Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 4 de julio de 2010 Num: 800

Portada

Presentación

“El resto es silencio”
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Un gato de trapo para Carlos
RICARDO YÁÑEZ

Días de guardar con Carlos Monsiváis
MIGUEL HUEZO MIXCO

Respiren aliviados los malditos
JORGE MOCH

1966, el año cero de Carlos Monsiváis
HERMANN BELLINGHAUSEN

Carlos Monsiváis: conciencia y compromiso
JESÚS RAMÍREZ CUEVAS

Sobre Pedro Infante....
ENRIQUETA CABRERA entrevista con CARLOS MONSIVÁIS

Querido Carlos
LUCINDA RUÍZ

Famas póstumas de Carlos Monsiváis
MARGARITA PEÑA

Melancolía de las conversaciones pendientes
ALEJANDRO BRITO

Columnas:
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Luis Tovar
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Monsiváis

A la R.

Si alguien se hubiera dado a la tarea imposible de llevar el apunte exhaustivo de todo aquello que Carlos Monsiváis escribió y dijo de viva voz, muy posiblemente habría encontrado, junto al sentido del humor y la ironía, una constante más: el cine. Ya Lugarcomún y Perogrullo se han encargado, en estos días de luto, de referir la siempre confesa pasión cinematográfica de Monsiváis, cuyo inicio hay que fijar hacia 1945, en un cine Bretaña que hace ya muchos años dejó de existir, y que luego se manifestó, durante toda la década de los años sesenta y poco más, en el programa radiofónico El cine y la crítica.

Considerando su bien conocida ubicuidad, queda por averiguar si realmente son sólo nueve sus intervenciones en la pantalla cinematográfica, y si a Un alma pura y Los Caifanes, de Ibáñez; Tajimara, de Gurrola; En este pueblo no hay ladrones y Las visitaciones del diablo, de Isaac; Emiliano Zapata, de Cazals, La guerrera vengadora, de Chagoyán; Un mundo raro, de Casas y Acosada, de Fernández Violante, debe sumarse no sólo el guión que escribió para México de mis amores, sino un número de apariciones indeterminado, como indeterminada es la cantidad de textos en los que incluyó alguna referencia/opinión/símil de cinéfilo irredento, que se suman a sus bien conocidos trabajos específicos sobre el tema, es decir a las Notas sobre la cultura mexicana del siglo XX, que forman parte de la Historia general de México, y los libros El crimen en el cine, Rostros del cine mexicano, Recetario del cine mexicanoA través del espejo: El cine mexicano y su público (en coautoría con Carlos Bonfil), Diez segundos del cine nacional, y el más reciente, Pedro Infante: las leyes del querer.

A MONSI LE CONSTA

Menos que mínima, la que sigue es una muestra de lo mucho que Monsiváis dijo sobre el cine, en particular del mexicano, y que bien haremos en recordar y releer los cinéfilos, tanto los normales como los que chambeamos de críticos.

“[La industria cinematográfica de México] logró crear una nación sentimental, que hasta ese momento no existía.”

“El noventa por ciento de las películas que se filman son pavorosas.”

“El papel de traductor privilegiado de lo contemporáneo le toca al cine mexicano y norteamericano, que resulta el gran traductor de estilos de vida que se imitan o se envidian o se detestan; de viajes imaginarios, de visiones panorámicas de la sociedad, no por falsas menos integradoras; de la catarsis al mayoreo en las butacas, de regocijos y duelos comunitarios y, de manera muy fundamental, de modelos verbales. Y dijo el cine Así meritito se habla y así merito habló la población.”

“El cine será importantísimo en la evolución y en el enriquecimiento del idioma y del sonido del habla popular. En el caso de México y durante el tiempo que dura su influencia, con la pedagogía involuntaria del caso, el cine nacional produce lo antes no muy perceptible: un habla nacional fundada en el centralismo que a las variantes nacionales les concede únicamente el rango de lo pintoresco.”

“Estoy convencido que el cine modificó el modo en que se hablaba en la Ciudad de México, luego en el país.”

“Desde los años setenta, la desaparición o el arrinconamiento de la censura idiomática y la caída de la industria cinematográfica mexicana conducen a la explosión de un habla popular cuya función básica, según creo, es asimilar o neutralizar la violencia física, la violencia de las ciudades, mucho más que expresarla. Juegos pirotécnicos, de un sonido antes detenido en la tipicidad que sí puede entrar en su hogar, estallan los chingar, los pendejos, los carajos, los ¡Me cae de madres!, los pinche cabrón, los culeros. Al principio se festejan como conquistas de la libertad de expresión; hoy, ante su abundancia impresa y hablada, empiezan a dar igual o a aburrir. Nunca creí, llegado el momento, que el tedio me dominase cada vez que escucho a alguien hablar sustentado en este vocabulario que antes se creyó la flor de la libertad de expresión. ¿Cuántos chingar se necesitan para construir una frase memorable? Aquí el cine ya no se anticipa a la sociedad:  la sigue en sus usos y costumbres más rutinarios exhibiendo la banalidad de creer en el poderío de las malas palabras, sea para prohibirlas o para prodigarlas.”

“El público del pueblo y de barriada, aunque no lo admita, usa las películas para inventariar los ambientes familiares, y en ellos los actores de carácter son determinantes, cada uno de sus rostros un paisaje conocido, un buen augurio, un signo de amenaza, la confirmación de que se está en el cine y que el cine es la otra familia, el otro pueblo natal, la otra ciudad en que se vive, se goza y se padece.”

“Si el público de alguna manera no es el gran extra de las películas, no hay cine”