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Baltasar Garzón: El juzgador juzgado

Tres denuncias ponen en vilo la carrera del famoso magistrado

La Guerra Civil, herida abierta
 
Periódico La Jornada
Jueves 8 de abril de 2010, p. 3

Madrid, 7 de abril. En sus más de 20 años en la Audiencia Nacional española, Baltasar Garzón se ha tenido que enfrentar a unas 40 demandas en su contra. Pero la sala penal del Tribunal Supremo, encargada de juzgar a políticos y jueces relevantes, nunca admitió a trámite ninguna de ellas.

Ahora, en menos de nueve meses, el alto tribunal –de mayoría conservadora– ha aceptado tres querellas que podrían llevar a la suspensión del juez más famoso de España y acabar con su carrera, entre ellas la presentada por prevaricación en su investigación de los crímenes y desapariciones franquistas.

Es una situación muy injusta que se debe a intereses que nada tienen que ver con la justicia, se quejó Garzón días atrás. Y pese a que se mostró confiado en poder demostrar su inocencia, la batalla judicial que está librando actualmente, la suya propia, lo tiene contra las cuerdas.

Desde la Audiencia Nacional, Garzón ha perseguido a ETA, a los clanes del narcotráfico gallego, a políticos y empresarios corruptos, al ex dictador chileno Augusto Pinochet, a los represores de la dictadura argentina y al mismísimo Osama Bin Laden, entre otros.

Pero ahora es el propio magistrado quien se encuentra en el banquillo de los acusados. Junto a la querella interpuesta en su contra por sectores ultraderechistas debido a su investigación de los crímenes del franquismo, hay otra por haber supuestamente recibido dinero del Banco Santander para ofrecer unas conferencias en Nueva York, y una tercera por las escuchas telefónicas en un caso de corrupción que afecta al conservador Partido Popular (PP), el principal de la oposición.

El procedimiento penal abierto por Garzón en 2008, por los miles de desaparecidos que dejó en España la represión franquista durante la Guerra Civil (1936-1939) y la posterior dictadura (1939-1975) estaba llamado a convertirse en un hito en la carrera de este magistrado de tendencia progresista.

Un mes después de haber abierto ese sumario, sin embargo, Garzón tuvo que renunciar a la investigación, acorralado por un contundente recurso de la fiscalía.

Para sus detractores, entre ellos el PP, el hecho de haberse tenido que inhibir en ese entonces en favor de los juzgados territoriales fue una sonora derrota, aunque sus seguidores, entre ellos las asociaciones de víctimas del franquismo, sostienen que Garzón logró sacar del olvido un asunto que ya difícilmente desaparecerá de la agenda pública.

El Partido Popular, además de oponerse en su día a la causa contra el franquismo, es uno de los principales críticos de Garzón, porque éste vinculó a los populares con una trama de corrupción conocida como Operación Gürtel, que ha puesto en aprietos a la principal fuerza de oposición.

No es una situación agradable, pero mi amor por la justicia es más elevado que lo que pueda representar la coyuntura de las acciones penales en mi contra, sostiene Garzón, quien a sus 54 años es titular del juzgado central de instrucción número 5 de la Audiencia Nacional de Madrid, encargado de investigaciones relacionadas con delitos contra la seguridad del Estado.

Con fama de incorruptible y autor de varios libros, Garzón se convirtió a finales de los años 90 en un símbolo de la justicia internacional por los sumarios abiertos contra el ya fallecido ex dictador chileno Augusto Pinochet, al que logró arrestar en Londres, o contra los ex represores del régimen militar argentino (1976-1983), algo que le valió la candidatura al Nobel de la Paz.

Nacido el 26 de octubre de 1955 en el seno de una familia sencilla en el pequeño pueblo de Torres, en la provincia andaluza de Jaén, en el sur de España, Garzón es el segundo de cinco hermanos. De joven pensó convertirse en cura, pero finalmente optó por la abogacía. A los 16 años ya era novio de la que después sería su esposa, y a los 23, ya era juez.

Garzón se ha atrevido con casos que ningún otro colega suyo quiso tocar. Eso le ha valido una gran notoriedad pública, pero al mismo tiempo lo convierte en una de las personas más amenazadas por el terrorismo de ETA, los islamistas o las mafias del narcotráfico.

Su trayectoria, dicen, está marcada por dos graves errores: el primero fue su efímera incursión en la política de la mano de los socialistas, en 1993, y el segundo haberle contado su vida a la periodista Pilar Urbano para una biografía que en 2001 levantó mucha polémica en España.

La faceta que más critican sus detractores es su afán de protagonismo. Es sabido que Garzón es vanidoso, mediático y tiene mucha ambición. El ego le sale por todos los poros, hasta en las fotografías, escribió el columnista Josep Ramoneda. Abarca mucho, pero aprieta poco, sostienen otros, alegando que sus instrucciones son rápidas y efectistas, pero débiles.