ya conforman con su voz, estilo propio y oficio parte sustancial de la poesía y de la literatura que se crea en esta entidad.

Hugo Gutiérrez Vega y Hugo Plascencia

Poema
Abril Medina

Aparecer o casi
frente al simulacro de uno mismo
antes que estalle el vientre en su millón de artificios biológicos
y se propague
aparecer o no
asomarse tomados de la mano de nuestras quietudes asomarse
cogidos de la falda de nuestras denuncias
a través de ellas cogidos para asomarnos por lo que podría
ser la puerta de padre
la puerta de hijo
la puerta de nuestro nosotros mismo
abierta para siempre como un imán como una fruta blanca como no fuera por mucho tiempo
aparecer o no
dejarse en el umbral todas las pieles como si se hubiese lentamente desnacido para cada una de ellas
ir ganando ligereza, ir despacio
llamar a los gallos a las grullas por su nombre
llamar a los incendios de las aves como graznan ellas los incendios de los hombres
Asomarse
llevarse de la mano
pequeñita
del propio corazón hacia el balcón insobornable de su propio reino
(O no asomarse)
(definitivamente
cogerse por la carne del cerebro y alejarse
desollar los ojos
amorosamente.)

Abril Medina (Guadalajara, 1985) es autora de los libros De amarillo a jueves 2007, Ed. Paraíso perdido, Guadalajara, México, y Cualquier abismo se parece al útero, 2008, Ed. Baile de sol, Tenerife, España, y La hoguera, 2010. Ed. Altazor, Lima, Perú. Ha sido traducida al inglés, catalán y alemán.

Poema
Fernando Carrera

Egisto toma de las manos de Orestes las vísceras sagradas y las observa.
Al hígado le falta un lóbulo, la vena porta y los vasos vecinos
de la vesícula biliar muestran a sus ojos manchas funestas.
Orestes pregunta: ¿por qué tienes ese aspecto desolado?
Extranjero, responde Egisto, temo una trampa de fuera
Eurípides

Los intestinos no mienten     Te han dicho     la mente sí: los rizomas son medusas que nadan en el pensamiento, donde todo se genera, dicen–. La conciencia y sus fabulaciones: el rostro de aquella que todavía en las paredes, en la ducha su rastro, a veces en la noche su brusco resoplido te despierta, todavía. Las vísceras (flor de los adentros) no mienten, lo sabes en la palpitación súbita –sientes un tambor en cada dedo– y en la marea roja de la dermis que sustituye a los tics que (aún) no tienes
                                                                                            “¿Si abro la ventana, algo entra o escapa?” preguntas inútilmente. La abres: se fuga un poco de la asfixia y del humo que como recuerdo saltan de la sartén donde cocinas algo que no sabes, torpes las manos, los genes para ello, aun así intentas    

Escapa:
de ti la sangre es acumulación de sombras, arden: aunque todo lo que hay anuncie su nombre de ruina, su reciente bautismo de polvo. Aunque la semilla de una siguiente mutación se encuentre en la grieta de la más secreta herida. Los intestinos no mienten, te han dicho: el hambre es siempre una señal, lunar de nacimiento del siguiente paso, desnuda siempre como un deseo
Escapas: afuera es el mar a la mano, “ir para volver, ir para volver”, susurras. Abres la puerta del apartamento con una pregunta/ abandonas su material inflamable

Fernando Carrera (Guadalajara, 1983) ha publicado Expresión de fuego, Mantis Editores 2007. Con el libro Donde el tacto obtuvo el Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos 2010. Fue becario del Programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico del Estado de Jalisco en 2008.

Poema
Xitlalitl Rodríguez Mendoza

Para nadar –lo infiero por el niño de al lado– no es necesario tocar el piso, y parece que esta es la característica primordial durante la estancia dentro del agua. Sin embargo, el fondo de las albercas está confeccionado con un lujo cuidadoso cuya importancia radica en un guiño cordial: azulejos claros dan una impresión de cercanía, protección y luminosidad. Como prefiero estar en la estación contemplativa del asunto, esos peces con escamas cuadradas que sólo pueden ver los ganadores de la gesta me dan cierta desconfianza: nada bajo una masa de azul turbio y a cincuenta metros de donde se inicia el recorrido, puede ser un sitio seguro para los paseantes. Al avecinarme a los treinta metros (también intuyo que sólo se cuenta la distancia recorrida horizontalmente), veo mis piernas dar un paseo circular, cada una por su parte y sin alejarse demasiado. Miro abajo y encuentro cada cuadro multiplicado en millares pero sin perder su voto de sostener un hueco. Doy con la frase que como un payaso de resorte se dispara de la caja más inesperada: estoy en lo hondo. Sin otra salida que ir a la inversa, no hago más que aflorar mi barriga al cielo y salvarme la vida jugando a la muerte de Ofelia.

