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Año bisiesto, ganadora en Cannes, será estrenada mañana en Expresión en Corto

México, país de muchas máscaras: importa el éxito y ser amable: Rowe

Soy extranjero, pero me gustaría ser uno que entendiera a esta nación a profundidad

Como periodista tocas las vidas de muchas personas, pero nunca se ahonda, comenta

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Considero una gran victoria del cine mundial que una película humilde gane un galardón como la Cámara de Oro, expresa el australianoFoto Julián Istilart
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Jueves 29 de julio de 2010, p. 8

Michael Rowe, australiano blanco como el tuétano y con todavía un pequeño acento anglo, puede recomendar un lugar barato para graduar anteojos en la colonia Guerrero, o descubrirte las grandes obras de Vicente Leñero o las joyas escondidas del cine mexicano. También, y por si fuera poco, puede presumir de ser el primer director de nacionalidad mexicana en ganar la Cámara de Oro a la mejor opera prima en la pasada edición del festival de Cannes.

Delgado, vegetariano y con la paz que inspira un Hare Krishna, este audaz viajero ha forjado su conocimiento de la sique mexicana a través de 16 años vividos en cuartos de servicio en azoteas de edificios de colonias como la Narvarte, Tepito o San Cosme.

Año bisiesto, su largometraje ganador, narra la historia de una reportera oaxaqueña que emigra a la ciudad de México y encuentra en el sexo y el sadomasoquismo un escape al aislamiento al que la arrincona su profesión y la gran metrópoli.

La protagonista, caracterizada por la actriz Mónica del Carmen, llevará a sus padres, de Miahuatlán de Porifirio Díaz, Oaxaca, al estreno nacional de esta película el próximo viernes 30 de julio en el Festival Expresión en Corto de Guanajuato. Michael Rowe hará lo propio con los suyos el próximo 6 de agosto en el Festival Internacional de Cine de Melbourne, Australia.

Sentimiento de soledad urbana

–¿Qué le da el oficio de periodista al sentimiento de soledad urbana que experimentan sus personajes en Año bisiesto?

–Como periodista tocas las vidas de muchas personas por medio de entrevistas o de notas, pero nunca se profundiza, y al día siguiente la historia va cambiando, como en el mismo periódico. Mucha gente entra a tu vida, pero también sale. La otra parte es la gran capacidad de comunicación que hay hoy día, que irónicamente no ayuda tampoco. La mayoría de los contactos sociales que tiene el personaje son por Internet o por teléfono. Si bien son contactos, no son de los que le ayuden a amortiguar su soledad. Como no son contactos cara a cara, no nutren su alma.

–¿Cómo fue el sentimiento de soledad urbana que experimentó en una gran urbe como el Distrito Federal?

–Las raíces emocionales de este personaje están en mi propia experiencia de soledad, de cuando llegué al país hace 16 años y viví solo como siete años, en total; mucho de ese tiempo sin hablar bien el idioma, sin tener contacto, sin conocer gente. Esa experiencia a cualquier edad, aunque ya era adulto, es difícil, pesada, causa sus estragos.

–En una parte de la película, la actriz protagónica dice: Pinche pueblo bicicletero, qué bueno que me fui de ahí. ¿Qué refleja esto de la realidad social de migración urbana en México?

–Mucha de la soledad que vive el mundo y la gente en México tiene que ver con no poder ser reales con nadie. Es un país de muchas máscaras, donde el aspecto social importa mucho. Es importante ser exitoso, ser amable. Es importante tener buenos ingresos. Hay muchas cosas que tienen mucho peso a nivel social para Mónica en Año bisiesto. Aquí la verdad es que no le va bien, no tiene muchos amigos, pero como ella es la que logró salir de su pueblo y está viviendo en el Distrito Federal, la gente la tacha de exitosa. Esto es una ficción que elige perpetuar para no causar preocupaciones en su casa y también para beneficio propio, y la deja más aislada que nunca porque no puede compartir sus tristezas con nadie. Lo más profundo de su aislamiento yace en las mentiras, en que no puede hablar con nadie acerca de la realidad de su vida.

–Es una película llena de simbolismos. ¿Qué valor simbólico le da el que haya sido filmada 99 por ciento en un pequeño departamento?

