oscú. Con la reciente destitución de Yuri Luzhkov como alcalde de Moscú, cargo que ejerció durante 18 años con poder casi absoluto, también cayó en desgracia el monumento a Pedro el Grande.

Y no es que se pretenda en Rusia revisar el papel que desempeñó en la historia el emperador, sino que la mayoría de los moscovitas consideran una descomunal muestra de mal gusto la obra realizada por Zurab Tsereteli, el escultor predilecto del defenestrado alcalde.

Se trata de una mole de 98 metros de altura y casi 600 toneladas de acero inoxidable, bronce y cobre que Tsereteli concibió como monumento a Cristóbal Colón e intentó vender a los ayuntamientos de varias ciudades de Estados Unidos, España y América Latina.

Nadie quiso comprarlo, pero su amigo Luzhkov, cuando el artista sustituyó al personaje histórico, aceptó financiar el proyecto y dispuso que se colocara en un lugar privilegiado del centro de la capital rusa sobre el río Moskvá.

El alcalde en funciones, Vladimir Resin, antes brazo derecho de Luzhkov, propuso desmontar y trasladar a otro sitio el cuestionado monumento, haciendo suya de repente una masiva demanda de los habitantes de esta ciudad, que hasta hace poco rechazaban invariablemente las autoridades capitalinas.

Trascendió que los subordinados de Resin le advirtieron que cambiar de lugar un monumento como ese costaría al presupuesto de la ciudad el equivalente de 420 millones de pesos mexicanos. No importa. Los inteligentes aprenden de los errores de otros, se dice que fue su respuesta a las objeciones.

Por motivos técnicos, el desmontaje del monumento no podrá comenzar antes de la primavera siguiente y, por tanto, todavía hay varios meses para decidir cuál será su nueva ubicación.

Juan Pablo Duch, corresponsal