Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 25 de abril de 2010 Num: 790

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Avances de un bestiario
MIGUEL MALDONADO

El sobreviviente
TEÓFILOS D. FRANGÓPOULOS

Los dos rostros de Colombia
MARCO ANTONIO CAMPOS

El esfuerzo transfigurador como palanca del cambio
CELIA ÁLVAREZ entrevista con DAMIÁN ALCÁZAR

Gepetto o el anhelo de ser padre
RAFAEL BARAJAS EL FISGÓN

Edwidge Danticat
TANIA MOLINA RAMÍREZ

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

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JORGE MOCH


Directorio
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Juan Domingo Argüelles

El Filobiblón de Jesús García Sánchez

Para celebrar el número 700 de la emblemática colección Visor de Poesía, su fundador y director, Jesús García Sánchez, llevó a cabo la antología poética Filobiblón: Amor al libro (Visor Libros, Madrid, 2010).

Si philologia es, literalmente, amor a las letras o afición al estudio, el término compuesto philobiblon significa amor, alabanza o pasión por los libros, que es lo que García Sánchez ha profesado a lo largo de muchos años y, sobre todo, desde que en 1968 fundara, en Madrid, la editorial que se ha convertido hoy en una de las referencias más importantes de la poesía en lengua española.

Explica el editor que “ha sido costumbre en la colección Visor conmemorar cada centena de su catálogo con un título distintivo”. Así, el número 100 correspondió a una Antología de la poesía española; el 200, a una edición facsímil del Cancionero moderno de obras alegres, publicado en Londres en 1875; el 300, al volumen A todo amor, de Ángel González, y el 400 a la Antología consultada de la poesía española, correspondiente al último tercio del siglo XX (1968-1998).

El número 500 fue la Centuria, una antología de los cien poemas más extraordinarios del siglo XX en lengua española, y el 600 conmemoró el 70 aniversario de la Guerra civil española con el título Capital de la gloria: poemas de la defensa de Madrid.

Con esta misma búsqueda celebrante, Filobiblón: Amor al libro incluye una amplia selección de composiciones poéticas en alabanza al libro. La poesía le canta a la lectura y al libro, siendo el resultado una antología que maravilla al lector porque concentra en 250 páginas muchos de los mejores poemas que se han escrito, en lengua española, como elogio y apología de este instrumento maravilloso, el libro, del cual Borges dijo que era la extensión secular de la imaginación y la memoria del hombre.


Manuel Altolaguirre

Y Borges es, precisamente, uno de los convocados en el volumen, porque su “Poema de los dones” y su poema “Mis libros” no podían faltar en este tomo, como tampoco podían estar ausentes de este Filobiblón las odas que Neruda escribió a los libros, ni ciertos poemas de particular esplendor bibliófilo escritos por Altolaguirre, Bécquer, Carlos Germán Belli, Benedetti, Caballero Bonald, Calderón de la Barca, Gabriel Celaya, Cernuda, Costafreda, Luis Alberto de Cuenca, Rubén Darío, Gerardo Diego, Fernández de Andrada, Nicolás Fernández de Moratín, García Lorca, García Montero, García Valdés, Góngora, José Agustín Goytisolo, Jorge Guillén, Lope de Vega, Antonio Machado, Nervo, Blas de Otero, José Emilio Pacheco, Quevedo, Gonzalo Rojas y Unamuno, entre sesenta y nueve autores de épocas y poéticas diversas.

Si Altolaguirre dice: “Abrí las puertas de un libro,/ cerré mi balcón al cielo,/ asomado a la lectura,/ encerrado en mi aposento”, Felipe Benítez Reyes complementa este ausentarse del mundo, este adentrarse en sí mismo, con una imagen en la que los libros no son esclavos sino dueños: “En ellos aprendemos ciertas cosas/ y nuestra vida es suya en cierto modo.”

José Manuel Caballero Bonald se describe lector para describir, de algún modo, a todos los lectores ávidos y perdidos: “Todas las noches dejo/ mi soledad entre los libros, abro/ la puerta a los oráculos,/ quemo mi alma con el fuego/ del salmista.” Y Cernuda nos advierte lo que todo lector debería saber: “Que la lectura no sea contigo, como sí lo es con tantos frecuentadores de libros, leer para morir.”

Los libros vivos potencian la existencia, pero los malos lectores, con frecuencia leen sólo para no pensar, como bien lo dijo Schopenhauer, y como bien lo prueban, todos los días, los que acumulan kilogramos de letra muerta, de simple celulosa.

Lo dice perfectamente Jesús García Sánchez en el prólogo de esta estupenda antología bibliopoética: “El libro puede ser nuestro aliado, nuestro compañero, pero también nuestro más falso amigo, cuando las lecturas no se asimilan. Si no se piensa el significado y el ámbito real de la letra, los libros pueden llegar a ser un instrumento adulterador de la propia vida, unos falsificadores de la existencia.”

Dicho así, el amor al libro se hace más sólido y más entrañable, porque sin el espíritu crítico de la lectura, hasta el amor al libro se reduce sólo a una elegante necedad viciosa.

Este Filobiblón pone en su justo sitio a los libros, a los lectores y a la poesía que ha engendrado el amor a los libros; ese amor que sólo es ciego cuando no se comprende para qué sirven los libros.