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Dirige recorrido nocturno por el Munal

Emmanuel Carballo abordará el binomio pintura-literatura
 
Periódico La Jornada
Jueves 22 de julio de 2010, p. 6

Las correspondencias, vínculos y entramados que se tejen entre la pintura y la literatura, y que muchas veces permanecen ocultos, serán motivo de reflexión del escritor y crítico literario Emmanuel Carballo durante un recorrido nocturno por el Museo Nacional de Arte (Munal).

Vamos a hablar de pintura y literatura, de pintores y escritores, de sus puntos de contacto, de sus ideas madres, en unos y otros, de sus líneas de contacto, subterráneas y por encima de la tierra, dice Carballo en entrevista telefónica desde su casa de Cuajimalpa, que comparte con la también escritora Beatriz Espejo.

El recorrido, que se llama Once pintores y una musa, es parte del programa Jueves de Arte y Literatura en el Munal (Tacuba 8, Centro Histórico); se realizará hoy a partir de las 19 horas y se podrá participar previa inscripción no gratuita en el teléfono 51303400.

Voy a hablar de retratos de pintores sobre escritores, y de pintores retratando a una misma mujer: María Asúnsolo, de niña, adolescente y ya como una mujer madura, la más bella de México en los años 30 y 40 del siglo XX, agrega Carballo.

Hay cosas muy interesantes en el vínculo pintura-literatura, muchas afinidades, unos con palabras, otros con colores y líneas. Es una visión del mundo muy parecida, con diferentes métodos y fines, pero al fin y al cabo hay correspondencias.

Carballo da un ejemplo. Juan Soriano podría parecerse un poco, quizá, a Xavier Villaurrutia. Aunque pondera: En arte no hay dos pintores iguales ni dos obras del mismo pintor que tengan el mismo estilo.

Para México, comenta, ya desde la novela de la Revolución (Martín Luis Guzmán, Mariano Azuela y otros) ésta tiene mucho que ver con el muralismo.

La pintura muralista corresponde poéticamente a textos inflamados, de gran contenido emocional: la patria es primero, daré mi sangre por defender mi bandera, mis ideales. No hay poesía equivalente a la novela de la Revolución.

Cuando termina el auge del muralismo y la Escuela Mexicana de Pintura, que produce tres genios de primera magnitud en la plástica universal: Rivera, Orozco y Siqueiros, viene una pintura que pasa del mural al caballete.

“Es la época de Roberto Montenegro, Juan Soriano, Ramón Alva de la Canal, Manuel Rodríguez Lozano, que es muy importante, Federico Cantú, Jesús Guerrero Galván, Carlos Orozco Romero, de grabadores y dibujantes.

“Estos pintores rompen con la Revolución y fueron quizá hasta contrarrevolucionarios políticamente, pero muy revolucionarios desde el punto de vista de la técnica, la estructura y el estilo. Eran vanguardistas.

Ellos y otros ya no van a pintar la historia de México, sus problemas, ya no van a dar lecciones de historia. El arte deja de ser propagandístico y empieza a dedicarse a decir lo que el artista siente, piensa o sueña, el surrealismo.

Y la literatura correspondiente es la de los Contemporáneos, con Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer, José Gorostiza, Jorge Cuesta y Gilberto Owen. Como grupo, quizá uno de los más importantes, poéticamente, del siglo XX.

La musa del título del recorrido por el Munal es María Asúnsolo y los 11 pintores son los que hicieron retratos de ella, como María Izquierdo, Soriano, Orozco Romero, quien tiene dos, de niña y ya como mujer madura; Federico Cantú, quien siendo dibujante hizo uno con líneas y colores, o Guerrero Galván.

“Y quizá el mejor de todos, con dos cuadros extraordinarios, es David Alfaro Siqueiros, quien pintó a Asúnsolo como él cree que fue de niña, aunque quizá vio fotografías de ella, y logró un retrato soberbio, que puede figurar entre los grandes retratos que se hicieron en México y el mundo en 1935.

El otro cuadro de Siqueiros es Asúnsolo como mujer, la más bella de México en esa época. Ella tenía su salón, recibía a pintores, escritores, políticos, gente inteligente, bellezas del momento, a 300 y algunos más, como se decía en ese entonces.

Esos retratos, dice Carballo, deberían servir de ejemplo creativo a los pintores jóvenes y como una muestra de generosidad a los coleccionistas, pues Asúnsolo donó todos sus retratos al Munal.

La mejor manera de que se conserven las grandes colecciones y pasen de generación en generación, es que sean donadas a los museos, señala.