Espectáculos
Ver día anteriorViernes 25 de febrero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 

Joaquín Cosío participa en La vida precoz y breve de Sabina Rivas, de Luis Mandoki

Actuar en filmes con cuyas ideas políticas coincides es una suerte

Con 10 años en cine y 25 en teatro, afirma: me molesta la gran facultad de simulación del gobierno actual

Sueña con interpretar a José Clemente Orozco, de pelo revuelto y colérico

Foto
Mandoki (derecha) dirige a Greisy Mena y a Joaquín Cosío en locaciones al poniente del DFFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Viernes 25 de febrero de 2011, p. 8

La carrera del actor Joaquín Cosío en el cine mexicano no tiene más de una década, pero a partir de su primera aparición en la pantalla grande su trabajo ha sido como la luz, constante, pues ha participado en unas 30 cintas con una amplia gama de personajes, chicos, medianos y grandes, con directores como Alejandro Loza, Ignacio Ortiz, Luis Estrada y Carlos Carrera, entre otros.

Joaquín Cosío atribuye su irrupción en el cine al azar y a su buena suerte, porque mi mamá, a la que no conocí porque murió cuando apenas tenía un año, me cuida desde el cielo, dice. Sin embargo, los 25 años que se dedicó a hacer teatro en el interior de la República seguro tienen algo que ver con el actor, comunicador, locutor, catedrático y articulista que ahora es.

A pesar de todo el trabajo que ha desarrollado, Joaquín Cosío dice en entrevista con La Jornada: Estoy aprendiendo, me siento como al principio. Soy un actor que se está preparando y en constante aprendizaje; estoy en la línea en la que puedes acertar o errar; he aprendido equivocándome y seguiré haciéndolo de esta forma, buscando acercarme lo más posible a cada personaje que interprete.

Actualmente Joaquín Cosío participa en el rodaje de la cinta de Luis Mandoki La vida precoz y breve de Sabina Rivas, basada en la novela La mara, de Rafael Ramírez Heredia. Cuenta la historia de una chica de Honduras que cruza la frontera para llegar a Estados Unidos, pero enfrenta vicisitudes por culpa de los maras.

Realidad en la frontera sur

En la charla, Cosío despeja la incógnita sobre la trama del filme: “Esta película tiene un guión muy estrujante, muy cabrón; habla de los problemas en la frontera sur de México: migración, prostitución, trata de blancas, los maras, el maltrato que dan las autoridades mexicanas a los inmigrantes y la violencia física... tema que cobra más relevancia y vigencia con las noticias que se han difundido recientemente, por las fosas encontradas con cadáveres de inmigrantes centroamericanos, desaparecidos o levantados”.

Joaquín, encendiendo un cigarrillo en una casa rodante, en espera de su llamado durante el último día de filmación de la cinta de Mandoki en el Distrito Federal, agrega: “En La vida precoz y breve de Sabina Rivas hago de un agente migratorio, un vivales que aprovecha cualquier circunstancia para sacar beneficio económico como tratante de blancas... un papel como los que pululan en gran parte del país, nada que nos sea ajeno”.

Hace un agujero en su memoria, termina su cigarrillo y recuerda: “Cuando decidí venir al Distrito Federal no tenía en perspectiva hacer una carrera famosa en el cine ni nada por el estilo; lo que pasó fue que Luis de Tavira me invitó a participar con la Compañía Nacional de Teatro, con Felipe Ángeles, y acepté porque me dieron permiso en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, donde daba clases de comunicación.

“Cuando acabó la temporada me volvieron a llamar, y como ya no me dieron permiso en la universidad decidí dejar mi ciudad y la certeza de una vida más o menos tranquila. El cine no era parte de mis planes; venía a hacer teatro profesional con los grandes directores mexicanos, pero de pronto debuté en la película Una de dos, de Marcel Sisniega, mi primera experiencia profesional en cine, aunque antes ya había hecho algunos cortometrajes que fueron de gran aprendizaje. De pronto surgió el casting para hacer el papel de Mascarita, en Matando cabos, y con eso mi vida cambió para bien, porque hasta ese momento el panorama era muy desalentador. Con ese papel empezó un cambio profesional en mi vida, algo que asumo con absoluta felicidad.”

