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Toros

Corrobora la México su jerarquía como la plaza de trancas más grande del mundo

Sólo la maestría de Zotoluco y El Juli hizo embestir al manso encierro de Xajay

El Payo, sin recuperar el paso

El juez Roberto Andrade soltó orejas como confeti

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El matador español Julián López salió a hombros de la Plaza México la tarde de este domingoFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Lunes 31 de enero de 2011, p. a42

En la decimotercera corrida de la temporada grande 2010-2011 en la Plaza México, que registró tres cuartos de entrada, hicieron el paseíllo Eulalio López Zotoluco, que llegó a las mil corridas en su exitosa carrera, Julián López El Juli y Octavio García El Payo, ante un encierro de la ganadería de Xajay, decorosamente presentado pero que acusó mansedumbre en varas y escasa codicia en la muleta, salvo el de regalo de Julián.

Pero si se cortaron cinco orejas y un rabo, ¿cómo se puede hablar de mansedumbre? Por el deliberado aldeanismo taurino que nos cargamos gracias a los empresarios, apoderados, ganaderos, autoridades, crítica y público, empeñados todos en confundir embestir con pasar, bravura con repetitividad y triunfar con soltar orejas.

Si no ha sido por la maestría, el rodaje y la casta torera de Zotoluco y El Juli la gente se habría pegado una aburrida, dado que los siete toros de Xajay apenas si tomaron un puyazo y tapándoles la salida, no para castigarlos más sino para que huyeran menos.

Semiparados, sosos y sin emotividad, salvo el segundo de El Juli, con un poquito de motor, el segundo de Octavio, que aun con media embestida hizo cosas de bravo y prendió aparatosamente a su matador, y la bondadosa embestida del regalado por el madrileño, el encierro de Xajay acusó los efectos de buscar la embestida ideal a costa de la bravura.

Y como cereza de pastel, el ánimo festivalero de los espectadores y del juez Roberto Andrade, que repartió orejas de los dos primeros toros entre los maestros y que incluso fueron protestadas por gran parte del público, harto de que por todos lados le tomen el pelo.

Eulalio López ha estado muy bien con la muleta consciente de su condición de primera figura y haciendo embestir, a base de colocación precisa, quietud y mando, a las dos mesas con cuernos que le correspondieron. Otro se habría escudado en la escasa acometividad de las reses para mandarlas al matadero sin pena ni gloria. Cuando Eulalio se perfilaba para estoquear a su segundo, un alucinado en el tendido gritó: ¡viva Felipe Calderón! A las mentadas siguió un volapié volcándose, para obtener, ahora sí, merecido apéndice.

Con su segundo, El Juli desplegó toda su sapiencia y realizó un hermoso quite por tafalleras de compás abierto combinadas con chicuelinas, rematadas con preciosa media. Luego toreó de salón a otro al que más que templar obligó a pasar mediante colocación y toques, malogrando su magnífica labor con cuatro pinchazos.

Regaló entonces a Guapetón, también de Xajay, pobre de cabeza y que pasó con una vara, quitó por navarras y lucido remate y aprovechó cabalmente la repetidora claridad de un torito empeñoso que embestía con la cara a media altura. Puestísimo, vino más toreo de salón, primero con seis muletazos por alto sin moverse un ápice, luego pases de la firma y desdenes, ligó el cambiado por la espalda con el derechazo y desplegó la estructuración a que obliga traer un centenar de corridas toreadas el año pasado. Estocada entera, orejas y rabo, improcedente vuelta a los despojos del bondadoso burel y apoteosis generalizada.

El Payo no debió aceptar tamaño compromiso y menos repetir el próximo lunes 7. Tras un año de aquella cornada en Querétaro no ha logrado retomar el gran paso que trajo en España ni evolucionar en su concepto quietista del toreo. ¿Por qué la renuencia de la empresa a traer a matadores como Juan Pablo Sánchez, Joselito Adame o Ignacio Garibay, entre otros?