Opinión
Ver día anteriorMartes 24 de agosto de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Casualidades en política, ni de broma

Peña Nieto en EU

Ebrard contra los demonios

B

ien dicen los expertos en fenomenología política que en este campo no hay, ni de broma, casualidades. Esto al tratar de analizar un par de hechos entre sí que podrían estar unidos sólo por la casualidad, pero no es así. Se trata, desde luego, de la visita de Enrique Peña Nieto a Washington, y de las reflexiones del comandante Fidel Castro sobre la figura de Andrés Manuel López Obrador.

Pues bien, resulta que en sus vacaciones, el candidato de Televisa, con todo el tiempo del mundo, buscó, afanosito como es, a alguien con quien hablar, de lo que fuera –lo importante era la foto–, pero que perteneciera al equipo de la Casa Blanca. Y logró su objetivo. Lo recibieron en la mismita entraña del imperio, diría el comandante, y hablaron de cualquier cosa, nada trascendente, al parecer, y se tomaron la foto.

La idea parecía bien concebida. La fama del hombre lo hacía penetrar los muros del imperio. Buena carta para los que aseguran que la solución de los problemas del país está al otro lado del Bravo. La foto daría certeza de la altura a la que puede volar el gobernador. Así querían que se leyera aquel encuentro, que no serviría para nada que no fuera cargar el costal con otra imagen del político mexicano, rumbo al 2012.

Días después, no muchos, por supuesto, el estadista cubano, que antes de la elección de 2006 fue internado y permaneció en un hospital durante cuatro años, decidió decir no lo que su corazón le aseguraba, sino lo que tenía en solvencia de los datos. El dicho del comandante lastimó a muchos y enfureció a otros, pero los que pudieron se lanzaron otra vez en contra del tabasqueño que, sin olvidar lo sucedido, está metido en su trabajo hasta las orejas.

Pero lo peor de todo esto fue la respuesta de la cancillería mexicana, que tratando de ser elegante en su respuesta al líder cubano, quedó en ridículo. Le deseó, por ejemplo, al pueblo de la isla que pronto logre tener elecciones libres, como si las que se dieron en México en 2006 hubieran sido ejemplo, cuando para todos, incluyendo a las máximas autoridades electorales, esos comicios estuvieron plagados de irregularidades, trampas en las que no faltó la abierta participación de Vicente Fox: la desgracia de México.

Entonces, si Fidel Castro no lanzó el obús antes seguramente fue porque su enfermedad no se lo permitió, pero si de lo que se trata es de encontrar, a como dé lugar, un pretexto para descalificarlo, sería bueno que sus detractores pensaran que ése, al que ahora llaman viejo, siempre ha sabido medir los tiempos políticos con asombrosa exactitud. Total, si así quieren que se den las cosas recuerden que más sabe el diablo por viejo...

Y ya que hablamos del diablo, no se nos debe olvidar que en los últimos días se soltaron los demonios, y todos andan vestidos de sotana. Claro, nos referimos al pleito entre Marcelo Ebrard y buena parte de la jararquía católica, ésa que en su momento supo ocultar todos y cada uno de los pecados del llamado padre Maciel, que también se escandalizó y se sintió herida porque en esta ciudad de México se dieran libertades que, según el sacerdote Sandoval Íñiguez, van en contra de la moral de su religión.

El asunto ha servido, como ningún otro, para poner al jefe de Gobierno en un envidiable sitio de la política nacional. Así, mientras Peña Nieto fue a buscar al Papa, en un gesto, además de demagógico, fuera de la militancia política que exige laicidad en los gobernantes, Ebrard defiende con todo las libertades que demanda una entidad como el DF, y principalmente la ley.

Por eso no falta quien asegura que si a alguien maiceó Marcelo, fue al propio cardenal, que lo ha colocado en el top de las encuestas.

De pasadita

¿Será verdad que el viejo proyecto de la torre Bicentenario ha cobrado nueva vida, y que ya se soltaron los proyectos para redefinir su construcción, cuando aún se tiene muy atorado aquello de la Súper V? Por lo pronto, algunos cercanos al jefe de Gobierno lo andan diciendo en tertulias de café. ¡Aguas!