Aunque entre la gama de personajes que Joaquín Cosío ha interpretado, figura el terrible General Medrano, en Quantum of Solace, al lado de James Bond, agente 007, cuando el actor se pasea por la calle o va al supermercado la gente lo reconoce como El Cochiloco, el entrañable narcotraficante-sicario que interpretó en El infierno, de Luis Estrada, del cual dice: “Ha resultado todo un fenómeno. Por todos lados a los que voy la gente me grita: ‘ése mi Cochiloco’. Hacerlo ha significado una gran suerte para mí. Por otro lado ha coincidido con lo que como actor me interesa decir.

Trabajar en películas en las que coincides con los planteamientos políticos que abordan es, además, una gran suerte; que el personaje haya sido acogido por el público como lo ha hecho me entusiasma mucho... claro, habla de una realidad durísima, indignante y triste, pero al final habla bien de México, porque dice la verdad.

De Woyzeck a Orozco

En sus sueños el personaje que desea interpretar –confiesa Joaquín Cosío mientras se acomoda en su asiento y da una bocanada a un segundo cigarro– es Woyzeck, de Georg Büchner, pero por cuestiones físicas no he podido. Woyzek es un personaje débil al que someten a una serie de experimentos y se transforma en asesino. Siempre me ha llamado la atención, pero no tiene nada que ver con mis kilos de más ni con mi estructura; el otro sería José Clemente Orozco, no sé por qué razón, pero la imagen del muralista con sus lentes circulares, el pelo revuelto y colérico siempre me ha interesado.

En estos nueve años desde que comenzó su carrera cinematográfica, Cosío, lector confeso de La Jornada, ahora ve lejana su vida de maestro en la Universidad de Ciudad Juárez, aunque siempre llevará el espíritu universitario.

Cuando se le pregunta si le duele la situación en la ciudad donde se desarrolló profesionalmente, responde molesto: “Claro que me duele Ciudad Juárez, me indigna, me horroriza y me quita el sueño la situación de Ciudad Juárez y la de todo el país. Me lastima y me molesta el discurso oficial, esa pretensión de ocultar lo que es inocultable, esa manera del gobierno actual de evadir su responsabilidad; la forma de burlarse, su gran capacidad para simular; esa facultad que tiene para armar tinglados y su absoluta incapacidad para resolverlos. Me espanta el papel que desempeñan las autoridades estatales y federales ante los problemas que tenemos, y que juegan de manera tan cínica y sinvergüenza.

Sobrellevar el día a día

Los gobernantes del país podrán opinar lo que quieran de los actores y las películas, pero yo hago mi trabajo y lo intento hacer lo mejor posible. Me da vergüenza la política nacional, me dan vergüenza los políticos del país, me dan pena la policía y los cuerpos de seguridad. Afortunadamente, como millones de mexicanos, tengo que inventarme un mecanismo mental para no enfermarme, para sobrellevar el día a día ante toda la tragedia y el horror del país... aunque hay cosas de México que me gustan: su gente diaria, los ciudadanos comunes, los activistas, la gente que vende en los mercados, los boleros, los artistas, los niños... Para mí eso es México, el que no tiene nada que ver con esos pinches políticos impostores, falsos, simuladores, sinvergüenzas, inescrupulosos y baratos.

Finalmente, acatando el llamado para continuar con su trabajo en La vida precoz y breve de Sabina Rivas, Joaquín Cosío dice: Lo que me ha ocurrido en el cine mexicano sólo puedo atribuirlo a la idea que me gusta decir en cada oportunidad: mi mamá, a quien no conocí porque murió cuando tenía un año, es la que me está cuidando. Me encanta pensar que así es, no tengo hijos, tengo una relación muy bonita con una mujer... aunque me caen varias chavas, pero de eso después hablamos.