DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   31 DE MAYO DE 2010
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación

Principales características biológicas de las tortugas marinas
Martha Harfush

La contaminación de los mares y las tortugas marinas: una interacción silenciosa, pero con efectos visibles
Annelisse Bárcenas Ibarra

No es una, no son diez… es la arribada
Ernesto Albavera Padilla

Baja California conquistando el movimiento ambiental
Giuliana Schroeder

Evolución y conservación de las tortugas marinas: el papel de la genética molecular

Dinámica poblacional de tortuga blanca en el estado de Campeche
Vanessa del Carmen Matos Méndez

Tortugas marinas en Bahía de Banderas

El autoinjerto en crías de tortuga marina como una herramienta de conservación
Suelmy Aracely González Chic


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Evolución y conservación de las tortugas marinas: el papel de la genética molecular

Las tortugas marinas nos provocan sentimientos variados. ¿Quién no se ha conmovido por algún video sobre crías de tortugas marinas emergiendo de sus nidos enterrados en la arena y caminando torpemente hacia el mar? Seguramente hemos sentido el impulso de saltar de nuestro asiento para tratar de ayudarles a llegar a la seguridad del agua antes de ser devoradas por una gaviota o algún otro depredador.

Además de la ternura, las tortugas también despiertan en nosotros el asombro por su capacidad de nadar enormes distancias a través del océano. Esto lo logran sin poseer una forma corporal típicamente hidrodinámica como la que tienen otros grandes nadadores como las ballenas, los tiburones o los atunes. Si comparamos una tortuga marina con una terrestre veremos algunas adaptaciones a la vida marina, como son las patas planas en forma de aletas natatorias en vez de patas columnares ambulatorias, un caparazón más alargado y plano, y la incapacidad de retraer el cuello en el caparazón.

Estos cambios son relativamente menores comparados con los que hay entre una ballena y sus ancestros terrestres que eran más parecidos ¡a una vaca! Esto quiere decir que diferentes grupos de vertebrados han resuelto la transición a la vida marina de diferentes formas, algunas con cambios adaptativos muy grandes, como en el caso de las ballenas, y otros con cambios menores, como en el caso de las tortugas.

Otro aspecto relevante que conocemos acerca de las tortugas marinas es su edad evolutiva. Sabemos que estos organismos han surcado los mares por varios millones de años sin cambiar mucho de apariencia, por lo que se les ha denominado “fósiles vivientes”. Si bien el número de especies actuales se limita a ocho, no dejan de ser organismos ecológicamente importantes en el océano y las aguas costeras que habitan.

Las tortugas marinas pasan casi la totalidad de su vida en el mar, sin embargo requieren de tierra firme para cerrar su ciclo de vida ya que sus huevos y embriones, al igual que ellas mismas, necesitan respirar oxígeno aéreo. De tal suerte, las hembras de tortugas marinas emergen del océano en temporadas bien definidas para desovar en diversas playas del mundo. Los machos, por su parte, no tienen nada que hacer en tierra firme.

Dado que las tortugas pasan la mayor parte de su vida en el océano, resulta difícil estudiarlas en su medio ambiente natural, por lo que se han utilizado diversas herramientas para evaluar sus movimientos y conocer cómo se organizan en tiempo y espacio en sus áreas de distribución. Por ejemplo, se han utilizado marcas satelitales que se adhieren al caparazón de una tortuga para estudiar sus movimientos. Es con este tipo de tecnologías que se ha documentado la migración transoceánica (por ejemplo de Baja California a Japón) de algunos individuos. Sin embargo, estos métodos son caros y no se podrían aplicar a muchas tortugas de una población.

Todos los organismos llevamos marcadores naturales en nuestro material genético (ADN o ácido desoxirribonucléico) que heredamos de nuestros padres, portamos durante nuestra vida y al reproducirnos transmitimos (con modificaciones) a nuestra descendencia. El ADN puede utilizarse como un marcador natural de organismos y como una fuente de información sobre los procesos que controlan su variabilidad en una población.

Al ser la molécula de la herencia la que codifica la información para hacer a los organismos tal y como son, el ADN sirve tanto para estudiar las relaciones evolutivas entre diferentes especies (también conocidas como relaciones filogenéticas), como para estudiar las relaciones entre organismos de una misma especie (relaciones tocogenéticas). Además, los análisis moleculares nos permiten estudiar la evolución adaptativa de los organismos analizando genes que intervienen en la adecuación de los organismos a su medio ambiente, por ejemplo aquellos que median la respuesta inmune.

La genética de la conservación de las tortugas marinas se ha enfocado en resolver distintos aspectos biológicos y de manejo de las poblaciones de estos organismos. Por ejemplo, datos moleculares han ayudado a reconstruir las relaciones filogenéticas entre las especies de tortugas marinas, así como a esclarecer debates taxonómicos sobre algunas especies. Tal es el caso de la tortuga verde (Chelonia mydas mydas) y la prieta (Chelonia mydas agassizii) que fueron consideradas como especies distintas por algún tiempo y ahora se les reconoce como sub-especies.

Sin duda, el aspecto más trascendental al que ha contribuido la genética molecular de las tortugas marinas ha sido el descubrimiento de la independencia demográfica entre poblaciones de hembras anidantes de distintas playas. El hecho que en algunas especies se haya encontrado que las hembras anidantes de una playa se encuentran más relacionadas genéticamente entre ellas mismas que con las hembras de otras playas es indicativo de que se han independizado y aislado reproductivamente linajes matrilineales como resultado de un comportamiento de filopatria natal.

Este comportamiento implica que las hembras, generación tras generación, regresan a desovar a la playa donde nacieron o a una muy cercana. Sin embargo, no todas las especies muestran el mismo grado de filopatria natal y, de hecho, el exhibido por la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea) en las playas de anidamiento del Pacífico mexicano no se ha reflejado en una señal de diferenciación genética.

Finalmente, otro aspecto en el que la biología molecular ha contribuido al estudio y conservación de las tortugas marinas tiene que ver con su reproducción. Gracias a estudios genéticos moleculares se ha descubierto que la nidada de una hembra puede haber sido producida por más de un padre. Por lo tanto, a través de la genética se ha esclarecido parte de la biología reproductiva de las hembras que, sin haberlo observado, se sabe que pueden ser fecundadas por más de un macho.

Otro aspecto reproductivo que se ha descubierto a través de análisis genéticos es la hibridación entre especies. Lo relevante es que se ha encontrado que especies de diferentes géneros pueden hibridizar a pesar de haber divergido hace millones de años.

En México, las tortugas marinas se encuentran protegidas por leyes federales, además existen diferentes instituciones y laboratorios en el país dedicados a su estudio y conservación. Sin embargo, hace falta todavía mucho trabajo de conservación e investigación sobre las poblaciones mexicanas de tortugas marinas.

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