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Policía Comunitaria, Montaña de Guerrero.  Foto: Prometeo Lucero

 

Elecciones departamentales bolivianas

Jalón de orejas al “hermano Evo Morales”

 

Rosa Rojas. La Paz, 17 de abril. “El hermano Evo Morales no va más mucho, no creo que cumpla los cinco años (de su nuevo periodo presidencial) si sigue así”, espetó de entrada el máximo dirigente del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Quollasuyo (Conamaq), que aglutina a aymaras y quechuas de cinco departamentos del país, Sergio Hinojosa.

Era una semana después de las elecciones del 4 de abril, en las que más de cinco millones de votantes eligieron a más de 2 800 autoridades, entre ellas 9 gobernadores departamentales, 244 asambleístas departamentales (entre ellos 23 indígenas, tres en la región de El Chaco electos por usos y costumbres), 337 alcaldes y el resto concejales municipales.

En esos comicios el partido de Morales, Movimiento al Socialismo (MAS), obtuvo lo que la edición boliviana de Le Monde Diplomatique calificó de “una victoria agria”, pues el 64 por ciento de la votación con que logró su reelección presidencial, en diciembre, esta vez cayó al 51 por ciento. Algo muy lejano del 70 por ciento que era su meta cantada a lo largo de una campaña “jefaturada” por el propio presidente. Éste, en muchas ocasiones —entre protestas de la oposición que lo acusaba de utilizar todo el aparato del gobierno en la campaña—, aterrizaba hasta en tres lugares distintos del país para apoyar a sus candidatos y entregar obras financiadas por el programa “Evo Cumple”, que a su vez recibe fondos donados por Venezuela.

El discurso postelectoral del MAS ha sido triunfalista. No se reconoce como fuerte llamada de atención por parte de la ciudadanía —como lo interpretan muchos analistas políticos— la pérdida de más de un millón de votos entre la elección de diciembre y la de ahora. Morales y su equipo ministerial, así como la dirigencia masista, han resaltado con gran beligerancia que su partido ganó seis gobernaciones, contra tres que obtuvo en 2005, y 231 de las 337 alcaldías en juego, contra el centenar que obtuvo en 2004.

Sin embargo desestiman que de las nueve capitales departamentales, el MAS sólo ganó en Cochabamba y Cobija, lo que ha sido interpretado como la pérdida de la clase media. En la ciudad de El Alto, considerada una de sus plazas fuertes, aunque ganó el MAS su votación descendió en casi un 50 por ciento.

Además, el partido en el gobierno perdió las elecciones en dos plazas de alto simbolismo para un gobierno encabezado por un indígena cocalero: Achacachi, la tierra de los aguerridos Ponchos Rojos y la región cocalera de La Asunta, en los Yungas.

En Achacachi, Morales hubo de compartir la silbatina con que recibió el pueblo a los candidatos oficiales, y se lo advirtieron: el MAS iba a perder las elecciones porque no se había respetado al candidato elegido en asamblea por las bases.

Tampoco ganó la alcaldía de la sede de gobierno, La Paz, que quedó en manos de su ex aliado, el Movimiento Sin Miedo (MSM), que se convirtió en la segunda fuerza política del país y controla ahora 21 alcaldías, contra 13 en 2004, y se prefigura como una emergente oposición desde la izquierda.

Antes y después de las elecciones, el Conamaq planteó una posición crítica a la designación de candidatos por parte del partido oficial, denunciando imposición centralista, desprecio a su organización y “falta de participación del movimiento indígena originario en el gabinete del Estado plurinacional”.

En entrevista con Ojarasca, Hinojosa subrayó que el movimiento de los ayllus y markas “estamos con el proceso de cambio, de verdad hemos votado por el hermano Evo en las presidenciales, pero no ha sido así en las prefecturales y municipales donde no ha cumplido con el Conamaq. No nos ha consultado a la mayoría para las designaciones”.

“El hermano Evo dice que consulta a las organizaciones sociales pero sólo consulta a la CSUTCB (Confederación Sindical Ünica de Trabajadores Campesinos de Bolivia), a las Bartolinas (la organización de mujeres campesinas) y a las comunidades interculturales (antes colonizadores)” que son, dijo, las que “siempre se han apoderado de los candidatos a través del MAS, siempre nos han quitoneado... nosotros no somos de ayer, somos históricos y somos mayoría”, dijo Hinojosa.

Mencionó que la Conamaq había propuesto candidatos para gobernador y alcalde en Potosí y los ignoraron, “por eso el resentimiento de los pueblos indígenas”, que decidieron no votar por el partido oficial para la alcaldía. Incluso en algunos municipios de Potosí, indicó, éstos presentaron sus propios candidatos como Alianza de Ayllus y Markas del Quollasuyo en los municipios de Puna, Chaqui y Tinquipaya. Hinojosa estima que obtendrán alcaldes y concejales.

Respecto a los indígenas del Oriente del país —Santa Cruz, Beni, Pando y parte de Tarija—, la organización matriz es la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob), que ha emplazado al gobierno con realizar una marcha nacional a finales de abril por desatención a problemas de diversos pueblos que aglutina, entre ellos el irrespeto al derecho a la consulta previa e informada, sobre proyectos que afectan a sus territorios, como la explotación petrolera o megaproyectos hidroeléctricos y mineros.

También hubo inconformidad con la designación de candidatos.  Lázaro Tacoó, de la Coordinadora de Pueblos Etnicos de Santa Cruz (CPESC), integrante de la Cidob, explicó vía telefónica que si bien el MAS avanzó, su bajón de 64 a 51 por ciento en estas elecciones sucedió “por la imposición de candidatos por parte del MAS que no respetó la estructura orgánica de la base, en la cual ellos deliberaron quién iba a ser su candidato y otras personas, utilizando el nombre del presidente, dicen ‘yo voy a ser el candidato’ y la organización se enoja, y no le dieron el apoyo correspondiente”. Ejemplificó señalando que en San Javier, “que era de tradición masista, las organizaciones sociales, los pueblos indígenas querían estar con la sigla del MAS” pero un ex alcalde se impuso como candidato y las organizaciones molestas optaron por lanzar a su candidato con la sigla de la Organización Indígena Chiquitana (OICH). “Las organizaciones de base, cuando quieren elegir a sus candidatos, lo van a hacer con amor y saben adónde apuntan. Como ese hay varios ejemplos en nuestro departamento. El MAS tiene que aprender esta lección”, advirtió Tacoó.