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La serie discográfica abre con homenaje a Guillermina Higareda

Rescatan las memorias sonoras del Palacio de Bellas Artes
 
Periódico La Jornada
Domingo 28 de noviembre de 2010, p. 5

Recuperar, preservar y difundir uno de los patrimonios sonoros más importantes del país, son los principios que dieron pie a la colección discográfica Memorias sonoras del Palacio de Bellas Artes, proyecto dado a conocer la noche del jueves con la presentación de un disco compacto en homenaje a la soprano Guillermina Higareda, a cinco años de su fallecimiento.

En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la titular del INBA, Teresa Vicencio, informó que dicha colección tuvo su origen en 2007, cuando fueron halladas 217 cintas magnéticas en el almacén de ese recinto, las cuales registran grabaciones en vivo de óperas, conciertos sinfónicos, funciones de ballet, recitales y conferencias.

El material, explicó, fue enriquecido con la adquisición ese mismo año que la dependencia hizo al coleccionista Armando Pous de un acervo de 647 óperas grabadas en vivo en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, así como en otros escenarios nacionales y de otros países.

En conjunto, se trata de una de las más valiosas memorias sonoras que existen en México, y es nuestro deber preservarla y difundirla entre el público enterado y el resto de la población, dijo.

Según la funcionaria, gracias al Programa de apoyo al desarrollo de archivos iberoamericanos, a la fecha se han digitalizado 183 cintas en 220 discos compactos, con los cuales se ha creado la colección Memorias sonoras del Palacio de Bellas Artes.

El coordinador de este proyecto es el investigador Octavio Sosa, uno de los más importantes y reconocidos especialistas en el campo de la ópera mexicana, quien se ha dado a la tarea de escuchar, evaluar, reconocer y seleccionar cada uno de los registros sonoros.

Sobre el disco de Guillermina Higareda, su productor, el también cantante Héctor Sosa, explicó que se trata de un álbum integrado por 15 partes, en los que puede advertirse y disfrutarse la voz de una de las más importantes figuras que han existido en la ópera mexicana.

Las grabaciones comprenden interpretaciones de 1969 a 1985, todas de funciones en vivo en Bellas Artes, entre ellas pueden encontrarse arias de títulos como Madame Butterfly, Tosca, La Bohéme y Aída, así como una selección de La forza del destino, un material inédito de 1985 que había permanecido archivado.

El criterio de selección del repertorio respondió al gusto del productor del disco, quien describe a Guillermina Higareda como la mejor exponente del lirismo en México: “Su timbre era hermosísimo, además de la gran calidez en su sonido, como el que no ha habido en otras sopranos mexicanas.

Otra de sus cualidades era la sutileza, la dulzura con la que abordaba el repertorio verista: su voz se tornaba un caramelo. Era por demás conmovedora, además agraciada con una belleza física que hacía sintonía con la hermosura de su voz.

Héctor Sosa destaca que la aparición de este álbum es un merecido homenaje a una excepcional cantante a quien le llegó la muerte de manera prematura, a los 65 años.

Pero también, sostiene, es una especie de cachetada con guante blanco contra aquellos funcionarios culturales que la congelaron cuando aún tenía mucho que dar.

Fue una cantante que el sistema desdeñó a partir de la entrada de ciertos funcionarios a la dirección de ópera. Estuvo congelada a partir de 1993, sin importar que Guillermina fue la estrella de las estrellas del Palacio de Bellas Artes durante 30 años; no había función de ópera, una gran gala, donde ella no fuera el centro de atracción. Incluso Irma González (la más importante soprano de la segunda mitad del siglo XX mexicano) la nombró directamente su sucesora, asegura el contratenor.

Al lado de Guillermina Higareda retiraron a Alfonso Navarrete y Roberto Bañuelas, todos, los cantantes más sólidos de aquella época. Quizá ya habían cantando mucho, pero a artistas de esa estatura no puede eliminárseles del juego, porque la que sale perdiendo es la cultura.