22 de mayo de 2010     Número 32

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


ILUSTRACIÓN: ClIp

Los esclavos del narco

Víctor Ronquillo

En la tierra de los esclavos del narco a la amapola la llaman maíz bola. En La Montaña el cultivo de la adormidera se extiende por la geografía de la pobreza; se dice que en esta región del estado de Guerrero, donde existe una enorme población indígena, lo único que se produce son peones. Peones para ir a buscar la vida al norte o para el narco.

Viajar por los caminos de La Montaña y recorrer sus interminables brechas en época de lluvias es una aventura: los ríos crecidos y cerros de lodo por todas partes. La marginación es una cruda realidad que se rebela cuando los poblados de la sierra quedan incomunicados por semanas.

La entrevista tiene que ser de noche, cualquier indiscreción se paga con la vida. El silencio se extiende con la complicidad, muy pocos hablan del cultivo prohibido, del maíz bola.

Este hombre formó parte del consejo de vigilancia del comisariado ejidal de este pueblo, uno de los muchos pueblos de la sierra en el norte de la región de La Montaña. Conoce los secretos de la siembra de la amapola, sabe lo que representa para su pueblo: una forma de supervivencia, la violación de la ley, el acecho constante de la violencia y muchos muertos.

Afuera de la casa de adobe llueve y llueve. Lloverá toda la noche. En este pueblo el narco no ha dejado casas bien construidas y lujosas, tampoco flamantes camionetas y automóviles, sólo armas. Año con año el número de asesinatos aumenta. Las traiciones, la corrupción, las disputas por el negocio, las viejas rencillas que afloran con la borrachera.

La pobreza, la violencia arraigada ante la ausencia de las autoridades y el narco, son los tres ejes por los que transcurre la vida para muchos en la región de La Montaña, “de drama en drama”, como dice Abel Barrera, del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan.

Una triste comparación: si un kilo de maíz puede venderse en tres pesos (cuarenta centavos de dólar), por estos rumbos hay quien paga 10 mil pesos (mil dólares) por un kilo de goma, el fruto de la amapola. En alguna ciudad de Estados Unidos, en el callejón preciso el diller ofrece al comprador una dosis de la heroína morena venida de México, tan popular por su pureza. Quince dólares la dosis.

–La semilla la trajeron personas que viven acá al norte de la región. La empezaron a vender secretamente. Después se hizo tan popular que cualquiera le regalaba semilla al vecino o quien fuera. Sólo al principio la semilla era negocio.

–¿Cuánto costaba la semilla?

–En aquel tiempo estaba como en 50 pesos la onza.

–¿Alguien le enseñó a la gente cómo cultivar la amapola, quizá colombianos, mexicanos?

–La misma gente que venía del norte, de otro pueblo que se llama Cuautlichán

Según datos oficiales desde 1996 en la región de La Montaña se produce el grueso de la amapola mexicana. En las tierras de Guerrero se encuentran diseminadas la mayoría de las dos mil 700 hectáreas que de acuerdo con el informe Tendencia global de drogas ilícitas 2003, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tienen la capacidad de producir 47 toneladas de droga al año.

Por aquí se siembra en Laguna Seca, La Sabana, en El Duraznal, en San Vicente y otros pueblos.

Para Abel Barrera de Tlachinollan, dos factores propiciaron que el cultivo de la amapola se extendiera a finales de los 70s por el estado de Guerrero y en la región de La Montaña:

–A río revuelto ganancia de narcotraficantes. La cuestión de la droga en la Costa Grande ya se daba, pero de manera aislada; la entrada del narcotráfico a la región coincide con la llegada del ejército. Estamos hablando de la guerra sucia de los 70s. El ejército implementó una estructura anti-guerrillera, abrió brechas y se construyeron carreteras. En el tren de la lucha contrainsurgente venía también el vagón de este negocio turbio. Por otra parte, en los años 80s, después de la captura de Caro Quintero, los narcotraficantes diversificaron sus cultivos y los lugares donde sembraban; se buscaron campos donde los indígenas pudieran sembrar amapola. Antes la mariguana era un negocio local, pero lo que podemos llamar trasnacionalización del narco se dio con la amapola.

Menos maíz, más amapola. La organización ecologista Worldwatch Institute publicó hace algunos años el resultado de una investigación sobre las causas de la proliferación de narcocultivos en los países pobres del mundo.

“En México, en Colombia, los agricultores cada vez más se dedican al cultivo de drogas, debido a que los países enfrentan una combinación de altos subsidios en las naciones ricas, que les hace imposible competir, y barreras comerciales con altos aranceles, que les hace imposible exportar”.

Imposible competir, desde hace años el campo mexicano paga las consecuencias del atraso y la injusticia..

“En México –continúa el informe de Worldwatch– muchos agricultores están empezando a plantar opio o mariguna porque sus cultivos de maíz y otros productos no pueden competir con los alimentos importados”.

Allá en la región de La Montaña conocen bien esta realidad.

–¿Qué ha pasado con el cultivo del maíz?

–Está por los suelos, con lo que el campesino siembra no es posible que se mantenga.

–¿Por qué se ha extendido el cultivo de la amapola?

–Por la miseria.

