Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 12 de diciembre de 2010 Num: 823

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

México, tradición
y violencia

MARISOL SALMONES

Dos poemas
ANESTIS EVANGELOU

Óscar Hagerman, arquitecto
ELENA PONIATOWSKA

Demetrio Vallejo
en su centenario

ÓSCAR ALZAGA

Demetrio Vallejo,
ética y sindicalismo

RICARDO GUZMÁN WOLFFER

La decepción
de los optimistas

BERNARDO BÁTIZ V.

Los pasos del
cine mexicano

RICARDO YÁÑEZ entrevista
con DANIEL GIMÉNEZ CACHO

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

La Otra Escena
MIGUEL ÁNGEL QUEMAIN

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Alonso Arreola
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Los Fernando Rivera Calderón

Hiperquinético y de personalidad múltiple, Fernando Rivera Calderón no sólo posee una visión aguda a propósito del México que lo rodea; además la comparte en distintas pistas desafiando a la inteligencia. Sea como escritor, músico, conductor, locutor o actor, su hacer es una chispeante dialéctica de creatividad y buen humor, dos elementos que para ser efectivos han de verse anclados en la realidad compartida, vinculada con quienes lo siguen de manera fiel.

El primer Fernando que conocimos comenzó a hacerse notar a través de la escritura musical. Antiguo colaborador de la mítica revista La Mosca, luego fue pluma en medios como Milenio Diario, Rolling Stone, Eme Equis y La Revista de El Universal, metiéndose cada vez más en temas extra musicales, cada vez con un mayor conocimiento de su propia personalidad. El segundo Fernando es el de los medios electrónicos. Sea como locutor de las exitosas emisiones radiofónicas El weso o La noche W, o como participante de programas televisivos tipo Matutino Express, Rotativo o La noche boca arriba que condujo para Canal 22, su voz juguetona y físico desgarbado terminaron por redondear al personaje que con la escritura se prefiguraba. El tercer Fernando es el actor, el amante del cabaret, el habitante de El Vicio (Coyoacán) en donde esporádicamente se presentan sus obras, actuadas por él mismo y apoyadas en colegas-cómplices dedicados a las tablas. De entre ellos destaca Marisol Gasé, una de las llamadas Reinas Chulas.

Finalmente tenemos al Fernando músico, el que hoy nos importa y da pretexto, y del que siempre esperamos oír más. De éste, perdonará el lector, debemos hacer una nueva división. Se trata en realidad de otros dos Fernando. Primero está el trovador que canta fugazmente la noticia con su guitarra, abusando a conciencia de formas populares (blues, rock, bolero, ranchero, corrido…) y que, si de grabar se tratara, contaría decenas de álbumes únicamente con lo hecho para radio y televisión. Atento a la cotidianidad, hace y deshace rolas sobre política, narcos, policía y farándula, e incluso se amplifica en El Palomazo Informativo, banda en donde se dio a la tarea de componer un repertorio crítico y desmadroso que magnificaba su juglaría. Luego está el refinado, el Fernando al que le preocupan las formas, los arreglos y el cuidado de las letras, y que, si bien puede tener sentido del humor, no sacrifica sus convicciones en pos de la broma. Ese es el Fernando de Monocordio, un proyecto que llega a cinco discos en estudio gracias a El diablo es el ego de dios, auténtico clímax de un largo esfuerzo.


Monocordio

Si bien la portada es tan oscura como su título (la hizo a óleo el Fernando pintor), El diablo… termina por sonar esperanzador y reflexivo, lleno de buena vibra. Así, aunque el hombre se nos ponga denso, no renuncia a esa ligereza que termina en fácil y sabia elocuencia. De aires sudamericanos, este álbum, según dice su autor, partió de límites preestablecidos que girarían en torno a la voz y la guitarra, pese a los muchos elementos y músicos invitados (lo coprodujo con el talentoso baterista, ingeniero y productor Carlos Walraven, en Tepoztlán). Alientos, cuerdas, teclados, pianos, percusiones y demás elementos consuman un caldo con sabores clásicos bien conocidos por nuestro gusto, pero especiado en forma única, como pasa con las obras que irradian honestidad, visión del mundo. Sobre ella Fernando apunta en su interior: “Me gustaría decir que no se lastimó a ningún corazón durante la realización de este disco. También me gustaría decir que todos los personajes de estas canciones son imaginarios –incluso los reales–, pero definitivamente no es así.” Lo que confirma que tras la relajada sonrisa del cantautor sí hay demonios.

¿Piezas que nos gusten especialmente? Éstas:  “Lo que tocas te toca” (“Lo que culpas te culpa, lo que ocultas te oculta, lo que atas te ata y te delata”), “Olvido olvidarte” (“Olvido que nunca recuerdo olvidarte, recuerdo que un día estabas aquí”), “El futuro del pasado” (“El futuro del pasado es el presente, el presente es el pasado del futuro, el futuro es ese tiempo que está ausente cuando en el presente nada está seguro”) y “Sé”, una de esas letras del Fernando que, en suma, logran todos los Fernando juntos: “Sé que al fin la vida no es como uno la imagina. Uno trata de entender y el alma desafina… Sé que amar es combatir, que el mar se mide en olas. Sé llorar y sé reír, y estar conmigo a solas”… ¡Qué bien que todos los que eres puedan reunirse de pronto en una sola soledad para cantar juntos las cosas que te inundan! No importa que luego se echen a correr como niños, como canicas desperdigadas por el suelo, chupadas por un diablo que, al fin, no es más que el ego de un dios.