Pasaban de uno en uno, y con enorme respeto y cariño, como si se tratara de una maestra de la vida más que de una celebridad, la abrazaban, la besaban en la mejilla y la miraban a los ojos mientras algo decían. Más que pedirle que se tomara una foto con ellos, parecía que los asistentes declaraban amor a Chavela Vargas.

También le hacían regalos a la cantante, como un enorme retrato.

Una joven con el cabello pintado de azul se tocó el corazón mientras le decía algo. Un señor cuarentón, muy serio y formal, se tomó una foto con ella y luego le besó la mejilla. Un joven, acompañado de un pequeño perro, le dijo palabras apresuradas, como si tuviera urgencia.

¡Gracias por todo!, exclamó una muchacha que, por la emoción, olvidó la cámara.

Recuérdenme como quieran

Estas expresiones contrastaban con la actitud de los reporteros de televisoras que luego se le acercaron en tono condescendiente. Le preguntaron cosas como ¿qué colores simbolizarían su vida? O “¿Le dedica este libro a Monsi?” Chavela, aguda, contestó a ¿cómo le gustaría ser recordada?: Recuérdenme como quieran.

Vargas estuvo en un foro de la Feria del Libro en el Zócalo capitalino, donde presentó Las verdades de Chavela (editorial Océano), junto con la coautora, María Cortina, y Ana Gloria Moya. En lugar de firma de libros, hubo una toma de fotos. Muchos, muchísimos, eran jóvenes.

Nos conocimos en España, contó María Cortina. La periodista trabajaba en la embajada de México en ese país. Chavela Vargas se alojaba en la Residencia de Estudiantes en Madrid, y le contaba a Cortina: “Anoche me quedé muy desvelada platicando con Federico García Lorca…”

Después de años de pláticas, contó que Chavela le dijo: Hemos hablado tantas horas, que tú y yo podríamos escribir un libro. El resultado es Las verdades de Chavela.

Estoy aquí, estaré siempre, dijo Chavela antes de que se iniciaran las tomas de fotos o declaraciones de amor, como se le quiera ver.