Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 31 de octubre de 2010 Num: 817

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La pasión del reverendo Dimmesdale (la carta escarlata)
ROGER VILAR

Monólogos compartidos
FRANCISCO TORRES CÓRDOVA

Escritura y melancolía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

La política económica
HERNÁN GÓMEZ BRUERA

Leonard Brooks y un mural de Siqueiros
INGRID SUCKAER

Heinrich Böll y la justicia
RICARDO BADA

Relectura de un clown
RICARDO YÁÑEZ

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
ORLANDO ORTIZ

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

Dramafilia
MIGUEL ÁMGEL QUEMAIN

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Miguel Ángel Quemain
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El rumor del incendio, teatro en llamas

El rumor del incendio es un juguete teatral, una mesa de operaciones retóricas donde la historia vertebral se cuenta varias veces de maneras distintas; asombrosas por su frescura en la utilización del video, tanto el que corre al apretar play como el que ocurre en un circuito cerrado colocando objetos y personajes frente a un lente creador de una realidad doble: la que mira mirar y la que se pliega a la humildad de un registro.

El rumor del incendio, creación de Gabino Rodríguez, Francisco Barreiro y Luisa Pardo, es una historia de persecuciones tanto internas como de orden político. Formas de disidencia equidistantes en su origen pero no paralelas. Al menos el testimonio de Lagartijas Tiradas al Sol (en adelante LTS) confía en su convergencia y se pregunta sobre los modos en que la rebeldía obedece a unos ciclos, si es que las cosas se repiten episódicamente, vitales y existenciales.

LTS es un conjunto de asombrosa creatividad e imaginación. Como Théâtre Repère o los rusos de Vasilis Vasiliev (Moscow Theatre Et Caetera), dos compañías en las antípodas: unas geográficas y otras de la lengua, ambos elementos innecesarios para consumar los hechos teatrales que propone este grupo. Si traigo a cuento estos dos monumentos teatrales de finales de los ochenta y noventa es por dos motivos principales: uno es su capacidad para hacer a un lado las determinaciones de la latitud y de la lengua y el otro, por la semejanza organizativa que guardan con la compañía mexicana. Digo organizativa para intentar describir ese poder espiritual que mantiene unidos y fecundos a algunos grupos artísticos.

El trabajo dramatúrgico que propone El rumor del incendio está por debajo de la estructura teatral que sostiene el texto. Pero no deja de ser conmovedor que estos jóvenes se pregunten sobre los motores del cambio social y que no se conformen, que se indignen del autoritarismo que ha recorrido todo el siglo XX latinoamericano. Pero vale la pena que también se rebelen contra la idea de enseñar desde el escenario.


Foto: Gabriela Bautista

Una de las formas de su indignación está instalada en el homenaje a los rebeldes, a las conciencias críticas que fueron inmoladas en nombre del peligro que representaban para México y también, hay que decirlo, por el dolor inmanejable que les provocó entonces la cruel persecución del Estado mexicano.

Enojados y lúcidos, con una energía desbordante que deriva en una voluntad de continuidad, de estructurar una búsqueda de manera episódica, de llevarla a la web y también al papel tras una exhaustiva investigación, estos vigorosos jóvenes viven entre el panfleto y la acción poética.

Son lo que se llamaba, orgullosamente, unos artistas comprometidos: se definen como una cuadrilla y tienen siete años tratando de vivir como piensan, tratando de fundir arte y vida en una coherencia y borrar esas fronteras. Su trabajo entretiene y sabe explorar el humor, pero su propósito fundamental y declarado es crear un espacio para pensar.

Parte de su esfuerzo deriva en un blablablá panfletario, como puede corresponder a un documental escénico sobre la vida de Margarita Urías Hermosillo. El documental aquí es una forma de militancia. Hacer teatro es su modo de participar, de actuar y proponer hipótesis, ensayar posibilidades y proponerse la recuperación de la esperanza sin dejar de lanzar una mirada crítica al pasado. Con todo y que sus ideas libertarias, sus didácticos registros sobre la lucha armada están sostenidos en el aliento siempre poético de presentar los avatares de una vida, no deja de parecer ingenuo este teatro docente.

Es una fortuna que El rumor del incendio sea una producción de la UNAM y que se haya montado en esas cuatro paredes del desafiante Foro Sor Juana, que es un espacio escénico dispuesto para aquellos creadores que descreen en la obligación de la cuarta pared.

Con todo y que lts parece que se convertirá en un proyecto verdaderamente independiente y riguroso, es muy importante impedir que este esfuerzo se diluya en la conclusión de una temporada. Me parece que todos los que creemos en el teatro debemos apostar por la continuidad de este conjunto que nos depara una reflexión profunda y creadora sobre el proceso escénico.

El rumor del incendio forma parte del proyecto La Rebeldía, una indagación amplia sobre el poder y sus resistencias que arrojó publicaciones impresas y electrónicas sobre las que vale la pena indagar.

www.teatro.unam.mx