–Desde el sicoanálisis de Freud, la casa es conocida como metáfora onírica para la sique; entonces esto es una metáfora para el aislamiento inherente de la condición humana. El departamento de Laura es finalmente como su cabeza, de la cual no puede escapar, y ve a los demás a través de las ventanas, como uno a través de los ojos. Es el aislamiento irreductible de la condición humana. Desde luego, también tuvo una raíz presupuestal, pero a la hora de escribir busqué una historia que se potencializara en un espacio muy reducido.

–¿A menos recursos económicos, hay una necesidad de crear un guión más original, una historia mejor construida?

–Realmente lo que se necesita para contar, para hacer una buena película, es un buen guión, buenos actores y una cámara que grabe o que filme, y punto. Creo que es muy fácil dejarse distraer por la parafernalia de la producción. Tener poco presupuesto te obliga a que esté muy bien tu guión, eso es totalmente cierto. Hay un proceso sicológico creativo que no entiendo muy bien, pero que me parece que es universal, y es que cuando tienes muy delimitadas tus posibilidades de movimiento, por alguna razón se potencializa un proceso sicológico creativo mayor. De los grandes poemas de la historia hay una gran parte que son sonetos, una forma rigurosísima.

Como el cine es imagen es muy fácil que el público se quede sólo con ella y se olvide de la historia, y si no tienes muchas herramientas para hacer una imagen sobresaliente, te obligan a enfocarte en la historia, que es la raíz, la columna vertebral de todo buen cine, sin excepción. Hice esta película hasta la etapa de posproducción con el dinero con el que se hacen muchos cortos. Considero una gran victoria del cine a escala mundial que una película tan humilde de presupuesto haya podido ganar ese premio.

Supercontento... tengo con qué filmar mi próxima película

–Se ha descubierto como un director con talento y acaba de ganar un premio que le da un impulso muy importante. ¿Cómo se siente de cara al futuro próximo?

–Supercontento, muy optimista. El premio económico para la Cámara de Oro es de 55 mil euros en material de filmación Kodak. Eso me lo convirtieron en Francia en pies de material fílmico y me dijeron que me alcanzaría para tres cuartos de un largometraje. Yo vi el pietaje y dije, no manches, eso me alcanza para dos películas aquí en México. Tengo con qué filmar mi próxima película, por lo pronto.

Ha sido un cambio de vida cualitativo para mí, en el sentido de que trabajé varios años en rubros que no me eran propios para poder comer y mantuve una vida alterna en las noches o los fines de semana luchando por hacer cine o escribiendo guiones. Ahora es justamente lo inverso: lo que soy es cineasta. Se han alineado por fin mi vida personal y creativa con la profesional. Es increíble que me haya pasado esto casi a mis 40 años.

–La personaje principal, Laura, experimenta cosas muy perversas y desagradables para el común de la gente. ¿Qué aprendió de este mundo del sadomasoquismo y del sexo como instrumento de poder y violencia sicología?

–La etapa de aprendizaje para mí viene desde el guión que escribí; lo que había que aprender lo aprendí. Sin embargo, los personajes te enseñan cosas, uno no es necesariamente autor de todo lo que sale. Aprendí, para mi sorpresa, que los lazos sociales y familiares son nuestra única esperanza de salvación ante un aislamiento absoluto que se puede volver sicótico.

–Dice que a pesar de haber vivido más de 16 años en el Distrito Federal, la gente lo sigue considerando extranjero, por su aspecto físico y por su acento. ¿Esto le sigue causando conflicto?

–Ya me resigné. Durante muchos años quise ser la persona más chilanga: más alburero que los mismos taxistas, más mexicano que el propio mexicano, pero recientemente me di cuenta de que eso no va a pasar, que después de 16 años de vivir acá todavía se me nota el acento, se me resbalan detalles del lenguaje. Soy extranjero, pero me gustaría pensar que soy un extranjero que entiende a México muy a profundidad y que ha vivido muchas cosas que quizás muchos mexicanos no. Tengo alma de australiano, y quizás parte de lo interesante de esta película es que la sensibilidad narrativa que la rige en el fondo es muy europea, y el encuentro con una historia muy latina, muy mexicana; a lo mejor de ahí es de donde surge lo interesante de este mestizaje.

Año bisiesto se estrenará mañana en el Teatro del Estado de Guanajuato, en el Festival de Cine Expresión en Corto. Después estará en el Festival de Cine de Chihuahua (en agosto) y en corrida comercial a partir de septiembre.