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EU, Rusia, China e Israel, los mayores fabricantes y usuarios de estas armas, no firman la convención

Entra en vigor la norma internacional que prohíbe el uso de las bombas de racimo
 
Periódico La Jornada
Lunes 2 de agosto de 2010, p. 21

Nueva York, 1º de agosto. Figuran en el arsenal de casi cualquier país y fueron recurso común de los ejércitos desde la Segunda Guerra Mundial; sin embargo las bombas de racimo, que según los expertos matan más civiles que soldados, tienen las horas contadas.

La convención internacional sobre bombas de racimo que entró en vigor este domingo 1º de agosto prohíbe este arma tan mortífera como indiscriminada.

Pero mientras políticos de todo el mundo, entre ellos el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y hasta el papa Benedicto XVI, saludaron la prohibición, ésta no incluye a Estados Unidos, Rusia, China e Israel, los mayores fabricantes y usuarios de estas armas, que no firmaron la convención.

Las bombas de racimo se abren en el aire y diseminan multitud de pequeñas granadas, incluso centenares, según el modelo. Lanzadas con artillería pueden desatar una verdadera lluvia de explosivos que convierte el campo de batalla en un infierno.

Es una estrategia utilizada, por ejemplo, para destruir vehículos de todo tipo e incluso tanques, mucho más vulnerables en la parte superior que en los costados. Y, por supuesto, para matar personas.

Hay investigaciones internacionales que cifran en 98 por ciento las víctimas civiles de las bombas de racimo, dice Thomas Kuchenmeister, director de la organización alemana contra las bombas de racimo Aktionsbundnisses Landmine.

El motivo: armamento de este tipo suele utilizarse para limpiar terrenos del tamaño de un campo de fútbol y arrasar indiscriminadamente con quien se encuentre en el lugar.

Pero el mayor peligro son las granadas que no estallan, señala Steve Goose, de Human Rights Watch. Incluso con los tipos de munición mejores y más modernos se da una tasa de entre un cinco y un 10 por ciento de granadas que no explotan.

Los proyectiles quedan así en el escenario del combate librado anteriormente, pero siguen matando mañana, cuando en el sitio ya no hay soldados, sino civiles.

Y todo esto con un añadido macabro: Como son de colores atraen sobre todo a niños. Y pueden estallar incluso después de años.

La lista de conflictos donde se utilizaron bombas de racimo es interminable. Entre los casos más recientes, la Organización del Tratado del Atlántico Norte las usó en la guerra de Kosovo en 1999; Estados Unidos lo hizo en Irak en 2003; Israel y Hezbollah en Líbano en 2006; y Rusia y Georgia en 2008.

Según la ONU, entre 1978 y 2000 fueron desactivadas 1.6 millones de granadas en campos, calles y pueblos de todo el mundo. En ese mismo periodo murieron 2 mil 812 personas por explosivos sin estallar. Entre las víctimas apenas hubo soldados.

Con la Convención sobre las Bombas de Racimo se intentará cambiar esta situación. El texto prohíbe el uso, la comercialización e incluso el almacenamiento de ese armamento.

El problema es que lo hace sólo para los países firmantes, entre los que no figuran los que más bombas de racimo poseen: China, Rusia, Estados Unidos e Israel.

Pero soy optimista y creo que al menos Estados Unidos se plegará, confía Goose. En realidad, ningún país quiso esta convención. Se formó en primer lugar gracias a la presión de la gente, de iniciativas ciudadanas.

Como ocurrió con las minas, la iniciativa provocó una ola de adhesiones. No creo que se mantenga mucho tiempo al margen, al menos para los países democráticos.