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Recibirá en Los Pinos el PND el próximo 20 de noviembre

Mi discapacidad nunca ha sido un obstáculo: Mauro Máximo

Cada que cumplo una meta demuestro que no hay imposibles, dice

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Máximo Mauro de Jesús ha ganado cinco medallas en Juegos ParalímpicosFoto Juan Manuel Vázquez
 
Periódico La Jornada
Martes 16 de noviembre de 2010, p. a15

Mauro Máximo de Jesús entrenaba hace seis días en el campo de lanzamientos del Centro Paralímpico Mexicano. Era muy temprano cuando recibió un telefonema que le anunció que era ganador del Premio Nacional de Deportes 2010 (PND).

El atleta continuó con la práctica, que nunca interrumpe, y unas horas más tarde el director de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, Bernardo de la Garza, llamó para hacer oficial el reconocimiento.

Sintió una fuerte inspiración. Igual que hace un par de años, cuando obtuvo la medalla de oro en lanzamiento de bala en los Juegos Paralímpicos de Pekín. Recordó aquella competencia, que se realizó el 16 de septiembre de 2008, en la que se preguntó cómo sería ganar cuando en su comunidad, Ñapo Buenavista, y en todo el país, se celebraba el Grito de la Independencia. Ese día lanzó la bala a 8.72 metros en el campo del Nido de Pájaro, ante 80 mil asistentes eufóricos. Ganó, rompió el récord mundial y el himno mexicano se escuchó en China.

Aquella fue una hazaña; el premio –dice el atleta–, una recompensa a una trayectoria de trabajo, esfuerzo y disciplina.

Historia de superación

Mauro Máximo de Jesús nació a los siete meses de gestación. En la incubadora sufrió una quemadura de tercer grado en el brazo derecho que le provocó el acortamiento de ese miembro. Creció en una familia otomí, pobre, de Santiago Oxtoc, en Aculco, estado de México. A los 14 años estuvo a punto de perder ese mismo brazo en un accidente en una fábrica de tabicón en la que trabajaba; tuvieron que cortarle los tendones, por lo que ahora no puede asir objetos con esa mano. A los 23 años quedó totalmente paralizado por el síndrome de Guillain-Barré, que atacó su sistema nervioso. Los médicos pronosticaron que no sobreviviría. Yo soy la demostración de que la ciencia a veces falla, dice satisfecho Máximo de Jesús, a sus 53 años.

Durante año y medio apenas pudo mover la cabeza, pero esa parálisis le abrió nuevas posibilidades. Por recomendaciones médicas, la rehabilitación lo condujo al deporte paralímpico. El brazo que sufrió daño en la incubadora, y que estuvo a punto de ser devorado por una revolvedora, le abrió el mundo del éxito en los deportes.

Para mí la discapacidad nunca fue un obstáculo. Cuando ya pude moverme en la silla de ruedas, y con aparatos largos y bastón, empecé a abrirme paso. No esperé a ver qué hacían por mí, porque yo siempre he sido el sostén de mi familia; además, me gusta contribuir con mi comunidad. A partir de entonces su vida es una constante demostración de disciplina y voluntad.

Siempre me he fijado metas. Cada que cumplo una, me demuestro a mí y a la sociedad que no hay imposibles. Con mi brazo como está y mi limitación para caminar, he demostrado que tengo capacidad para el éxito, dice, con esa misma convicción con la que asegura que el único obstáculo al que se enfrenta una persona es uno mismo.

La trayectoria de Mauro es el mejor argumento. Cinco medallas olímpicas: bronce en Atlanta 1996, dos platas, en bala y jabalina, en Sydney 2000; oro y récord en bala, en Atenas 2004; y presea dorada y marca mundial en Pekín 2008. Entre esos metales reúne varios podios en campeonatos mundiales y panamericanos.

“No puedo negar que me llenan de orgullo mis triunfos y, desde luego, recibir el PND –dice, tratando de ocultar una sonrisa–. Pero los premios llegan por el trabajo intenso, son una recompensa. Éste llegó cuando tenía que llegar, es fruto de mi trabajo.”

De lunes a viernes, de enero a diciembre, Mauro entrena desde que amanece en el Centro Paralímpico Mexicano. Así lo ha hecho desde hace 10 años, los que lleva concentrado en esas instalaciones. Una década viviendo ahí como atleta de alto rendimiento. No es un sacrificio –asegura–, porque esta disciplina lo ha llevado a recorrer el mundo y a representar a su comunidad y a todo un país. Si acaso –admite–, lo único que le duele es estar separado de su esposa, Braulia Cadena, y de sus cuatro hijos. Por lo demás, dice estar agradecido con la vida.

Por haber nacido como nací, por todo estoy agradecido. Mi cuerpo no ha sido un obstáculo. Estoy feliz; incluso, mi limitación física me ha permitido crecer y superarme. El próximo 20 de noviembre recibirá el PND en Los Pinos. Mauro levanta el brazo derecho, con el que ha cosechado tantas medallas, e invita a quienes tengan alguna discapacidad a que salgan a las calles: No tengan miedo, porque el éxito no es un privilegio para unos cuantos.