Sociedad y Justicia
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La normatividad actual no corresponde a la primera década del siglo XXI, afirma

Académico: la UNAM no puede ser autocomplaciente; debe reformarse

No debe esperar a que surja una crisis interna para que se transforme: Hugo Casanova Cardiel

 
Periódico La Jornada
Lunes 26 de abril de 2010, p. 40

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no puede ser autocomplaciente. La comunidad tiene que analizar y cuestionar sus problemas y necesidades para debatir su transformación, asegura Hugo Casanova Cardiel, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE).

El académico sostiene que uno de los cambios más importantes para sentar las bases de la universidad que México requiere para las siguientes décadas es la reforma universitaria. La institución no puede esperar a que haya una crisis interna; debe aprovechar su estabilidad institucional actual para emprender su renovación, aconseja.

En entrevista, a propósito de la publicación de su libro La reforma universitaria y el gobierno de la UNAM, el investigador señala dos tópicos importantes de la reforma: la renovación de los órganos colegiados para recuperar su capacidad de representación entre la comunidad y el análisis de la designación de las autoridades de la institución.

Consejero universitario por el IISUE, Casanova Cardiel subraya que en la universidad de todos los tiempos coexisten dos dimensiones paradójicas: la tradición y el cambio.

“Gracias a la primera se mantienen una serie de valores fundamentales para que sigamos siendo lo que somos y ninguna otra cosa. Son tradiciones en torno al compromiso de construir, transmitir y difundir el saber. Per se, sin embargo, no garantizan que las instituciones avancen; necesitan procesos de adaptación, renovación e innovación y el cambio se vuelve parte de esta realidad paradójica. Una institución no puede sobrevivir sin la tradición y sin el cambio.”

El investigador enfatiza en que son tres los ámbitos donde una reforma universitaria se concreta: el de gobierno y normativo, el académico y administrativo y el financiero.

Agrega: El más rezagado es el primero, porque el gobierno está en déficit. El académico se ha ido renovando, no por los gestores, sino gracias a académicos y estudiantes, al empuje del trabajo sustantivo, y se han incorporado nuevas manifestaciones del saber, carreras y nichos de investigación. En administración las reformas se dan por procedimiento; la rendición de cuentas como un criterio en la vida de las instituciones nacionales se ha incorporado a la práctica financiera universitaria.

Subraya que la normativa universitaria, elaborada hace 65 años, no corresponde a la institución de la primera década del siglo XXI. “Es una ley pensada para una comunidad diez veces más pequeña, y no sólo hemos cambiado en términos de cantidad; cualitativamente la UNAM de hoy no tiene nada que ver con la de hace seis o siete décadas.

La universidad de 2010 no la construimos nosotros; la hicieron quienes nos precedieron. Nuestro papel es construir la de las próximas tres, cuatro o cinco décadas.

Sería injusto orientar la reflexión para advertir que en la UNAM está mal. Somos una institución ejemplar, en la que se cultiva lo mejor que tenemos en México, donde coexisten múltiples voces y expresiones. No se puede asegurar que la universidad se nos caerá de no hacer los cambios. Quizá no será así, pero probablemente no la coloquemos donde debe estar, donde el país lo necesita.

Recuerda que Jacques Derrida, especialista en el estudio de las universidades, afirma que la comunidad tiene derecho a cuestionarlo todo, pero también la obligación de hacerlo todo. Ése es nuestro encargo social: cuestionar lo que pasa en nuestro entorno; para eso existimos, y no para validar, aplaudir y ser complacientes con lo que se hace bien, incluyéndonos a nosotros mismos. La universidad no puede ser autocomplaciente. Por esencia es rigurosa con lo que hace y el gobierno universitario tiene que serlo con lo que hace. No sólo debe evaluar a profesores, alumnos y trabajadores: también sus estructuras.

Considera que la renovación no puede limitarse sólo a las autoridades, pues compete a todos quienes conforma la universidad: estudiantes, trabajadores, profesores, investigadores y la sociedad.

Casanova Cardiel confía en que las autoridades universitarias, en especial el rector José Narro, tomen la estafeta de la renovación. Cuando él formaba parte de la coordinación para la reforma universitaria durante el rectorado anterior, tuvo pronunciamientos sobre la transformación y de apuntalar sus estructuras de gobierno. Me quedo con esa voluntad.