Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 7 de noviembre de 2010 Num: 818

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Donde la vista nos alcanza
RICARDO VENEGAS entrevista con RICARDO MARÍA GARIBAY

Carpentier, espacio y arte de birlibirloque
ORLANDO ORTIZ

El emigrante
LEANDRO ARELLANO

Tres encuentros con Tolstói

Estambul: el ojo de la abuela
LUIS RAMÍREZ TREJO

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
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Germaine Gómez Haro

José Clemente Orozco: cartas inéditas (I DE II)

Coincide con la magna exposición de José Clemente Orozco en el Antiguo Colegio de San Ildefonso la publicación de un libro fascinante editado por Lumen: El joven Orozco. Cartas de amor a una niña, de Adriana Malvido, que relata un pasaje hasta ahora desconocido de la historia del pintor jalisciense.

En 2004 fue subastado en la galería Louis C. Morton un lote de 465 cartas inéditas firmadas de puño y letra y bellamente ilustradas por José Clemente Orozco, dirigidas a Refugio Castillo, con quien sostuvo una intensa relación epistolar entre 1909 y 1921. Gracias a la intercesión de don Julio Scherer, el legajo fue adquirido por la Fundación LAPS (auspiciada por el importante coleccionista de arte Juan Antonio Pérez Simón) y el preciado acervo fue confiado a la autora para su clasificación y estudio. A partir de una selección de las cartas, Malvido reconstruye la historia de amor furtiva que sostuvieron Orozco –de veintiséis años y estudiante en la Escuela de Bellas Artes– y Refugio –de 12 años, que cursaba 5º de primaria– quienes se conocieron en una vecindad del centro de la ciudad donde ambos vivían. Salvo unos cuantos encuentros clandestinos entre 1909 y 1911 –año en que la familia Castillo se muda a Sombrerete, Zacatecas, y no se vuelven a ver– la relación se alimenta de las fantasías de la correspondencia y el singular “noviazgo” se prolonga a lo largo de una década marcada por la turbulencia de la Revolución.

De esta correspondencia se conserva solamente la escrita por el pintor y celosamente guardada en secreto por Refugio, quien al final de su vida y cuando Orozco –ya muerto– era una figura prominente, decide donarla a la Secretaría de Educación Pública a través de un alumno suyo. Por razones desconocidas, éste no cumplió el cometido y el legado permaneció guardado en una caja durante veintinueve años, hasta que su viuda decidió ponerlo a la venta en la casa de subastas. Es así como el amorío de José Clemente y Refugio se da a conocer, casi un siglo más tarde, en la espléndida reconstrucción de la historia que Adriana Malvido consigue en este entrañable relato novelado que nos permite asomarnos por una rendija a los entresijos del alma del pintor. Sus reflexiones estéticas y morales son de una lucidez y una congruencia asombrosas ya desde esos años en los que apenas se gestaba el gran creador sólido y comprometido que llegó a ser. En sus cartas –escribe Malvido– halló “pasión, ideas, sufrimiento, inteligencia, ternura, violencia, poesía, dulzura, humor, delirio, juego, extenuante emoción, neurosis, búsqueda incesante de conocimiento, y sobre todo, rebeldía y deseo”.

Las cartas a Refugio se antojan como una especie de “diario personal” del pintor en el que, además de consignar sus actividades cotidianas, se revela como un magnífico cronista de su época que narra las transformaciones que va sufriendo la ciudad con la llegada de la modernidad, los sucesos políticos que sacuden al país, la revolución artística que se da en la Academia de San Carlos, en fin, sucesos de su tiempo que entrevera con sus muestras de pasión y ternura, sus profundas reflexiones estéticas y, de manera reiterativa y hasta obsesiva, sus dolencias físicas y psíquicas que rozan la neurosis. Su tono va de lo lúdico a la tragedia, de la alegría y humor jocoso a la melancolía y desesperanza… Los miedos e inseguridades que atraviesa su espíritu rebelde en permanente lucha contra las convenciones de la sociedad corrupta e hipócrita que años más tarde plasmará con vehemencia en muchos de sus murales.

José Clemente y su niña Fugito intercambian fotos y remedios para sus respectivos males; él le manda flores y ella le borda visillos y cojines; él le envía recortes de periódicos con las noticias relevantes y ella responde con una imagen de san José para que le quite la flojera… Declaraciones de amor y presentes van y vienen en medio de la agitación de la guerra, pero el noviazgo no se formaliza a pesar de las promesas del pintor y de las súplicas y desesperación de Refugio, quien lo esperó pacientemente una década. En 1921 la correspondencia comienza a espaciarse hasta que se disuelve en el silencio. Dos años más tarde, Orozco contrae matrimonio con Margarita Valladares y Refugio dedica su vida a seguir la vocación magisterial que la convirtió en la prestigiada “maestra Cuca” de Sombrerete.

Más allá de relatar una bella historia de amor platónico, las cartas de Orozco a Refugio son un importante testimonio que arroja luces sobre el pensamiento y sensibilidad del artista en su etapa de gestación, así como un espejo en el que se refleja el cimiento de lo que será la verdadera pasión de su vida: la pintura.