Xitlalitl Rodríguez Mendoza (Guadalajara, 1982), obtuvo la beca de apoyo a jóvenes creadores del fonca en la disciplina de poesía durante el período 2008-2009. Es autora de los libros de poemas Polvo lugar, Zonámbula, 2007, y Datsun, que será publicado por la editorial Punto de partida de la UNAM y del cual este poemas forma parte.

1980
Neri Tello

lágrimas de mi barrio
son más tristes que el dolor
–Cornelio Reyna–

el periférico dividía la colonia
colindaba con las casas de interés social 
los multifamiliares con calles pavimentadas
escuelas y una preparatoria
por el otro lado había una barranca de tierra pómez
una hacienda vieja con grandes sembradíos de maíz

las calles eran empedradas
las casas se construían con
adobes, tejas y láminas
en apenas un cuarto con una fosa
acomodábamos los pocos muebles, un perro, un gato
y todos los demás miembros de la familia
las pobrezas eran infinitas como las canciones
que escuchábamos
la radio era parte de nuestra vida
de una estación a otra escuchábamos la hora
de Juan Gabriel, la hora de Vicente Fernández, la
hora de Antonio Aguilar, o la hora de Pedro Infante y Javier Solís
al medio día escuchábamos las últimas repeticiones de las
radionovelas Chuco el roto, Ángeles sin paraíso, Porfirio Cadena, Kalimán
e imaginábamos a los personajes y sus historias a la Changa, a Solín, a Chucho,
a Porfirio
en la radio sintonizábamos la DK, La cotorra de su radio, Canal 14-10, radio HL

a la hora de la comida el hambre hacía más patente las carencias
si había gas la preocupación eran los alimentos:
cocían frijoles, si no había cocían arroz, si no había cocían pasta
si no había entonces comprábamos la verdura mallugada
si no había gas
entonces el mismo procedimiento se repetía pero además
buscábamos leña, carbón, petróleo o lo que se pudiese quemar
necesitábamos el fuego para cocer los alimentos

después de la cosecha
los que no éramos campesinos cruzábamos la avenida
pepenábamos las mazorcas que se encontraban
en los campos de cultivo
cargábamos con costales y bolsas
al llegar a casa desgranábamos el maíz
los cocíamos
lo llevábamos al molino para hacer la masa
para que mi madre hiciera tortillas
y un café en el desayuno

Neri Tello (Zapopan, Jal. 1978) es licenciado en Letras hispánicas por la Universidad de Guadalajara. Es parte del consejo editorial y colaborador de la revista Arca en el Estado de México y es autor de los libros Cuerpo roto, Paraíso perdido 2004, Playas Underground, Arlequín/fonca  2005, y Vertebración del silencio, Tierra adentro 2010.

Después del golpe viene la ira
Tanya Cosío

el canto
y las voces
que desde otros círculos del alba brotan
vienen las nueces
quebrándose una tras otra
dentro de la cabeza.
Y viene la caída
profusa y llana
viene el caerse
doblado o erecto
los ojos bien abiertos
para acunar el delirio.
Y viene la mentira tartamuda
a embadurnar lo dicho
y la cordura
cuerda lejana
donde brinca una niña.
Le doy cuerda al ojo,
para mirarme.

Tanya Cosío (Guadalajara, 1976) ha publicado los siguientes libros de poesía: Ronda de muertos, A ba ni cos, Mi locura es una cuerda rota, Canto de cerdos y Poemas para poetas, así como la obra de teatro A salto de frontera, Bululú de la inmigrante.

Empate
Luis Vicente de Aguinaga

Murieron los capitanes de ambos bandos.
Los generales, por su parte, huyeron
al intuir un desenlace de catástrofe arcaica.

Los últimos en caer
lo hicieron sin heroísmo y sin angustia,
rozados apenas por un aire
que sólo de silbar envenenaba.

Ningún superviviente –que los hubo–
reclamó la victoria ni exigió más fama
que la del mutilado, la del paria, la del viudo.

Hoy, en los límites de la ciudad sitiada,
ya ni siquiera rondan buitres,
aunque sí un ruiseñor
silente a mediodía, pardo y gris en la tarde,
impar, solitario, ignorante de que vive.

Luis Vicente de Aguinaga (Guadalajara, 1970), es autor de Noctambulario, 1989; Nombre, 1990; Piedras hundidas en la piedra, 1992; El agua circular, el fuego, 1995; La cercanía, 2000; Cien tus ojos, 2003; Por una vez contra el otoño, 2004; Reducido a polvo, 2004; Trece, 2007, y Fractura expuesta, 2008.