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Respetemos su humor y alegría de vivir: Hugo Gutiérrez Vega

La FILU recuerda a Monsiváis en una fecha emblemática para él
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 3 de octubre de 2010, p. 4

Jalapa, Ver., 2 de octubre. Acompañante incansable de lo que él llamaba las causas perdidas, lo cual en muchas ocasiones le valió la definición de ser el ajonjolí de todos los males, Carlos Monsiváis no necesita homenajes póstumos, sino sólo recordar su humor, su alegría de vivir, su espíritu solidario y continuar con la defensa de todas esas causas que envolvieron su vida, aseguraron quienes lo recordaron en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) organizada por la Universidad Veracruzana.

Este 2 de octubre, fecha emblemática para el escritor, quien acompañó al movimiento estudiantil de 1968, el poeta Hugo Gutiérrez Vega dijo que Monsiváis mantuvo hasta el final de su vida el sentido del humor y el espíritu democrático a prueba de las tentaciones del elitismo, pese a que su genialidad y su prosa le daban derecho a ellas.

Fue el intelectual público más activo e influyente de los años recientes, y contó con la devoción de un pueblo que lee poco, dijo a su vez el caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón, quien citó como ejemplo las exequias de Monsiváis en el Palacio de Bellas Artes, donde la gente se arremolinaba para tocar el féretro.

En la mesa redonda convocada en el contexto de la FILUV también participó Alejandro Brito, editor del suplemento Letra S, de La Jornada; entre los espectadores se encontraba el escritor Sergio Pitol.

La devoción que la gente más desprotegida le profesó a Carlos Monsiváis se debe a que “fue el intelectual público mas importante del país en las décadas recientes; no sólo lo conocían, sino que estaban agradecidos porque Monsi, figura pública respetada, tuvo el valor de estar con ellos”, refirió El Fisgón.

Los panelistas recordaron con humor que desde hace tiempo  Monsiváis fue elevado a los altares populares al ser beatificado como el Santo Patrono de las causas pedidas, en un país de intelectuales orgánicos y escritores que hacen caravanas al poder.

Las causas perdidas iban tras él

En el autor de Días de guardar, refirió Brito, cupieron todas las luchas: las de obreros, roqueros, ecologistas, feministas, activistas del movimiento gay y promotores de los derechos de los animales.

No era buscado por las causas, las causas lo buscaban, pues se convirtió en interlocutor imprescindible de los movimientos sociales, al ser observador agudo y crítico de los procesos sociales. Sorprendía su congruencia, su pasión crítica y su capacidad de resistencia, inusuales en un medio intelectual de bandazos, incongruencias, capitulaciones y falta de autocrítica.

Gutiérrez Vega definió al cronista como analista acucioso de las realidades culturales, heredero de intelectuales del virreinato y la Reforma, que “le entregaron la estafeta de los estudios culturales sobre nuestro país, y él cubrió su trecho del viaje con enorme talento e incomparable ingenio.

“Su curiosidad constante se asomó a los secretos y realidades más recónditas de lo que los demagogos llaman el ser nacional; no desdeñó ninguna marca ni peculiaridad del rostro del país, desde la más humilde, entrañable y pícara carpa de barrio hasta el esplendor del art deco azteca y maya del Palacio de Bellas Artes.”

Cumplió su pasión por las letras, el cine y las causas de la sociedad, dijo Gutiérrez Vega, con sentido del humor y espíritu democrático a prueba de las tentaciones del elitismo al que le daban derecho a pertenecer su enorme inteligencia, su erudición viva y actuante, su prosa ilimitable, y eso que Octavio Paz llamó ocurrencias con una polémica memorable que no es otra cosa sino genialidad, capacidad de observación y de interpretación combinadas con un espíritu solidario y una actitud de goce legítimo y profundo de los alimentos terrenales y los frutos de la inteligencia.

La voz de Gutiérrez Vega se quebró, y confesó: no puedo evitar llorarlo, pues fue mi hermano querido. Respetemos su humor y su alegría de vivir, su espíritu solidario y su defensa de todas las causas justas y buenas, y ya me callo, Carlos, pues ya estoy escuchando tus comentarios sobre la sensiblería que amenaza con acogotarme. Al fin, Carlos, para ti, para todos, tarde o temprano, el resto es silencio. Dios te cuide.