La miseria, la pobreza en la región de La Montaña, es una realidad arraigada a la historia de las comunidades indígenas que sobreviven en lo alto de los montañas en el estado de Guerrero, al sur de México, allá en el mismo confín de la sierra. Los nahuas, los mixtecos y los tlapanecos viven con lo mínimo. El maíz, dejó de rendir. Las tierras se agotaron por el uso de fertilizantes con altos contenidos de agroquímicos.

–La región ha estado en una situación crítica desde hace décadas –dice Abel Barrera, entrevistado en la pequeña ciudad de Tlapa, en la oficina de Tlachinollan–. La gente que se dedica sembrar maíz en los cerros ni siquiera puede usar la yunta. La misma naturaleza impide una producción adecuada de básicos.

En este pueblo, como en muchos otros de esta región, el cultivo de la amapola resultó más que un buen negocio, una alternativa de supervivencia. Después de que gente del norte trajo las semillas y enseñó a los de la comunidad cómo cultivarlas, muchos se involucraron en la siembra de la amapola.

El maíz bola, el de la rosada flor de la amapola, requiere de muchos cuidados. El trabajo del barbecho, la siembra y el riego tiene que ser de noche. En lugares apartados, en ocasiones bajo camuflajes formados por techos de árboles y ramas, se prepara el terreno, siempre exiguo. Imposibles las grandes extensiones. El cultivo de la amapola en las montañas de México es cosa de pequeños agricultores.

–Hay que barbechar, aflojar la tierra para sembrar; como son lugares donde no puede entrar el tractor, ni la yunta, hay que hacerlo a mano o con zapapico. Es laborioso. Sembrar es fácil porque nada más se tira la semilla, pero después de que nace hay que cuidarla, separar las plantas, que no estén muy cerca la una de la otra. Hay que estar pendientes de las plagas; cuando crece, cuidar que no se la coman los chivos del monte ni otros animales. Son plantas muy delicadas, hay que abonarlas y más que nada regarlas.

Si se siembra en lugares que son muy húmedos no se necesita mucho riego, pero en lugares secos les hace falta mucho el agua.

Hay que cuidar el cultivo, mantenerlo oculto, estar cerca, siempre cerca. Cuando la flor del maíz bola está madura en febrero, marzo o abril, cuando llena de colores rosas, rojos y púrpuras al campo, ya está lista para rayarse.

–Nada más se raya la cascarita y le sale agua, después hay que esperar que cuaje como cuatro o cinco horas y quede ahí pegada, luego hay que recogerla en un traste.

Una larga secuela de violencia. El narco ha dejado una secuela de violencia: en este pueblo corren historias de venganza, de ataques perpetrados al final de la larga jornada de la siembra y el cuidado del cultivo, cuando no faltan quienes a punta de pistola y metralleta tratan de adueñarse de la goma cosechada.

–¿Qué pasa con las ganancias, con el dinero que deja la siembra de la amapola?

–La verdad, algunos les dan buen uso. Hicieron sus casas; se compraron ganado, animales; ahorraron para irse a trabajar al otro lado, para el norte.

–¿Y los que hacen mal uso del dinero?

–Se emborrachan, gastan dinero, se dan sus lujos, en la parranda, hacen fiestas, todo eso.

–¿Compran armas...?

–Si, para su defensa, según ellos.

–Armas, como metralletas y rifles.

–Sobre todo pistolas.

En este pueblo de La Montaña el narco impone su cultura, se escuchan los narcocorridos y se ven las películas que en versión de los hermanos Almada narran la zaga del narco mexicano.

–La gente se ha vuelto más violenta, se quiere comportar de esa manera. Pienso que a raíz de eso llegó a haber muchos asesinatos. Los emboscaban, los mataban.

Desde los poblados de La Montaña la goma de opio llega a Tlapa, donde existen rudimentarios laboratorios para poder procesarla. En Tlapa corre el rumor de que la mercancía viaja en los camiones refresqueros y cerveceros, cuyos chóferes conocen la región, saben pulsar los riesgos y los evitan.

Hasta donde se sabe, no existen acaparadores en el negocio de la amapola, pero muy pocos deben tener la infraestructura necesaria para bajarla de la sierra y procesarla para que viaje convertida en polvo rumbo al norte.

Existen dos rutas para la salida de la goma ya procesada, convertida en polvo, en la heroína morena que se compra en Estados Unidos. La primera sale de La Montaña rumbo a Michoacán y de ahí sigue su camino hasta llegar a la frontera. La segunda ruta de salida para el fruto del maíz bola es por Olinalá, de ahí al estado de Puebla, luego a Morelos y al final para el norte.

Colombia y México han desplazado a los países de Asia como proveedores de heroína al mercado clandestino de Estados Unidos. Al abaratar el costo de la droga, que puede inyectarse, pero también inhalarse y fumarse, han propiciado un aumento en el consumo.

Un negocio que permite a un diller ofrecer en 15 dólares una dosis de heroína en las calles de muchas ciudades de Estados Unidos.

¿Cuántas dosis de heroína morena, de la mexicana, se pueden extraer de un kilo de goma, cuyo costo es de diez mil pesos?. Muchas y las ganancias se multiplican.

Sin embrago allá en La Montaña de Guerrero la cosecha del maíz bola es magra. El dinero del narco, junto con los dólares de los migrantes que se van al norte, apenas generan una precaria economía. Los esclavos del narco apenas sobreviven. Las fabulosas ganancias de las trasnacionales del narcotráfico terminan en otro lado.