Opinión
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Balance de la Jornada

Hazaña charrúa

U

n histórico pase a cuartos de final logró el técnico de Uruguay, Óscar Tabárez –el estratega peor pagado del Mundial con unos 250 mil dólares al año–, cuya hazaña enloqueció a su país tras vencer a la aguerrida Sudcorea y ubicarse en esa etapa después de 40 años.

Tabárez, tras Italia 1990, tuvo un paso fugaz por clubes europeos, vivió en el desempleo de 2002 a 2006, pero fue un agudo observador del balompié, hasta que le devolvieron el timón de la selección. En el camino a Sudáfrica pasó de malquerido a bienamado, con altibajos que lo llevaron casi al cese y a la repesca. Fue el último de 32 participantes en alzar la mano.

La celeste vivió 60 años del recuerdo (en 1950 logró su segundo título del orbe). Tanto tiempo con el trofeo en el desván provocó que la frase de garra charrúa perdiera vigencia, al punto de que Diego Forlán redefinió: La garra charrúa no es un mito. Jugamos fuerte, es intrínseca a la selección.

Luis Suárez, el goleador de la liga holandesa hoy está meciéndose en los cuernos de la luna, volando por encima de las expectativas de figuras consagradas como El Niño Torres, Messi, Cristiano Ronaldo, Kaká, Rooney y otros que ya se fueron con más pena que gloria.

Esta vez no hubo milagro y la Concacaf perdió a su segundo sobreviviente, antes se fue Honduras y sólo queda México. Un fatigado Estados Unidos alargó su agonía hasta los tiempos extras, pero al final mordió el polvo ante su coco. Como en Alemania 2006, Ghana se encargó de echarlo y de paso se instaló como el digno representante del continente anfitrión.

El Tri busca cambiar el curso de una historia adversa. Se logre o no, mientras los directivos de clubes mexicanos no se quiten la adicción de importar creativos y delanteros, no habrá bases que respalden las optimistas palabras de los seleccionados en Johannesburgo.

Ricardo LaVolpe es el único timonel que en una década dio un triunfo a México en partido oficial frente a la albiceleste: en la Copa América 2004. El argentino viene de nuevo al caso, justo cuando propios y extraños reconocen que hace cuatro años el Tri era un equipo mejor trabajado.

De mala gana cumplió Aguirre con la obligada rueda de prensa de la víspera. Hace no mucho, dijo haber aprendido la lección y prometió corregir los errores de Corea-Japón, pero hoy quizá sólo busque dar coherencia a la descomunal campaña publicitaria donde empeñó su imagen, para no quedar como un perdedor.