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Apuntalar el trabajo

Preocupa a investigadores la falta de peso político de la ciencia

El conocimiento que genera es herramienta para la solución de los problemas: José Franco

Mientras no se conciba como bien nacional no se podrá aspirar al desarrollo: Ricardo Tapia

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Antigua casa de Arturo El Negro Durazo, conocida como el Partenón, ahora sede de la Academia Mexicana de CienciaFoto José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Martes 6 de abril de 2010, p. 2

José Franco López, aspirante a la vicepresidencia de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) para el periodo 2010-2012, aseguró que la comunidad científica mexicana tiene un peso político pequeño, si no es que nulo en las decisiones para el país. “Esto es lamentable debido a que el conocimiento científico es una de las herramientas para la resolución de los problemas nacionales como inseguridad, migración, violencia, pobreza o relación entre las sociedades.

“No hemos logrado poner a la ciencia y la tecnología en la agenda nacional. Están en los discursos, pero no en las prioridades. Creo que hemos hecho algo mal (los científicos). Es hora de una acción política y la AMC es el vehículo adecuado para ello, debe servir de interlocutora con los tomadores de decisiones para el impulso de estos rubros. Los científicos debemos dejar de quejarnos, ser proactivos; hay caminos y cosas que se han explorado poco”.

Estima que de no concretarse un interés real y mayor apoyo al sector de las esferas políticas, en el futuro inmediato México continuará perdiendo posiciones a escala mundial y se colocará en una situación aún más desventajosa.

En entrevista con La Jornada sobre su candidatura, el director del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sostiene que otra de las acciones prioritarias es vincular cada vez más a la comunidad científica con la iniciativa privada para lograr que la ciencia básica tenga aplicaciones y se genere tecnología e innovaciones. De no construir ese camino la economía de nuestro país no se beneficiará de todo el talento científico con el que cuenta.

De ser electo vicepresidente de la AMC –lo que por estatuto lo convertiría en presidente del organismo dos años después– una de sus principales tareas será convencer a Ejecutivo y Legislativo federales de la importancia de ampliar y organizar mejor el presupuesto para el sector.

La inversión pública siempre ha sido menor a 0.5 por ciento del PIB, y siempre ha sido regulada por prioridades políticas de corto plazo, no por aquellas que se liguen al desarrollo científico y tecnológico del país. No se observa planeación política a mediano y largo plazos.

Considera que la ciencia mexicana enfrenta grandes desafíos: el ejército del conocimiento es pequeño, aunque de gran calidad; la infraestructura es limitada; los recursos escasos y las nuevas generaciones de científicos se enfrentan desde hoy a la incertidumbre laboral. Sin embargo, Franco, miembro del comité de científicos del Gran Telescopio de Canarias, España –el más grande del mundo–, cree que la principal salida es la suma de esfuerzos de todos los sectores involucrados.

Hay un acervo de conocimiento en todas las áreas de la ciencia (sociales, humanísticas y naturales); ahora requerimos encontrar los canales con la clase política para utilizar ese conocimiento para resolver los problemas emergentes de México. Por otro lado, necesitamos empresarios sagaces y atrevidos para que decidan vincularse con la academia y así generar productos y desarrollos que impulsen la economía nacional.

Apuntalar el trabajo

El trabajo no partirá de cero, pues en el país autoridades locales, universidades federales y estatales y algunos empresarios han apostado por proyectos innovadores que beneficiarán algunas regiones. Hay que apuntalar el trabajo; las políticas de choque no han generado los resultados deseados. Tenemos que generar otros caminos, aprender a sumar.

Franco, ganador del Premio Universidad Nacional a la Investigación Científica 2002 y roquero en sus tiempos libres, aseguró que entre sus planteamientos como candidato a la vicepresidencia de la AMC están que cada una de las cinco secciones de esa agrupación analice las prioridades sociales, económicas y científicas para sus regiones; impulsar que en todas las entidades del país se construya una universidad pública; convencer a los tomadores de decisiones, locales y federales, de la importancia de la ciencia básica y generar órganos de divulgación científica que permitan que el público en general se entere del trabajo de la comunidad científica.

