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Luego del tiroteo el comando se retiró en orden y sin prisa

Acaben con ellos, la orden a grupo de encapuchados con rifles de asalto
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 24 de octubre de 2010, p. 5

Ciudad Juárez, Chih., 23 de octubre. En Félix Candela 2069, colonia Horizontes del Sur, donde horas antes todo era algarabía de jóvenes que celebraban los 15 años del hijo mayor de la familia, ahora mana olor a muerte, miedo, impotencia y sangre derramada.

Mientras los adolescentes se divertían en el patio de la casa y del aparato de sonido se escuchaban canciones, otros jóvenes, vestidos de negro, algunos con capuchas y armados con rifles de asalto, escucharon la voz que les ordenó: ¡acaben con ellos!, y durante cinco minutos dispararon de forma indiscriminada contra niños, mujeres y adultos.

La misma voz, dice uno de los lesionados, ordenó: vámonos, y se retiraron como un pelotón con experiencia militar, en orden y sin prisa.

En el vecindario existe un intenso silencio, sólo interrumpido por decenas de periodistas que llegan a filmar y fotografiar la casa café donde fue el crimen, o de policías que ingresan y se van de prisa.

A las 9:30 de la mañana de este sábado –unas siete y media horas después de la matanza–, en el patio quedan muchos rastros de sangre con huellas de pisadas que llegan hasta la calle. Hay zapatos tirados, bolsas, restos de comida, refrescos y algunas cervezas.

La casa tiene la reja y las puertas abiertas. Por el momento nadie se acerca. La dueña está muerta. La vivienda y varias más fueron acordonadas con cinta amarilla lo más alejado y roja donde estaban regados los cuerpos de seis mujeres y ocho hombres. La calle fue cerrada por la Policía Federal y la municipal.

Desde lejos, en las paredes se ven restos de sangre, igual que los pisos, y nadie podía limpiar o lavar a esa hora, porque es una escena que debe ser resguardada para que los peritos busquen evidencias.

Durante la madrugada, peritos y agentes de la fiscalía general del estado trabajaron en la escena del crimen: embalaron casquillos, tomaron muestras de sangre y casi al amanecer se retiraron.

Los vecinos que en la madrugada salieron a reconocer lesionados y muertos y llevarlos al hospital 66 del IMSS están escondidos. Se les ve espiar por las ventanas. No abren la puerta ni siquiera si se les insiste en que den una versión de los hechos.

Desde dentro, una señora dijo al corresponsal: váyase, váyase, por favor. No me comprometa. No puedo hablar. Si lo hago, vienen por mí los matones, eso nos gritaron anoche.

Agrega que tiene mucho miedo. Uno de los muertos es mi sobrino y no andaba en malos pasos. No sé por qué lo mataron esos malditos.

El frío de nueve grados hace más lúgubre el ambiente. La sangre y el miedo se mezclan con la tierra y el cielo azul del desierto.

Los vecinos de la calle informaron que debido a la delincuencia los juarenses dejaron de acudir a centros de diversión nocturna, pero los asesinos ahora atacan en las viviendas, sin importar que lastimen a inocentes.