Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 25 de abril de 2010 Num: 790

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Avances de un bestiario
MIGUEL MALDONADO

El sobreviviente
TEÓFILOS D. FRANGÓPOULOS

Los dos rostros de Colombia
MARCO ANTONIO CAMPOS

El esfuerzo transfigurador como palanca del cambio
CELIA ÁLVAREZ entrevista con DAMIÁN ALCÁZAR

Gepetto o el anhelo de ser padre
RAFAEL BARAJAS EL FISGÓN

Edwidge Danticat
TANIA MOLINA RAMÍREZ

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
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Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Luis Tovar
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Garbanzos (II Y ÚLTIMA)

Ganador de diversos premios y reconocimientos a lo largo de su larga trayectoria como cineasta, Felipe Cazals es el auténtico garbanzo de a libra que fue reconocido con el Ariel de Oro en la pasada quincuagésima segunda entrega de este galardón. Bien por la AMACC y bien por él, que a los setenta y tres años de su edad sigue no sólo activo sino vigente –que no es lo mismo–, con su más reciente –que no último, esperamos– largometraje, titulado Chicogrande. El maestro, también y cariñosamente llamado el Ogro, incluyó en su alocución de agradecimiento un pasaje de autocrítica que ya quisieran ciertos colegas suyos. La cita es de memoria: “algunas películas que no debí filmar, otras que debí filmar mejor...” Actitud loable de quien ha alcanzado cuotas elevadas como Los motivos de Luz, El apando y Las poquianchis, por citar tres de sus ya clásicos, lo mismo que simas deplorables como Rigo es amor o Desvestidas y alborotadas.

Otro Ariel de Oro fue a parar a las vitrinas de la Cineteca Nacional, cuyo actual titular tuvo el buen gusto de poner énfasis en lo institucional y no en lo personal. Para recordar lo obvio: administraciones irán, administraciones vendrán, pero la Cineteca debe prevalecer y, con ella, continuar una propuesta/oferta cinematográfica radicalmente diferente al cotidiano y mediocre sinsabor comercial de la cartelera.


Ana de la Reguera y Asur Zágada

LIBRAS DE A GRAMO

Como garbanzo de a libra vieron los académicos votantes –“muy modernos, por internet”, se ufanó Pedro Armendáriz– a Cinco días sin Nora, ópera prima en largometraje de ficción a cargo de Mariana Chenillo, sin que a este juntapalabras, lo mismo que a buen número de presentes y ausentes, les quedase claro si la báscula estaba bien calibrada cuando acabaron dándole siete trofeos. Maquillaje, música original, coactuación femenina –en la persona de Angelina Peláez, aquí incontestable–, así como mejor actor –Fernando Luján, ya no tan incontestable, máxime habiendo tenido enfrente al sobresaliente Silverio Palacios de Conozca la cabeza de Juan Pérez–, son categorías premiables de ésas que, dígase lo que se diga, sirven más para abultar la faltriquera que para otra cosa. Pero las otras tres que ganó Cinco días... –guión original, ópera prima y mejor película–, a las que debe añadirse el premio al mejor director, constituyen la verdadera liza.

“Y LA BRUJA ES PARA...”

Es bien sabido que premios y jurados ofrecen una certidumbre igual a cero, como sabido es que los galardones sirven también para cuestionarlos, de modo que Uno tiene la sensación de que a Conozca la cabeza de Juan Pérez le tocaron casi puras brujas con sus tres Arieles por efectos visuales, efectos especiales y vestuario, afortunada excepción brujesca hecha por el merecido Ariel a la coactuación masculina que paró en manos del talentoso José Sefami.

Peor le fue a Norteado, ópera prima en largo de ficción de Rigoberto Perezcano que, por estos días, aparecerá en cartelera comercial y de la que se hablará más ampliamente en este espacio. A despecho de sus multitudinarias nominaciones, el solitario Ariel que obtuvo por su edición hace pensar que los academicovotantes internéticos estaban pensando en otra cosa, o que se guían de algún modo deslumbrados por las chispas brujeras provenientes de otros filmes igualmente plurinominados y a final de cuentas ganadores.

El otro filme que salió más bien raspado de la sala Neza es Backyard, el traspatio, a la cual de nada le valió ser, como en su momento se mencionó aquí y en otros espacios, la mejor propuesta de ficción fílmica hasta ahora en lo que se refiere al tema riesgoso y peliagudo de los feminicidios en Ciudad Juárez. Con cinco premios en total, diseño de arte y sonido fueron los dos primeros que se adjudicó –un abrazo al insuperable Antonio Diego, que así se levantó con su séptimo u octavo Ariel–, así como los correspondientes a mejor actriz –la joven y muy convincente Asur Zágada– y mejor fotografía, éste compartido por Martín Boege y Everardo González –sí, el director de Los ladrones viejos.

Que a Carlos Carrera le hayan dado el Ariel a la mejor dirección precisamente por Backyard ... nada tiene de cuestionable, pues el suyo es un trabajo claramente premiable. Lo que a este sumaverbos siempre se le atragantará es que el considerado mejor director no haya hecho la que se consideró mejor película. Digo, si fue el mejor en lo suyo, y lo suyo significa la película como un todo, ¿entonces qué se le está reconociendo?