Franco estudió la licenciatura en física en la Facultad de Ciencias de la UNAM; obtuvo su maestría y doctorado en física por la Universidad de Wisconsin, y se incorporó al instituto universitario en 1983 como investigador. Es uno de los promotores más activos e importantes de la astrofísica mexicana; ha sido miembro del comité científico organizador de más de 45 actos internacionales.

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José Franco López, en una imagen de 2006Foto Carlos Cisenros
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Ricardo Tapia Ibargüengoytia, en 2002Foto María Luisa Severiano

Empieza el proceso de elección del vicepresidente de la Academia Mexicana

Emir Olivares Alonso

Ricardo Tapia Ibargüengoytia, aspirante a la vicepresidencia de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) para el periodo 2010-2012, asegura que mientras en México el conocimiento científico no se conciba como un bien público nacional, el país no podrá aspirar al desarrollo. Sostiene que problemas como la delincuencia, la reforma fiscal, la pobreza o las legislaciones en favor o contra el aborto necesariamente deben ser analizados desde la perspectiva de las ciencias para que las soluciones adoptadas beneficien a la ciudadanía.

Para el investigador emérito del Instituto de Fisiología Celular, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la relación de los directivos de la AMC con las autoridades del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) no debe ser de confrontación ni crítica, porque no nos ha llevado a ningún lado, sino de colaboración. De ser electo para el cargo –lo que dos años después lo convertiría por estatuto en presidente del organismo– no será su prioridad impulsar una mayor relación entre los investigadores y la iniciativa privada, porque en las empresas no se hace ciencia básica.

En entrevista con La Jornada, señala que más allá de criticar los bajos presupuestos federales para ciencia y tecnología, la AMC tiene que dar argumentos de cómo utilizar de mejor manera los recursos aprobados cada año para el sector, aunque acepta que son insuficientes.

“Independientemente de que estamos lejísimos del uno por ciento del PIB para ciencia y tecnología (como lo marca la ley desde 2004), si estructuramos y organizamos mejor lo asignado para este año, 0.34 por ciento del PIB, habría mucho más apoyo para el desarrollo científico del que tenemos hoy.

Si no se cambia la manera de repartir los recursos, aunque nos subieran a 0.6 por ciento no ganaríamos más.

Ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2002 por su trabajo en las neurociencias, Tapia expuso que uno de los principales objetivos que impulsaría en caso de llegar a la vicepresidencia de la AMC sería que se convirtiera en el organismo que convenza a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como a la ciudadanía, de la relevancia de la ciencia para la nación.

Con el desarrollo de las ciencias y dentro de las sociedades del siglo XXI no es posible dejar a un lado la teoría y el conocimiento científico en los países cuando se trata de tomar decisiones que afecten a toda la sociedad.

Médico cirujano por la Facultad de Medicina (1963) y doctor en bioquímica por la Facultad de Química (1969), el investigador aseguró que en 2010 cumplirá 50 años de labor científica en la institución.

Biomedicina y neurociencias

Afirmó que no comprende cómo en el México de este siglo los dirigentes del país toman decisiones, juzgan o legislan sin anteponer el conocimiento científico: “Cómo se decide una guerra contra el narcotráfico si no se entiende qué es una droga, qué significa una adicción o lo que representa para la salud del humano. Hay un error cuando se cree que basta con las armas y el Ejército. Esta estrategia ha dejado 17 mil ejecutados, más corrupción y violencia, todo porque al tomar las determinaciones no se analizó la biomedicina o las neurociencias”.

Criticó la falta de una verdadera política científica en el país. En lo que va del sexenio de Felipe Calderón, éste no se ha reunido una sola vez con los integrantes del Consejo Consultivo de Ciencias (CCC) de la Presidencia de la República –formado por los premios nacionales de ciencias–, órgano que por ley tiene que orientar las decisiones del Ejecutivo federal en la materia.

Sin embargo, confirmó que hay visos de optimismo, pues diversas instituciones del Estado mexicano han pedido consejo a la comunidad científica. Uno de esos casos fue el apoyo solicitado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación a varios científicos –entre ellos Tapia– para analizar la acción de inconstitucionalidad contra la ley que despenaliza el aborto el Distrito Federal promovida en 2007 por la Procuraduría General de la República y la Comisión Nacional de Derechos Humanos.